Los herpes labiales, son pequeñas ampollas de color rojizo que duelen un poco. Suelen aparecer en la parte más externa del labio o dentro de la boca, en raras ocasiones pueden propagarse por las mejillas, los lóbulos de la oreja o por la nariz. Los herpes labiales pueden aparecer de uno en uno o formando pequeños racimos. Están llenos de un líquido sobre el que se forma una costra, antes de secarse y desaparecer. Duran de diez a quince días y no suelen requerir ningún tratamiento especial.
El herpes labial es causado por un virus muy contagioso llamado herpes simple (VHS). Existen dos tipos de VHS. El tipo 1 en general causa herpes oral o labial. Este infecta a más de la mitad de la población para cuando llega a los 20 años, este se contagia por compartir utensilios de limpieza, vasos o por besos. El tipo 2 en general afecta el área genital y se trasmite por vía sexual.
Una vez que se contrae la infección con el virus del herpes, los virus permanecen de por vida en el cuerpo. La herencia genética (ADN) del virus del herpes se oculta en el núcleo celular de las células nerviosas. Consecuentemente, el sistema inmunológico no llega a reconocer el ADN del virus ni tampoco a atacarlo.
Los desencadenantes más habituales del herpes labial son exposición solar, frío, menstruación, inmunosupresión, cambios hormonales, fiebre, fatiga, heridas, resfriado o gripe.
Para prevenir hay que actuar sobre estos factores desencadenantes: reducir el estrés, cuidarse especialmente en los días de regla, abrigarse, dormir bien etc. También hacer ejercicio de forma regular, utilizar fotoprotectores labiales y seguir una dieta sana y equilibrada, puede prevenir o reducir el número de reactivaciones de este virus. De hecho, la mala alimentación ayuda a que las defensas estén débiles y el herpes tenga más facilidad para brotar.
Por lo general, las lesiones originadas por el herpes labial pueden tratarse favorablemente. Normalmente, el tratamiento se realiza mediante la aplicación de retrovirales. No suele haber empeoramientos, como el herpes ocular con queratitis, aunque puede ocurrir. En los lactantes, la infección por el germen patógeno del herpes labial suele ser más grave: puede causar infección de herpes en la piel, boca y ojos, así como una infección general con focos infecciosos en diferentes órganos (por ejemplo, pulmón, cerebro, hígado, riñones) o incluso una encefalitis. Por lo tanto, es importante prevenir el contagio de herpes labial durante el embarazo y en lactantes.
Mientras se esté curando el herpes labial, hay que lavarse las manos con frecuencia y tratar de no tocar la úlcera, ya que si se toca, se interrumpe el proceso natural de reparación del cuerpo. Hurgarse el herpes labial también es malo porque es fácil extender la infección a otras partes del cuerpo, como los dedos o los ojos. Y lo que es peor, se la podrías contagiar a otras personas.
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