1.- Limítrofe. Corresponde a una subpoblación que tiene valores de presión arterial comprendidos entre los 140-149 y/o 90-94 mm Hg de presión arterial. Puede aparecer a cualquier edad (tanto en el niño como en el anciano).
2.- Leve, moderada y severa. Actualmente denominadas Grado I, II y III. Los valores de la presión están constantemente por sobre los valores de 140/90 mm Hg y la clasificación indica la magnitud de incremento. Recientemente se ha estipulado que los sujetos con presión sistólica entre 140 y 149 mm Hg, con presión diastólica normal, sean denominados hipertensos sistólicos limítrofes (ver tabla N° 2).
3.- Guardapolvo blanco: se detecta en pacientes cuya presión sanguínea es recurrentemente elevada en el consultorio del médico pero es normal en otras ocasiones (si se controlan en su casa, trabajo, etc.). El hecho de no realizar mediciones de presión arterial para controlar la eventual HA, permite que ésta actúe como factor de riesgo de enfermedad cardíaca, vascular, del sistema nervioso central, renal y metabólica. Cuando ocurre un incremento de la resistencia periférica (vasoconstricción), el corazón debe vencerla para garantizar el correcto flujo de sangre a los tejidos. Este trabajo cardíaco, si es permanente, provoca paulatinamente hipertrofia por aumento del grosor de sus paredes musculares, especialmente el ventrículo izquierdo, lo que permite su adaptación a los nuevos requerimientos.
La rigidez arterial puede vincularse con cierta fragilidad, lo que representa un factor de riesgo ya que se puede romper ante la producción de un pico de hipertensión, con la consiguiente hemorragia interna.
La mayorÍa de los accidentes cerebrovasculares (ACV) por hemorragias cerebrales en los ancianos está motivada por este proceso.
Asimismo, dichas alteraciones predisponen el depósito de colesterol, responsable de la aparición de placas en arterias coronarias, cerebrales, renales y periféricas.
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