El Síndrome de Landau-Kleffner consiste en una enfermedad neurológica, que pertenece a la familia de las epilepsias. Debe su nombre a William Landau y Frank Kleffner, quienes han caracterizado este síndrome en 1957. El Síndrome de Landau-Kleffner aparece generalmente entre tres y ocho años, raras veces antes de la edad de dos años, y consiste en la pérdida de la capacidad de hablar y de entender. Los niños que padecen del síndrome no sufren de las crisis de epilepsias comúnmente conocidas, sino de la aparición de puntas-ondas en la actividad cerebral, las cuales se manifiestan durante el sueño, lo que complica su detección.
Las causas del Síndrome de Landau-Kleffner son generalmente desconocidas. Sin embargo, puede ser causado por una lesión cerebral focal, una malformación congénita, un quiste, o también, un tumor cerebral.
Una de las manifestaciones clínicas principales consiste en una pérdida gradual de comprender el habla y una interrupción de respuesta a las palabras pronunciadas, a pesar que el niño ya había aprendido a hablar. Generalmente, los médicos y parientes creen que el niño sufre de una pérdida del oído, debido a que el Síndrome de Landau-Kleffner es poco conocido y con incidencia débil. Después, el paciente puede empezar a cortar sus palabras, cometer errores de alocución, usar palabras inadecuadas o combinación errónea de las mismas. En los casos graves, el niño puede parar de hablar, y no reaccionar a sonidos no verbales, como el sonido del teléfono.
En otras manifestaciones clínicas, encontramos:
- Trastornos del comportamiento, como la hiperactividad, la excitabilidad y déficit de atención.
- Trastornos mentales.
- Trastornos comportamentales.
El diagnóstico del Síndrome de Landau-Kleffner se establece con:
- Una prueba neuropsicológica, con fin de evaluar el lenguaje y los trastornos de desarrollo.
- Un electroencefalograma de vigilia y de sueño.
- Un examen de imagen cerebral.
En cuanto a la terapia del Síndrome de Landau-Kleffner, se aconseja un tratamiento médico para controlar las crisis de epilepsia generadas por el síndrome. Lamentablemente, esos remedios no tienen impacto en los trastornos comportamentales o relativos al lenguaje. Un tratamiento médico más fuerte o un tratamiento quirúrgico puede ser considerado.
Sin embargo, es importante acompañar al niño con un equipo pluridisciplinario de profesionales, con fin de proveerle una ayuda adecuada, enseñándole por ejemplo un método de comunicación alternativo, como el lenguaje por señas, o también la escritura.
(Voluntaria- Bélgica)
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