Especialistas del área coinciden en que la pediatría es una vocación con la que se nace. Aunque muchas veces les toca trabajar en horarios incómodos o desvelarse, devolverle el bienestar y la sonrisa a los más pequeños del hogar los impulsa día a día.
Dedicar la vida a cuidar la salud de los más pequeñitos de casa y contribuir a que tengan una infancia feliz, es lo que hace de la pediatría una de las especialidades médicas más nobles y aplaudidas, especialmente, por quienes dejan en manos de estos especialistas el bienestar de sus hijos. En conmemoración al Día Internacional del Pediatra que se recuerda cada 20 de octubre, Droguería Inti y Nutricia, rinden homenaje a esta labor mediante tres testimonios que reflejan, de cierta forma, que, para esta carrera, se nace. Desde La Paz, Santa Cruz y Cochabamba, respectivamente, los doctores Lorgio Rivera Calvo, Natalia Maldonado y Vilma Jaldin comparten sus experiencias profesionales a corazón abierto.
“La pediatría es una vocación muy esforzada pues los profesionales que entregan su vida a esa labor están en los momentos más importantes y también, en muchos casos, en los más difíciles de los niños; no solo les dan asistencia médica para prevenir y cuidar dolencias o enfermedades, también los acompañan y guían desde que son bebés, como pilares fundamentales para su futuro bienestar físico, mental y emocional”, señala Sandro Picolomini, gerente de Unidad de Negocio de Nutricia.
Si bien, como toda profesión, cada médico quizás tuvo una motivación distinta a la hora de elegir su especialidad, hay un elemento en común entre ellos: la alegría y las ocurrencias de los niños, los impulsan a seguir aun cuando hay cansancio o problemas personales, y es lo que los hace amar su labor día a día.
Desde la clínica Cemes de La Paz, donde está encargado del área de Terapia Intensiva Pediátrica, Lorgio Rivera Calvo cuenta: “Los niños son sabios, desde su inocencia nos enseñan cosas sencillas que a veces ignoramos y contagian una energía siempre positiva. Cuando están enfermitos se los ve más apagados, por eso, siempre es un gran desafío hacer lo que esté en nuestras manos para que estén sanitos y devolverles una sonrisa”.
Para Natalia Maldonado, jefe del servicio de Recuperación Nutricional y Paciente Crítico en el Hospital de Niños “Mario Ortiz” de Santa Cruz, ser pediatra es amar a los niños y dejar que su alegría se contagie. “Una sonrisa de mis pacientes, mejora mi día”, asegura.
Con ambos colegas coincide Vilma Jaldín, neuróloga pediatra en Avansalud y en el Hospital Univalle de Cochabamba. Para ella, la pediatría es disfrutar de ver a un niño feliz y sano, eso implica encontrar formas creativas de hacer agradable la visita al doctor: “Jugar con ellos mientras los examinamos, transformar el consultorio en un paseo por el zoológico o la jungla, convertir en arte el proceso de ponerles una vacuna, hablarles en diferentes tonos de voz, eso y mucho más, es la magia de ser pediatra”, expresa la especialista.
Internado en Brasil, niños en riesgo y apego… motivaciones de pediatras
La doctora Natalia hace una pausa y regresa hasta sus años de internado en Brasil para recordar el momento que marcó su decisión de especializarse en la salud infantil. En una ocasión le tocó ayudar a una familia de argentinos que tuvo un accidente en carretera: “Como yo hablo español los pusieron a mi cuidado porque podía comunicarme bien con ellos. Mientras los papás estaban en recuperación, pedí permiso para llevar a sus hijos a mi casa para cuidarlos porque ellos estaban bien; cuando se recuperaron, me agradecieron por todo y desde entonces, en el hospital, me derivaban a los niños para que los atienda”, relata con nostalgia.
“Los niños son inspiradores, en el fondo creo que sigo siendo uno de ellos”, asegura el doctor Lorgio Rivera. Él fue testigo de un momento complejo, el mismo que lo motivó a optar por su especialidad. Al inicio de su carrera le tocó ver morir a muchos niños porque no había departamento especializado de terapia intensiva infantil. “No existían pediatras que se dediquen a niños en alto riesgo o críticos, entonces, a raíz de eso, me junté con algunos colegas y fuimos los pioneros en hacer terapia intensiva pediátrica en Bolivia. Quisimos cruzar barreras y velar por esos bebés hipercríticos que requerían esta especialidad en Bolivia”, recuerda el médico.
La Dra. Jaldín confiesa que siempre tuvo clara su misión en la vida: cuidar y acompañar a los más pequeñitos. “Nunca he pensado en ser otra cosa porque desde joven me gustaba jugar e interactuar con niños; por ejemplo, en colegio fui jefa de grupo de los scouts y también fui catequista. Siempre supe que ser pediatra era mi vocación”, señala.
El día a día de un pediatra
Son las 5:00 de la mañana y la Dra. Natalia ya está de pie para dedicarle tiempo a Dios y pedirle por su familia, trabajo y amigos. Posteriormente desayuna con su esposo e hijos y minutos después inicia su camino hacia el hospital Mario Ortiz. Cada día llega con la sonrisa que la caracteriza, saluda a la gente y se encarga que la jornada en el hospital inicie con una oración entre todos. “No es fácil estar en el hospital y ver gente enferma; sin embargo, siempre animo a mis colegas a tener fe porque Dios es nuestro sanador”, comenta.
