lunes, 20 de febrero de 2017
Los antibióticos van perdiendo la batalla frente a las bacterias
La comunidad científica teme a un enemigo diminuto y silencioso. En diciembre de 2016, un artículo de la revista New Scientist vaticinó lo que apenas un mes más tarde se hizo realidad: este año mucha más gente morirá por infecciones de bacterias comunes.
El abuso de antibióticos está generando microorganismos más resistentes y una vez que ningún medicamento hace efecto sobre ellas, los días que quedan de vida son contados. A mediados de enero, una mujer estadounidense murió luego de ser infectada en la India por una superbacteria intestinal, llamada Klebsiella pneumoniae, a la que la Organización Mundial de la Salud calificó como “amenaza urgente para la salud humana”, según Infobae. Ninguno de los 26 fármacos que le dosificaron a la paciente logró detener la infección.
Un callejón sin salida
“La resistencia de los microorganismos es continua. Es una lucha perdida: las bacterias evolucionan todo el tiempo y los humanos no tenemos nuevas moléculas para enfrentarlas”, señala Alejandra Corso, miembro de un laboratorio de referencia ante la Organización Panamericana de la Salud, citada por el diario argentino Clarín. Frente a esa mutación permanente, la gente está indefensa porque hace al menos 30 años que la industria farmacéutica no desarrolla antibióticos nuevos por temas de rentabilidad: se usan poco tiempo y requieren una inversión grande de tiempo y dinero.
Los animales
El origen del problema no es solo la ingesta descontrolada de antibióticos cada vez que nos enfermamos. Los animales que consumimos, a los que les inyectan medicamentos, están fortaleciendo los virus que a los humanos les cuesta cada vez más enfrentar.
Estamos por llegar al punto en el que consumiremos más antibióticos a través de los animales que comemos, de los que tomamos para curarnos de las enfermedades, advierte Mark Woolhouse, de la Universidad de Edimburgo, (Reino Unido), citado por New Scientist.
Mientras tanto, la industria ganadera y avícola han minimizado el riesgo para la salud humana causado por el uso de antibióticos en los animales, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)
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