La inquietud seguía aumentando ayer en España y en la opinión pública mundial, a raíz del informe de un médico que denunció múltiples fallos en los protocolos de seguridad en los sistemas de salud tras tratar a Teresa Romero -la auxiliar de enfermería infectada de ébola en España- cuyo estado de salud es "muy crítico".
La técnica sanitaria, de 44 años, internada en el hospital La Paz-Carlos III, es la primera persona que se contagia fuera de África occidental, donde esta implacable fiebre hemorrágica dejó más de 3.900 muertos este año.
La secretaria del Sindicato de Técnicos de Enfermería de la región de Madrid, Elvira González, declaró que la paciente "está grave, intubada y empieza a tener fallos multiorgánicos".
La contaminación de Romero en Madrid, en medio de aparentes fallas graves en los protocolos sanitarios, provocaron alarma y ya son 14 las personas que fueron hospitalizadas por precaución tras haber estado en contacto con ella.
Romero, fue ingresada en el hospital el martes, después de que el día antes las pruebas confirmaron que se había infectado con el virus del Ébola. La paciente ha estado siendo tratada con plasma extraído de una monja que superó la enfermedad del ébola en Liberia.
La auxiliar de enfermería pudo contagiarse al tocarse la cara con un guante cuando se retiraba el traje protector tras atender al religioso Manuel García Viejo, quien murió de ébola en Madrid. La propia paciente lo reconoció ante uno de los doctores del equipo que la está atendiendo y el "accidente" pudo ocurrir en la primera de las dos visitas que realizó a la habitación en la que estaba García Viejo, quien fue repatriado desde Sierra Leona y falleció el 25 de septiembre.
Juan Manuel Parra, médico de urgencia de 41 años que atendió a la infectada española de ébola denunció, en un sobrecogedor informe publicado el jueves por dos diarios (El Mundo y El País), múltiples fallos, desde un traje con mangas demasiado cortas hasta falta de respuesta a las peticiones de traslado a un centro especializado.
"Las mangas me quedan cortas en todo momento" y una parte de las muñecas permanecía al descubierto, escribe Parra que el miércoles por la noche fue puesto en observación. En su informe, explica cómo se ocupó durante casi 16 horas de Teresa Romero después que contrajera el virus.
Según Parra, cuando Romero llegó al amanecer al hospital de Alcorcón, sur de Madrid, fue puesta en una habitación de aislamiento ya que informó inmediatamente que temía estar contaminada de ébola.
Cuando él comenzó su servicio, hacia las 8:00 hora local, la mujer presentaba ya síntomas con erupciones cutáneas en el tronco y la ingle, dolores musculares y tos, escribe. Sólo él y personal de enfermería entraron en la habitación con un "traje de primer nivel" de protección: una bata impermeable, dos pares de guantes, un gorro y una mascarilla quirúrgica.
Con el paso de las horas, el estado de salud de Romero se deterioró brutalmente. Pero fue por la prensa cómo el doctor conoció el resultado del test de ébola de la paciente, "aunque la primera muestra es positiva", afirma.
Después, "se me informa de la posibilidad de positividad a las 17:00 por lo que se procede a empleo del segundo traje de mayor nivel facilitado por este hospital (las mangas me quedan cortas en todo momento)", agrega.
En ese momento la paciente presentaba ya "abundantes diarreas, vómitos, mialgias y comienza con fiebre de hasta 38" grados, precisa. "Vuelvo a informar de la necesidad urgente de traslado de la paciente" al hospital La Paz-Carlos III de Madrid, donde fueron tratados los dos misioneros fallecidos por el virus en agosto y septiembre, recuerda.
A las 19:00 se le informa por teléfono que la paciente va a ser trasladada pero "la ambulancia tarda desde dicha llamada hasta su llegada a las 00:00".
La ministra española de Sanidad, Ana Mato, declaró ayer que se está estudiando modificar los protocolos de actuación ante el ébola para que los profesionales sanitarios en contacto directo con pacientes infectados sean considerados personal de riesgo y hacerles un seguimiento más activo para aumentar su protección. En medio de las críticas de colectivos sanitarios y la oposición política, el gobierno regional de Madrid defendió ayer el protocolo seguido en el tratamiento de los dos religiosos repatriados y lamentaron que el único caso de contagio hasta ahora se deba a "un error humano, un acto reflejo" de la sanitaria enferma.
Por otro lado, los responsables de salud de Dallas (Texas, EEUU) intentan evitar a toda costa volver a ser objeto de críticas por fallos en seguridad o diagnóstico como en el caso del liberiano Thomas Eric Duncan, que falleció el miércoles, en el que los médicos no supieron identificar los síntomas en su primera visita al hospital y le mandaron a casa con antibióticos, multiplicando así el peligro de contagio. Además, tardaron varios días en desinfectar el apartamento donde había estado viviendo. Ahora apostaron por extremar las medidas de seguridad.
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