COMPORTAMIENTO SOCIAL
HUELlAS EN EL ORGANISMO
Tomar hasta morir. Tomar sin parar. Juntarse a beber. Beber más de lo que puedes. Bailar, bailar. Después, no saber a dónde fuiste. No recordar qué dijiste, ni con quién estuviste. Solo unos flashes de memoria. Rearmar la noche anterior. Hablar con amigos, juntar las piezas. Siesta para sacarse la resaca. Siesta para estar listo para la nueva noche que está por comenzar…
Si tus fines de semana o los de tus amigos se asemejan en algo a lo descrito anteriormente, ten cuidado.
Es una conducta que en Estados Unidos se denomina “binge drinking” y que en nuestro país se conoce más como borracheras de fin de semana o atracones de wikén, y se refieren a la conducta de beber cantidades excesivas de alcohol durante un período de tiempo breve. (...)
En definitiva, el tomar sin control viernes y sábado (algunos parten el jueves) se ha convertido en una tendencia que siguen jóvenes cada vez de menor edad. Una moda sumamente peligrosa, que incluso puede llegar a ser fatal.
Como explica el psiquiatra del Centro de Adolescentes CLC, doctor Alejandro Maturana, “es un comportamiento cada vez más frecuente en adolescentes y en edades cada vez más precoces, donde el perfil del consumo no necesariamente es continuo, al contrario, es más bien
de alta intensidad, de fin de semana y se asocia a tiempo libre y ocio.
¿POR QUÉ BEBES?
La mayoría de los adolescentes tiene una percepción de autocontrol.
“Es una edad en la que se perciben omnipotentes, invulnerables, el “yo controlo” es un discurso constante pero, lamentablemente, con una muy baja o nula percepción de riesgo. Además, creen que beber descontroladamente o en alta intensidad acotado al fin de semana, no provoca dependencia ni daño inmediato”, sentencia.
Pero, en definitiva, ¿sabes por qué
bebes? Es común que los jóvenes experimenten con el alcohol, motivados por la curiosidad, las ganas de estar bien, relajarse, para no sentirse diferentes y para parecer mayores.
DAÑOS IRREPARABLES
Pero, una cosa es beber y otra, beber descontroladamente en un periodo corto. Esto deteriora considerablemente la capacidad de emitir juicios acertados sobre las cosas y produce más probabilidades de incurrir en peligros. “Quienes han tomado demasiado asumen riesgos que normalmente no tomarían si estuvieran sobrios, por ejemplo, conducción de vehículos en estado de ebriedad, involucrarse en violencia o peleas callejeras, acceder a relaciones sexuales sin protección, exponiéndose a contraer enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados”, agrega Maturana.
Por otra parte, también debes tener claro que las borracheras producen daños físicos agudos inmediatos que pueden ser fatales, como una depresión respiratoria o un coma etílico –una sobredosis de alcohol lleva a un sueño similar a un coma y puede traer secuelas cerebrales–, además de daños a largo plazo como pancreatitis, gastritis, insuficiencia cardíaca, deterioro del aprendizaje y otros.
Además, se produce un cambio neurobiológico que provoca una alteración de la plasticidad cerebral lo que se traduce en que el cerebro se pone más tolerante, es decir, en el próximo carrete se debe beber más para llegar al mismo efecto que antes y más sensible a la misma droga o funcionando como una puerta de entrada a drogas más duras.
¿CUÁNDO ES PROBLEMÁTICO?
Se está frente a un problema con el
alcohol si se baja el rendimiento depor- tivo, académico o laboral y si se experimentan conductas de alto riesgo como las antes descritas. Si es la única o la mejor posibilidad de desinhibirte o de relacionarte con tus pares o tu pareja, o si el alcohol se ha convertido en la única manera de pasarlo bien en la vida, ha llegado el momento de preocuparte.
Lo mismo pasa si al consumir alcohol te encuentras más agresivo con tu familia o te alejas de tus amigos, de tus actividades placenteras habituales o comienzas un consumo solitario.
“Otros síntomas de alerta son no ser capaz de parar de tomar, cuando se reitera la conducta en forma compulsiva y cuando, si dejas de tomar, aparecen síntomas de abstinencia: deseo imperioso de tomar, ansiedad, irritabilidad y angustia física y psicológica, entre otros. Debes pedir ayuda”, asegura el especialista.
En lo práctico, también es importante recurrir a los padres si un día has tomado más de la cuenta o te ves en situaciones de peligro o vulnerabilidad. Tratar de que no sepan en lo que estás o lo que te está pasando es la opción más riesgosa en ese momento y, por lo tanto, la más asociada a accidentes, a victimización, violencia y muerte. Piénsalo.
En cifras
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el alcohol causa 2,5 millones de muertes al año en todo el mundo, de ellas 320 mil son jóvenes de entre 19 y 25 años, y causa daños que van más allá de la salud física y mental del bebedor.
Efectos inmediatos
• Desinhibición y excitación.
• Alteración de la frecuencia cardíaca.
• Estimulación de la secreción de jugos gástricos y producción de orina.
• Merma el equilibrio, la coordinación motora fina, la visión y el audio.
• Al llegar a la intoxicación alcohólica puede provocarse un estado de coma y morir.
Importante
Los padres no solo deben estar preocupados de sus hijos sino que ocupados en sus hijos. Y esto significa hablar, supervisar, estar presentes, llevarlos, traerlos, saber dónde están.
Esta es la única variable que funciona por sí sola frente a la protección de los hijos en relación a ciertas conductas
de riesgo, como el consumo de alcohol y de drogas.
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