jueves, 22 de octubre de 2015

Ruido en la ciudad es un castigo

Petardos, bocinas, taladros, motores y alarmas, entre otros molestos ruidos castigan permanentemente el oído de los paceños. Sin embargo, muchos pretenden evadir este bochinche ruidoso utilizando auriculares y música a todo volumen. El gran problema es que el cuerpo humano no está preparado para tanto volumen y las secuelas de tanto aturdimiento se hacen sentir.

La contaminación acústica es un mal del presente y si no se toma conciencia, las consecuencias pueden ser indirectamente desastrosas para la salud.

Según el médico otorrinolaringólogo Rafael Angulo, el ruido produce estrés e indirectamente tiene efectos secundarios porque puede causar malhumor, incluso problemas digestivos, cardiovasculares, hipertensión, entre otras patologías.

Volumen alto sinónimo de diversión

Lejos de ser solucionado, el problema del ruido está socialmente aceptado. Hoy en día, el volumen alto es sinónimo de diversión. Dejando de lado los extremos como un recital de rock o un boliche –que pueden llegar hasta 130 decibeles–, el audio de algunos cines están a 110 decibeles.

Según datos de la Secretaría Municipal de Gestión Ambiental de La Paz, el oído puede tolerar hasta 65 decibeles, y en una discoteca como máximo 90, sin llegar a dañarse.

Para Angulo, el sonido que sobrepasa los 80 decibeles por tiempos prolongados produce un trauma acústico a largo plazo, es decir un daño auditivo. Entonces recomienda que los sonidos tienen que estar a menor intensidad.

“La palabra hablada es de 50 decibeles, podría parecer que no estamos hablando muy fuerte, pero si nos acercamos a la persona el sonido está saliendo a 50 decibeles. Entonces un daño auditivo se produce a 120 decibeles”.

Un síntoma de daño auditivo es cuando la persona empieza a sentir un adormecimiento o a veces un pequeño zumbido. “Lo peor de todo esto es que el sonido se acumula dentro del oído, es decir si uno está expuesto a sonidos fuertes durante periodos prolongados sin tener daño auditivo y está caminando por la calle, donde explota una dinamita, entonces afecta a la audición, incluso puede causar la sordera en uno o en los dos oídos. Esa persona llega a tener un daño más severo que el resto de las personas que no han estado expuestas a ruidos fuertes”.

Efectos del audífono

El profesional afirma que del sonido que entra en el oído el 99.9% rebota en el tímpano y sólo el 1% pasa para escuchar. Entonces, cuando uno se pone el audífono, el sonido rebota pero vuelve a rebotar en la fuente del sonido y se amplifica aún más, causando mayor daño.

“Se ha visto que jóvenes que empiezan a escuchar con audífonos a los 13 ó 14 años, a los 16 ó 17 años ya tienen una audición de una persona de 50 años. Eso implica que ya hay un daño y este aumenta cada vez más, sin que el afectado se dé cuenta”, asegura el profesional.

“Hay audífonos que teóricamente son muy buenos, porque tienen una goma que cubre totalmente el oído, esos son los peores, porque no permiten que haya fuga de sonido y eso produce un rebote del mismo, en consecuencia causa mayor daño acústico”.

Los dispositivos móviles con auriculares son otro gran inconveniente. Ya sea por placer o para tapar el ruido callejero, el volumen se sube al máximo, es decir, 120 decibeles, cuando se aconseja no estar expuesto a ese nivel por más de 28 segundos. Además de augurar una pronta sordera, semejante batifondo produce mayor cantidad de accidentes, porque el sonido distrae.

¿Me gusta el bochinche?

¿Quién no ha ido a un bar o un restaurant a charlar y distenderse con amigos para terminar hablando casi a los gritos y entendiéndose a medias? Lamentablemente, en estos lugares no hay aislación acústica. Incluso algunos ponen parlantes hasta en la calle. La inspección llega después de una denuncia, pero lamentablemente la promesa de bajar decibeles dura poco tiempo.

Precaución

“La lesión por ruidos es irreversible. Lo que hay que tener en cuenta es que el sordo es diferente del no vidente. Cuando vemos a una persona privada de la vista le tendemos una mano, lo que no ocurre con una persona que no escucha, porque la vemos como alguien normal, y si no nos ha escuchado la tratamos mal. Estas personas incluso sufren de maltrato, por ello se aíslan, se deprimen. Incluso hay diversos grados de aislamiento por la sordera.

La alimentación

Uno de los factores que predisponen a la sordera en personas jóvenes o adultos mayores, entre 40 años para arriba, es la alimentación, como el consumo de productos que provocan colesterol o los triglicéridos elevados también producen sordera. Entonces, la dieta es muy importante para prevenir el daño auditivo.

Rafael Angulo aconseja no solo protegerse contra el ruido, sino que las personas deben tomar conciencia que el ruido producido con algunas de sus actividades puede perjudicar a la salud del resto de ciudadanos. Por todo ello, cita una serie de recomendaciones para proteger nuestros oídos y mejorar la calidad de vida de los que nos rodean:

- Evitar bocinas

- Cubrirse los oídos cuando se esté cerca de fuentes de sonido fuerte,

- Evitar los petardos

- Bajar el volumen, usar protectores auditivos y explicar a los hijos lo importante que son estos cuidados para escuchar toda la vida, son los primeros pasos para construir una sociedad más sana.

- Las personas que trabajen en ambientes muy ruidosos, como con maquinaria, grandes motores u explosivos, deben protegerse con tapones u orejeras.

- Evitar, en lo posible, permanecer durante largos periodos en lugares con ruidos constantes y fuertes.

- Se debe moderar el volumen al que se escuchan los aparatos de música y televisión, tanto para proteger nuestros oídos como para evitar ocasionar molestias a los demás.

- Conviene controlar los horarios en los que se realizan ciertas actividades y tratar que sean lo menos molestas para el resto.

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