La subcisión, es una técnica quirúrgica sencilla, mínimamente invasiva, realizada en el consultorio, indicada para el tratamiento de cicatrices deprimidas y otras alteraciones de relieve cutáneo, como la celulitis. Las cicatrices por acné atróficas (ya sean onduladas, en furgón o en picahielo) suelen tener tractos fibrosos subyacentes que, a modo de ancla, tiran de la superficie cutánea hacia abajo provocando que adopten ésta forma hundida. Esta fibrosis es, además, el motivo por el cual algunos tratamientos para las cicatrices de acné puedan fracasar. Si éstas están muy ancladas a la profundidad por la fibrosis, aunque se genere colágeno es posible que su superficie no ascienda debido a la tensión que ejercen hacia abajo los tractos fibrosos. Por lo tanto, es importante eliminar o romper estas anclas fibrosas que hay debajo de las cicatrices por acné cuando esto sea necesario. De esta manera, los tratamientos posteriores serán más efectivos. Lo mismo ocurre en el caso de la celulitis donde ya se han producido éstas tensiones y se observan huecos típicos de ésta patología.
La subcisión es un procedimiento sencillo en el cual a través de una mínima punción se inserta una aguja en forma de lanceta con bisel (aguja de Nokor) por debajo de las cicatrices de acné o la celulitis a tratar. Si se manipula la aguja de Nokor hacia delante y atrás por debajo de las cicatrices fibrosadas, estos tractos fibrosos se rompen y la superficie de la piel asciende, ya sea sólo con esta maniobra como con los procedimientos posteriores para tratar las cicatrices.
En general, sólo se requiere una única sesión de subcisión si las cicatrices no son muy extensas o profundas. Si, por el contrario, hay una cantidad importante de cicatrices o son muy deprimidas, es recomendable proceder por sesiones mensuales dividiendo el tratamiento en áreas.
Los beneficios de la subcisión son: la ruptura de los tractos fibrosos que tiran de la piel hacia la profundidad hace que la superficie cutánea ascienda inmediatamente y en las siguientes semanas. El procedimiento provoca una nueva cicatrización por debajo de la superficie cutánea, que formará colágeno nuevo para aportar el volumen perdido sin que la epidermis se haya dañado (no deja ningún tipo de marca o costra). La ruptura de la fibrosis y el movimiento de la aguja liberan sangre dentro del hueco de la cicatriz o de la depresión de la celulitis, por lo que se aportan inmediatamente factores de crecimiento que potenciarán una nueva cicatrización, esto tiene un resultado más óptimo si se aplica inyección de plasma rico en plaquetas.
Es una técnica extremadamente rápida de realizar y normalmente indolora, que puede realizarse con anestesia local. Asimismo, se puede combinar con cualquier otro tipo de tratamiento para las cicatrices de acné y la celulitis (láser, microdermoabrasión, roller, peelings, rellenos, lipoláser de diodo no invasivo, ultracavitación).
Los efectos adversos de la subcisión son: si existen muchos tractos fibrosos que se han roto, puede aparecer un hematoma levemente doloroso debajo de las cicatrices, que resolverá en unos días. Hay que recordar que la formación de este hematoma no deja de ser positiva para favorecer la recuperación del volumen perdido con la atrofia y por el aporte de factores de crecimiento que supone. La formación del hematoma puede reducirse si se aplica presión y hielo después de haber realizado la subcisión. Asimismo, durante 2-3 días es posible que se observe una leve hinchazón (edema) en la zona tratada.
Hay que ser cauteloso y evitar emplear la subcisión en el área mandibular, la temporal y la preauricular, ya que con la aguja se podría dañar involuntariamente alguna fibra nerviosa o un vaso sanguíneo.
El beneficio obtenido por la subcisión es permanente: los tractos fibrosos rotos no vuelven a formarse, ni hay que repetir el procedimiento periódicamente por pérdida de la mejoría obtenida.
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