La tuberculosis es una enfermedad infecciosa, comunicable, curable, usualmente crónica, de presentación clínica variable, producida por micobacterias del Complejo M. tuberculosis y con amplia distribución mundial. Puede comprometer prácticamente todos los órganos, pero los pulmones son, por lejos, los más comúnmente afectados.
Se trata de una de las enfermedades más apasionantes en la historia de la humanidad. Si tenemos en cuenta que la infección respiratoria y la enfermedad diarreica agudas tienen origen etiológico múltiple, la tuberculosis es, como enfermedad de causa única, uno de los padecimientos que a través del tiempo ha ocasionado mayor sufrimiento y mortalidad al hombre. Una de las condiciones patológicas más antiguamente conocidas y estudiadas.
Una gran cantidad de mitos y leyendas se han tejido alrededor de la ‘tisis’, nombre con el cual se conoció por mucho tiempo a la tuberculosis, aun en los medios científicos. Es por eso que la tuberculosis, la “plaga blanca”, continúa siendo un reto para el hombre.
El descubrimiento del M. Tuberculosis, y en especial el advenimiento de la quimioterapia efectiva para destruirlo, condujo tempranamente a la creencia de que la tisis sería fácilmente erradicable. Sólidos argumentos parecían justificar esta creencia: primero, los métodos diagnósticos, baciloscopia y cultivo, permiten confirmar la enfermedad en cerca del 90% de las situaciones; y, segundo, los tratamientos actualmente disponibles producen tasas de curación superiores al 90%, si el enfermo concluye la terapia.
Sin embargo, el tiempo se encargó de demostrar que la tuberculosis continuaría, como ha continuado, siendo problema importante de salud pública, especialmente en países en vía de desarrollo. La explicación a esta realidad es compleja, pero existe una razón clara: para que las tasas de curación de la enfermedad mencionadas tengan impacto epidemiológico es requisito hacer diagnóstico precoz y masivo y garantizar que todos los diagnosticados inicien y culminen completamente la terapia.
Cumplir con estos dos propósitos es bien complicado en el mundo entero, más en países en desarrollo, al punto de que en muchas regiones ha sido un fracaso la búsqueda de esta meta. Diversos factores psicosociales, culturales, económicos y operativos determinan la baja cobertura diagnóstica y las altas tasas de abandono e incumplimiento del tratamiento.
El conjunto de normas, estrategias, actividades y elementos empleados en un país o territorio para adelantar vacunación y diagnóstico masivos y efectuar tratamiento a los enfermos con seguimiento de la terapia hasta su culminación se denomina “Programa Nacional”, que es la mejor manera de enfrentar este grave problema. La enseñanza, entendimiento y buena aplicación de los programas de tuberculosis serían suficientes para modificar en forma sustancial este problema importante de salud pública. No en vano podemos decir que la buena enseñanza de la tuberculosis exige tal integralidad que resulta ser un excelente modelo para la buena enseñanza de las ciencias de la salud.
El repunte o “resurgimiento” de la tuberculosis en el mundo ha seguido un curso bien diferente de país a país y de región a región.
La historia clínica y la radiología son la base para sospechar la tuberculosis, pero nunca deben considerarse confirmatorias del diagnóstico o suficientes para iniciar un tratamiento. Los pilares del diagnóstico son la comprobación bacteriológica de la existencia del M. tuberculosis en cualquier material proveniente del sospechoso de tener la enfermedad.
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