viernes, 28 de octubre de 2016
Embolias y derrames cerebrales causan muerte súbita en Tarija
La muerte súbita cardíaca es una forma de muerte natural debida a causas cardíacas, inesperada en el tiempo y en su forma de presentación. Viene precedida por la pérdida brusca de conciencia dentro de, como máximo, la hora que sigue al inicio de los síntomas, en un individuo con una cardiopatía de base conocida o desconocida.
Se han propuesto otros límites de tiempo de 2, 6 y 24 horas para circunstancias específicas como la muerte sin testigos. Hay que tener en cuenta que la muerte súbita cardíaca puede recuperarse mediante maniobras de resucitación cardiopulmonar adecuada y, por tanto, puede ser recidivante (Enfermedad o trastorno que tiende a reaparecer después de un período de curación). En Tarija ha habido ya muchos casos de éstos y según los médicos de la región, continúan sumando.
Juana estaba hospitalizada y en estado de coma tras haber sufrido una embolia. Su esposo y sus tres hijos comenzaban a temer lo peor. Todo comenzó hace dos meses atrás, eran poco más de las cuatro de la tarde cuando tocaron el timbre de la vivienda particular de Juana de 54 años de edad, ella tenía invitados a tomar el té por lo que a toda prisa fue a abrir la puerta pensando en recibir a uno más de sus convidados a tertuliar, pero lo que recibió fue una notificación judicial para su marido.
Dos de sus invitadas notaron que Juana demoraba demasiado en regresar y cuando al final decidieron salir a buscarla la encontraron inconsciente en el piso con la notificación en la mano derecha.
Le dio embolia y se recuperó lentamente, la lesión en su cerebro le causó un déficit intelectual a su atención y a su memoria. Sus hijos y su esposo felices de que estuviera viva tuvieron que sobrellevar el hecho de que todos los recuerdos se le hayan perdido; y es que esa vida de detalles y sucesos familiares había desaparecido. Ahora debían conocerla en su nueva forma de ser y actuar.
La salud es el bien más preciado, sin embargo nadie la tiene garantizada, son pocas las personas que aseguran tener un buen control con chequeo médico anual y más los que admiten que ante cualquier malestar, dolor de cabeza o de estómago, acuden a la farmacia más cercana.
Ataques cerebrales
Si bien en Tarija no existen datos sobre la cantidad de personas que hayan sufrido embolia y derrame cerebral, se conoce sobre la incidencia de accidentes vasculares de tipo embólico sobre todo porque prevalecen los pacientes chagásicos.
El chagas al ser una dolencia que ataca al corazón va formando trombos (coágulos al interior del vaso sanguíneo) que van a tapar las diferentes arterias del cerebro, de ahí el mayor riesgo de que estos pacientes puedan sufrir embolia.
El neurocirujano, Marcelo Zenteno, aclara que personas de la tercera edad tienen también mayor riesgo de sufrir embolia, en tanto los accidentes hemorrágicos que con frecuencia se dan por presión alta o por alguna malformación congénita pueden ocurrirle a personas más jóvenes. Ejemplo de ello es un paciente de escasos tres años de edad que se encuentra internado en el hospital con este lamentable diagnóstico en su salud.
“Dependiendo de la zona afectada en el cerebro el paciente puede quedar con déficit motor, sensitivo o de palabra, quedan secuelas hasta con déficit atencionales, intelectual y con trastorno de memoria”, explica el neurocirujano.
“Vencí el derrame y el coma”
Agosto de 1985 fue una fecha que marcó la vida de Betty, pues su convivencia con dolores de cabeza frecuentes comenzaba a volverse insoportable. Una mañana al despertar notó que no podía ver bien con el ojo izquierdo, por lo que decidió ir al oftalmólogo, quien la transfirió al neurocirujano de inmediato.
Le realizaron una tomografía y se vio un sangrado en el lado izquierdo de su cerebro. “No sé porque me pasó, no tuve golpes ni disgustos, el dolor de cabeza era terrible”, comenta Betty, quien fue intervenida quirúrgicamente.
Después de su operación quedó en estado de coma por un mes, empero cuando recuperó la conciencia tenía amnesia, después de seis meses desde su operación recién pudo recordar a sus hijos.
La recuperación fue lenta pero esta mujer logró vencer toda adversidad para seguir adelante, ya que después de un año y más de su operación pudo volver a trabajar como enfermera, labor a la que dedicó 37 años de su vida.
“Quedé tan inestable que incluso no podía caminar, aún rameo de mi pie izquierdo, pero mi estado de salud es bueno. Hago mis controles periódicamente y puedo trabajar”, cuenta la enfermera.
Recomienda tomar todas las precauciones posibles entre ellas no automedicarse y acudir al doctor en caso de tener dolores de cabeza fuertes, ya que no es normal sufrir de estas molestias.
Además en caso de que los niños reciban un golpe fuerte en la cabeza con hematoma asegura que es necesario buscar ayuda médica, pues el ignorar esto podría a la larga “motivar un derrame o convulsiones”.
Algunos mitos
Se suele pensar que si una persona se baña con agua fría puede provocarse una embolia, también una fuerte emoción podría causarla. Otro mito está relacionado al aire, pues afirman que si nos “da el aire” podríamos morir.
