Pérdida involuntaria
Revista Consumer
Se sufre en silencio, pero cada vez menos. El mayor número de casos registrados hacen que la incontinencia urinaria en mujeres se quite el tabú de encima y se revele como un trastorno más habitual de lo que se pensaba. De hecho, en personas jóvenes la incontinencia urinaria es hasta cinco veces más frecuente entre las mujeres que entre los hombres, pero a edades avanzadas la proporción de afectados se iguala en ambos sexos.
Entre las razones que explican este trastorno los expertos apuntan como principal responsable a la propia biología de la mujer. Esta permite tener hijos y conduce a sufrir ciertas secuelas del embarazo y el parto, como la incontinencia urinaria. No obstante, este es sólo uno de los factores que hacen más frecuente este problema en la población femenina respecto a la masculina aunque, por fortuna, en la actualidad cada vez hay más formas de combatirlo. Uno de los últimos tratamientos más demandados son las inyecciones de toxina botulínica.
DEL TABÚ AL ESTUDIO URODINÁMICO
El diagnóstico de esta afección es largo. Los expertos dicen que las mujeres no lo consultan con sus médicos y estos tampoco preguntan. El 50 por ciento de los afectados sabe que sufre incontinencia pero no llega a consultárselo al médico, bien porque piensa que es un mal inevitable de la edad o bien porque se desconoce que existen soluciones. Una vez en la consulta, el médico o ginecólogo realiza una exploración física a la mujer, con la que obtiene una orientación de si es un trastorno de esfuerzo o de urgencia.
En ocasiones los síntomas pueden ser confusos, por lo que se realizará un estudio más completo. Para ello se debe efectúar un estudio urodinámico para evaluar la función de la vejiga. Este se basa en registrar las presiones de la vejiga para medir los escapes de orina cuando hay una urgencia y la vejiga realiza una contracción o espasmo. Este estudio dura una hora. El paciente debe acudir en ayunas, se introduce una sonda por la uretra, a través de la cual se le llena la vejiga de suero y, mientras, se registran las presiones de la vejiga que ayudarán a discernir el diagnóstico.
Los tipos de incontinencia
De esfuerzo y de urgencia
Mientras que la incontinencia de esfuerzo es más frecuente en la mujer joven, la de urgencia es más común a partir de los 60 años y cada una de ellas se origina por causas distintas. Además de estos dos grupos, hay un tercero: la incontinencia mixta, basada en padecer los dos tipos a la vez; a las personas que la padecen se les escapa la orina tanto al realizar esfuerzos como por urgencia.
Incontinencia de esfuerzo: hace referencia a las perdidas involuntarias de orina originadas por esfuerzos como toser, estornudar o reírse y cuando los músculos del suelo pélvico resultan afectados por distintas situaciones, como el embarazo y el parto. Estos músculos se encuentran en la base de la cavidad abdominal, forman una especie de "hamaca" o embudo al final de la pelvis y se contraen para que todos los órganos que sustentan (la vejiga, la matriz, etcétera) se mantengan en su lugar y ejerzan su función de forma correcta; además, ayudan a cerrar el conducto de la orina y a evitar que se escape. Sin embargo, cuando la mujer tiene un parto vaginal, estos músculos se distienden y aunque suelen retornar a su posición, a veces no recuperan su tono previo. Es más, el propio embarazo supone una sobrecarga que la debilita. Otros factores de peso son la práctica de deportes de impacto donde se realicen saltos que repercutan en el suelo pélvico. Esto les sucede a las atletas, pero también a cualquier mujer que haga aerobic o steps en el gimnasio. Las mujeres con tos crónica, por alergia, bronquitis crónica o por fumar, también registran un riesgo más alto.
Incontinencia de urgencia: afecta a las personas que tienen ganas de orinar y carecen de control sobre su micción, por lo que no llegan a tiempo al baño. Aunque afecta sobre todo a los adultos, la situación podría compararse a la que viven los niños cuando están aprendiendo a controlar la micción: el cerebro envía una orden para orinar y el niño se lo hace encima porque todavía es incapaz de controlar su esfínter. Cuesta mucho aprender a controlar de forma voluntaria un músculo como la vejiga, que en la naturaleza está previsto que se contraiga de forma involuntaria, como el corazón. Quien sufre incontinencia de urgencia ha perdido este control, su cerebro pierde la capacidad de enviar una orden a la vejiga para que espere y es entonces cuando se produce la urgencia.
Un tratamiento para cada tipo
Para ambos casos
De esfuerzo: no con pastillas
* Ejercicios de Kegel. En casos de incontinencia leve o moderada, cuando la musculatura del suelo pélvico está débil, se aplica un tratamiento conservador de fisioterapia. Son los ejercicios de Kegel que consisten en que la mujer realice contracciones de los músculos del suelo pélvico, basados en contraer la vagina hacia dentro entre cinco y seis segundos y relajarla después. Las contracciones deben repetirse entre ocho y doce veces y realizarse en bloques, al menos tres veces, repartidos durante el día. Este tratamiento es más eficaz cuando un especialista palpa la vagina de la paciente y la instruye.
* Cirugía. Cuando el tratamiento anterior fracasa y la musculatura del suelo pélvico no aguanta, se debe aplicar un refuerzo por debajo de la uretra para que, ante los esfuerzos que provocan los escapes involuntarios, se mantenga cerrado. Ahora, esta cirugía que se denomina "banda libre de tensión", de la que existen distintas variantes y que es muy poco invasiva, se puede practicar de forma ambulatoria, aunque las pacientes también pueden permanecer ingresadas un día.
* Tratamiento en investigación. En estos momentos se investiga cómo regenerar el sistema que cierra el conducto de la orina mediante células madre.
De urgencia: no con cirugía
* Fármacos anticolinérgicos. Frenan las contracciones.
* Reeducación vesical. Se enseña a las pacientes a cambiar de hábitos para controlar la micción y a realizar los ejercicios de Kegel.
* Inyecciones de bótox. Es el tratamiento más novedoso que se ha introducido para la incontinencia. Está indicado en casos muy estudiados, en los que no se ha obtenido ninguna respuesta con las pastillas y los tratamientos anteriores.
El bótox o toxina botulínica se aplica cada seis meses o una vez al año y no tiene muchas contraindicaciones, salvo en el caso de enfermedades neuromusculares como la miastenia gravis y cuando hay riesgo de retención excesiva de la orina.
Consejos para combatir la incontinencia:
1. No beber más de 1,5 litros de agua al día.
2. No tomar café, refrescos de cola u otras sustancias que lleven cafeína o té por su acción diurética.
3. Evitar los edulcorantes artificiales, ya que provocan más incontinencia.
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