La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene seis fases de alerta de pandemia, las primeras tres incluyen actividades de desarrollo de la capacidad y planificación de respuesta, mientras que las restantes señalan claramente la necesidad de medidas de respuesta y mitigación.
Actualmente México se encuentra en la cuarta que se caracteriza por la transmisión comprobada de persona a persona de un virus animal, en este caso, la influenza o gripe porcina.
Fase 1: No hay entre los animales, virus circulantes que hayan causado infecciones humanas.
Fase 2: Un virus gripal entre animales domésticos o salvajes ha causado infecciones humanas.
Fase 3: Un virus gripal animal o un virus reagrupado humano-animal ha provocado casos esporádicos o pequeños conglomerados de casos humanos, pero no ha ocasionado una transmisión de persona a persona.
Fase 4: Transmisión comprobada de persona a persona de un virus animal o un virus reagrupado humano-animal capaz de causar "brotes a nivel comunitario". Los países deben reportar a la OMS la situación y aunque esta fase señala un importante aumento del riesgo de pandemia, no significa que se vaya a producir una.
Fase 5: Propagación del virus de persona a persona en al menos dos países de una región de la OMS. En esta fase es inminente la pandemia y queda poco tiempo para organizar, comunicar y poner en práctica las medidas de mitigación planificadas.
Fase 6: Propagación del virus de persona a persona en al menos dos países de una región de la OMS, con la aparición de brotes comunitarios en al menos un tercer país de una región distinta. Es decir, está en marcha una pandemia mundial.
DE acuerdo a la OMS, en el periodo posterior al de máxima actividad, la intensidad de la pandemia en la mayoría de los países con una vigilancia adecuada habrá disminuido por debajo de la observada en el momento álgido. En este periodo, la pandemia parece remitir; sin embargo, no pueden descartarse nuevas oleadas, y los países han de estar preparados para una segunda ola.
Las pandemias anteriores se han caracterizado por oleadas de actividad repartidas durante varios meses. Cuando el número de casos disminuye, se requiere una gran habilidad comunicadora para compaginar esa información con la advertencia de que puede producirse otro ataque. Las olas pandémicas pueden sucederse a intervalos de meses, y cualquier señal de "relajación" puede resultar prematura.
En el periodo pospandémico, los casos de gripe habrán vuelto a ser comparables a los habituales de la gripe estacional. Cabe pensar que el virus pandémico se comportará como un virus estacional de tipo A. En esta fase es importante mantener la vigilancia y actualizar en consecuencia la preparación para una pandemia y los planes de respuesta. Puede requerirse una fase intensiva de recuperación y evaluación.
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