Después de cerrar consultas y visitar a los niños internados, da clases en la universidad y sus tardes las dedica a su familia. Natalia no solo es la ‘doctorita’, como la conocen en el hospital, ella es esposa y madre de dos hijos de nueve y seis años. “Ellos son mi mejor regalo, la estabilidad emocional de la familia es importante y siento que mi esposo es un gran apoyo”, puntualiza.
Para Vilma el día empieza a las 7:30 de la mañana pues de 8:00 a 12:30 se enfoca en atender con calidez a sus niños. Por la tarde retoma su jornada laboral y termina a las 20:00. En su apretada agenda reserva un espacio para disfrutar de su familia. “Al sacarme el mandil, dedico varias horas a mi familia, tengo dos hijos maravillosos que son médicos, y mi esposo también es doctor, así que somos una familia de galenos. Quizás por eso logramos entendernos poniéndonos uno en el lugar del otro”, añade Jaldín.
Para el Dr. Lorgio la familia también es muy importante: “Tengo cinco hijos de diferentes edades. Soy papá, esposo y médico, creo que hasta el momento he podido desenvolverme bien en cada uno de esos roles. Tener un equilibrio en la vida es importante y estas tres partes de mi vida son trascendentales”.
Anécdotas que perduran
Ternura, amor e inmensa paciencia son tres valores que caracterizan a los pediatras en su labor de aliviar a los niños de una forma creativa, pues se esfuerzan para que la visita al médico sea un momento feliz y que los pequeños no se estresen o tengan miedo. “Damos todo de nosotros por el paciente; es importante entender que el trabajo que hacemos puede ser determinante para el resto de la vida de la personita que estamos cuidando. De todas formas, tenemos claro que encima de la ciencia está Dios, confiamos en que Él es el que toma siempre las decisiones finales”, comenta el Dr. Rivera.
1. La hora feliz contra la desnutrición
Hace varios años al Hospital del Niño “Mario Ortiz Suárez”, llegaban niños ‘piel y hueso’. Ante esa cruda realidad, la Dra. Maldonado decidió tomar acciones y se sumó a un equipo del área de pediatría para inaugurar la sección denominada ‘Atención del niño desnutrido grave con familias de escasos recursos’.
“Veíamos pacientes desnutridos, que además no hablaban y madres con un conjunto de problemas. Nuestro objetivo fue brindar un apoyo que iba más allá de solo tratar la enfermedad, buscamos acompañar al paciente y a su familia; por ejemplo, hicimos un proyecto que se llamó ‘La hora feliz’, en la que intentábamos alegrar a las madres, desestresarlas y ayudarlas a entender que sus niños eran una bendición para ellas. De esta manera, logramos hacer más llevadera la estadía en el hospital y la calidad de atención de las mamás a sus niños mejoró. Así comenzamos a ver que quienes no tenían ganas de nada, de a poco se sentaban, sonreían y empezaban a comer con mejor ánimo”, cuenta aún emocionada Maldonado.
“Esa época también me ayudó a notar, en la práctica, lo importante que es alimentar a los niños con frutas, verduras y otros alimentos con micronutrientes y suplementos de hierro, después de los seis meses de lactancia materna, para evitar la desnutrición. Es algo que recomiendo a todos mis pacientes”, destaca la especialista.
2. La vida es un regalo
El Dr. Rivera asegura que atendió casos en los que verdaderamente vio ‘la mano del Señor’ “No hay cómo más llamarlos, que no sean milagros, ahora veo a esos niños, como jóvenes grandes que hacen su vida normalmente”.
“Hay momentos que han marcado mi carrera, como cuando me tocó atender a los primeros cuatrillizos que sobrevivieron en La Paz hace 20 años. La más pequeña pesaba 1,2 Kg. y fue un gran reto porque no había el apoyo y la tecnología que tenemos actualmente; además, salvar prematuros a esa altura es muy difícil”, recuerda muy emocionado el pediatra, mientras cuenta que ha visto bebés que realmente han luchado por su vida y han vencido, prematuros que pesaban 600 gramos y ahora son jóvenes sanos y fuertes.
3. El niño doctor y la niña del vestido rosa
La Dra. Vilma es de esas que disfruta que los niños lleguen a su consultorio como si fuera una sala de juegos. En sus 25 años de experiencia, un recuerdo que la marca hasta hoy es cuando llegó un niño con síndrome de Down: “Yo lo vi crecer, con mucha estimulación él logró llegar a ser colaborador, amoroso y bueno. Un día le revisaba el corazón, él tenía unos siete años y cuando terminé me dijo ‘doctora ahora yo soy el doctor, sube a la camilla, me toca revisarte’, se puso el estetoscopio y simulamos que me revisaba”, sonríe mientras relata. “Me tocó otra niña que, al salir de su consulta se topó con otra de vestido rosa que iba entrando, entonces le dijo: ‘¡No, ella es mi doctora y nadie puede entrar!’. Son cosas que te llenan de amor y siempre te sacan una sonrisa”, puntualiza.
El rol de los pediatras es fundamental en la vida de los más pequeños, trabajar con niños es una labor delicada, que requiere no solo de estudio y conocimiento, sino también de mucha intuición, ya que se juega el futuro de una vida y el de toda una familia.