En la etapa de la menopausia se incrementa el riesgo de que la población femenina sufre accidentes cerebrovasculares. Controles regulares, pueden llegar a prevenir que ocurran.
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En general, las personas mayores de 40 años son más susceptibles de sufrir enfermedades cardiovasculares prevalentes como la hipertensión arterial, el accidente cerebrovascular, y el infarto de miocardio, entre otras. Aunque estos problemas suelen estar ligados a cambios en los hábitos de alimentación y el sedentarismo, que originan un incremento en los factores de riesgo como la obesidad y diabetes tipo 2, en las mujeres, un desequilibro hormonal durante la etapa de la menopausia, también puede generar una mayor predisposición a sufrir un accidente cerebrovascular, así lo comenta la Dra. Carla Losantos, cardióloga con sub especialidad en electrofisiología cardiaca.
“En términos generales, parece ser que gracias a la segregación de estrógeno, las mujeres suelen estar mejor protegidas de que ocurran episodios cerebrovasculares, a comparación de los varones. Una vez las mujeres entran en la etapa de la menopausia y va aumentando su edad, se presenta un incremento importante de la presión arterial sistólica, ocasionando que tengan una mayor predisposición a que ocurra un accidente cerebrovascular hemorrágico”, explica la especialista.
En cuanto a los eventos pronósticos, Losantos nos habla de dos factores que cabe tomar en cuenta. En primer lugar, todas aquellas mujeres que tienen síndrome de ovario poliquístico o que están recibiendo tratamiento hormonal por problemas de la menopausia, tienen un mayor riesgo trombótico, no solamente a nivel cerebral, sino también a la trombosis venosa. “Aquellas pacientes que están siendo tratadas con hormonas o haciendo un seguimiento endocrinológico y ginecológico necesitarán también chequeos cardiológicos periódicos, independientemente de la edad”, indica la cardióloga.
Por otro lado, al igual que los hombres, las mujeres presentan riesgo de eventos isquémicos, entonces se debería realizar una valoración cardiológica de rutina para descartar la fibrilación auricular, así como la presencia de coágulos en el corazón o en la cabeza. Se considera que cualquier mujer con fibrilación auricular tiene más riesgo de presentar un evento vascular, que un hombre con fibrilación.
Si se trata de una paciente que ya ha tenido un evento trombótico previo, como una tromboembolia pulmonar o una trombosis venosa profunda, la especialista recomienda un tratamiento con anticoagulante como el rivaroxabán, para prevenir que ocurran trombosis. “El rivaroxabán evita la formación de coágulos o trombos que normalmente nuestro organismo destruye, pero que evidentemente ha dejado de hacer. Los pacientes que toman este medicamento, tienen que estar bien controlados, ante el riesgo de sangrado”, recomendó la especialista. Pacientes con arritmias cardíacas, del tipo fibrilación auricular, o que tienen el corazón demasiado dilatado, con una función sistólica muy deprimida, también van a necesitar este tipo anticoagulante.
Si en cambio, la paciente es una mujer sana, que practica actividad física de forma regular, no tiene antecedentes familiares de muerte súbita de cardiopatía isquémica, debería realizarse un control de manera anual o cada 3 años, dependiendo de los resultados previos, sobre todo a partir de la menopausia. Estos controles incluyen una valoración cardiológica clínica general, un electrocardiograma y exámenes de laboratorio que contemplan niveles de azúcar de creatinina, lípidos, colesterol y triglicéridos.
En Bolivia, Bayer como empresa innovadora y desarrolladora de medicamentos, importa la molécula original de rivaroxabán hace más de 10 años para ayudar a prevenir eventos tromboembólicos en pacientes que requieran de anticoagulación y así sea indicado por el médico tratante.
La prevención de enfermedades cardiovasculares debe ser una prioridad para toda mujer. La población femenina sufre de niveles de estrés cada vez más altos, siendo éste un factor de riesgo cardiovascular. Sumado a la menopausia y los trastornos hormonales, generan un mayor riesgo en las mujeres, que presenta mayores amenazas de hipertensión crónica o algunos otros tipos de eventos cardiovasculares.
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