El 28 de julio es el Día Mundial contra la Hepatitis. Miles de personas conviven con esta enfermedad que en la mayoría de los casos no presenta síntomas y se detecta con estudios específicos.
A los 23 años, Nicolás decidió que le efectúen un chequeo general de rutina porque hacía mucho tiempo que no se hacía un control. Todo parecía normal, aunque le llamó la atención que el valor de las enzimas hepáticas habían dado el doble del valor recomendado. No tenía síntoma alguno, de nada. Le llevó los resultados a su méEl 28 de julio es el Día Mundial contra la Hepatitis. Miles de personas conviven con esta enfermedad que en la mayoría de los casos no presenta síntomas y se detecta con estudios específicos.
A los 23 años, Nicolás decidió que le efectúen un chequeo general de rutina porque hacía mucho tiempo que no se hacía un control. Todo parecía normal, aunque le llamó la atención que el valor de las enzimas hepáticas habían dado el doble del valor recomendado. No tenía síntoma alguno, de nada. Le llevó los resultados a su médico clínico, quien le dijo que “no era nada para alarmarse”, que debía ser algo pasajero. Nicolás tuvo algunas dudas y decidió ver a un gastroenterólogo que le recomendó hacer análisis más específicos: El resultado dio positivo para el virus de la hepatitis C, y el golpe emocional fue grande: un amigo, también médico, le había dicho que era una enfermedad relacionada con “drogadictos y portadores de HIV”.
Muchas personas tienen algún tipo de hepatitis, pero la mayoría desconocen la situación: esto se debe a que es una enfermedad completamente asintomática. Las señales pueden llegar tras 20 años de haber contraído el virus, y durante ese tiempo es posible que el hígado sufra un daño silencioso, muchas veces irreversible. Debido a la falta de síntomas, los especialistas consideran clave el diagnóstico precoz y los chequeos anuales de sangre.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud , las muertes ocasionadas por las tres hepatitis suman más de 1.250.000 de individuos por año en el mundo. Esta es una cifra catastrófica, teniendo en cuenta que la hepatitis A y B tienen vacunas hipereficientes y la C dispone de un tratamiento que cura. Los especialistas opinan que eso evidencia los déficits de las políticas públicas a nivel global y de concientización .
En qué se diferencian y cómo se contraen
La hepatitis C o HCV es la más común y se transmite por procedimientos médicos inseguros, transfusiones de sangre, uso de drogas endovenosas, y raramente por vía sexual. Este virus tiende a evolucionar a infección crónica, y es la causa más frecuente de cirrosis, cáncer hepático y trasplante. Sin embargo, es la única infección crónica viral que tiene cura: hay nuevos antivirales muy eficientes que curan a más del 90 por ciento de los pacientes.
La hepatitis A, menos común, suele ser potencialmente grave, pero es autolimitada y no evoluciona a forma crónica. Se transmite a través de alimentos y aguas contaminadas; en el año 2005 se hizo obligatorio un plan de vacunación universal que terminó con los casos “fulminantes”.
La hepatitis B se transmite por vía sexual, transfusiones, uso de drogas y de madre a hijo en el periparto
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