La mayoría de lo que se dice con respecto a las embolias y derrames cerebrales son mitos, ya que el bañarse con agua fría no repercute en estas dolencias aunque tal vez si pueda ocasionar una parálisis facial, que tiene que ver más con un nervio propenso a un virus y que se puede activar por un cambio brusco de temperatura, deformando y paralizando el rostro.
En el caso de un derrame cerebral o accidente hemorrágico, un 60 por ciento muere antes de llegar al hospital, a esto se le llama “muerte súbita”, explica el neurocirujano, Marcelo Zenteno.
Especifica de manera sencilla la diferencia entre un derrame cerebral y una embolia que resulta bastante simple. En la primera sucede que un vaso sanguíneo se rompe vaciando el contenido al cerebro y en el otro caso se tapa una arteria evitando que llegue la sangre a un determinado espacio cerebral.
El especialista asegura que los síntomas son muy parecidos, ya que como actúan en el cerebro son prácticamente los mismos con pequeñas variantes en la hemorragia y con signos meníngeos (rigidez en la nuca), que en la trombosis o embolia no se presentan.
“En los pacientes cardiópatas se pueden prevenir estas afecciones a nivel cerebro con medicamentos para evitar que la sangre forme coágulos y en los hemorrágicos por presión arterial alta hay que usar medicamentos para evitar que ésta suba. En el tema de algunos niños y jóvenes se debe hacer el estudio para determinar las causas”, explica el neurocirujano tarijeño.
El especialista recomienda evitar la ingesta de grasas en la sangre con dietas equilibradas ricas en vegetales y frutas, más que en carnes rojas y frituras. “Una persona que fuma y consume alcohol se predispone a este tipo de enfermedades”, manifestó.
De esta manera, el valioso regalo de la salud hay que saber preservarlo, si usted es una persona que tiene presión alta y además es propensa a enfadarse con facilidad hay que tener mucho cuidado. Las rabietas podrían ocasionar un derrame o embolia, lo propio si sufre dolor de cabeza ya que no es normal, menos si es con frecuencia.
Así, es importante estar atentos a nuestros propios síntomas. “Es lo mejor que podemos hacer para cuidarnos, la salud la debemos atesorar”, concluye el especialista.
Más vale prevenir antes que lamentar
Las enfermedades cardiovasculares causan el 31,2% de las muertes en Tarija, y entre éstas, la mitad son provocadas por el infarto de miocardio: la principal causa de muertes entre hombres y mujeres en todo el mundo.
Los ataques del corazón se producen cuando se obstruyen las arterias coronarias, lo que provoca un riego sanguíneo insuficiente y, en pocos minutos, puede causar una muerte súbita cardiaca. No obstante los paros cardiacos pueden revertirse, sobre todo si logramos verlos venir y nos hacemos el control respectivo para evitarlos.
Aproximadamente la mitad de los pacientes con infarto presentan síntomas de advertencia antes del incidente.
Estos síntomas se suceden de manera gradual, en el transcurso de varios minutos, y detectar cualquiera de ellos a tiempo es esencial para evitar que el infarto provoque un daño irreparable.
Los primeros minutos a partir del momento en que se suceden los síntomas son vitales: el 75% de las muertes se producen en la primera hora desde el instante en que nos damos cuenta de que algo no marcha bien. La buena noticia es que, si actuamos rápido y llegamos al hospital a tiempo, la probabilidad de sobrevivir es del 95%.
Mejor que sea
una falsa alarma
Si notamos alguno de los síntomas lo más inteligente es acudir de inmediato a algún servicio de urgencias.
Muchas personas no actúan con suficiente rapidez, porque el dolor no es demasiado intenso o porque no reconocen los síntomas, y sólo se dan cuenta de que algo grave ha ocurrido cuando están tendidos en el suelo. Esperar hasta lo último puede resultar fatal
En torno a un cuarto de los infartos son silentes: aparecen sin dolor de pecho y ningún otro síntoma.
Como reconoció el cardiólogo, el doctor Valentí Fuster, en una de sus conferencias, “lo que de verdad resulta frustrante no es la gente que acude a Urgencias y no tiene un infarto, sino la gente que tiene el infarto y no viene, sabiendo que el 95% de las personas que mueren así las hubiéramos podido salvar. Y es algo que pasa cada día”.
Señales que indican un ataque al corazón
Fatiga y dificultades respiratorias
La disnea, o dificultad para respirar, aparece antes de numerosos infartos, particularmente entre las mujeres, y puede comenzar meses antes de que suframos uno. Normalmente está acompañada de una gran fatiga. Si nos encontramos exhaustos sin una causa aparente lo más inteligente es que acudamos prestos al servicio de urgencias.
Sudoración excesiva
Sudar más de lo habitual, aunque no estemos haciendo ejercicio, puede ser una señal de que nuestro corazón tiene un problema. El bombeo de sangre a través de arterias obstruidas requiere que nuestro corazón haga un esfuerzo mayor al habitual, la temperatura corporal aumenta debido a este esfuerzo y nuestro cuerpo suda para tratar de mantenerla a raya.
Dolor en el pecho
Aunque no todos los infartos están precedidos de dolor en el pecho, este es el síntoma más frecuente y más fácilmente reconocible. El dolor torácico es, por lo general, prolongado –dura en torno a 15 minutos– y se percibe como una presión intensa en el pecho, que puede extenderse hasta la espalda, los brazos y los hombros, sobre todo en el lado izquierdo.
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