EN VARIOS PAÍSES, INCLUIDO EL NUESTRO, EL CONSUMO DE TRANQUILIZANTES O PASTILLAS PARA DORMIR ES MUY FRECUENTE | LOS RIESGOS PARA LA SALUD SON MUY SERIOS, AMÉN DE UNO DE LOS MAYORES PELIGROS QUE ESTO CONLLEVA: CAER EN LA DEPENDENCIA O ADICCIÓN.
El estrés, las preocupaciones, los problemas de la vida actual y por ende el insomnio han pasado a ser parte de la vida de una gran mayoría de las personas en la actualidad. Lamentablemente, muchas buscan la “solución” o la “felicidad” en una pastilla, sin saber que podrían caer presas de la dependencia o adicción a los psicofármacos, un problema muy grave y cada vez más frecuente.
José (43), por ejemplo, no sale de casa sin un Alprazolam en el bolsillo y tampoco concilia el sueño sin este medicamento. Se la recetaron luego de una crisis, pero no volvió al médico para saber si debía cortar y, por el contrario, aumentó la dosis de libre albedrío. “Al principio lograba dormir con cuarta pastilla, pero ahora me cuesta cada vez más conciliar el sueño, así que debo ir aumentando la dosis” cuenta un tanto consciente de que cada vez es más difícil dejarla.
Este es tan sólo un ejemplo de lo que va sucediendo de a poco; se va creando una dependencia física y psicológica. Por ello es que siempre estos medicamentos deben ser recetados y supervisados por un especialista, pero la realidad es otra, ya que la automedicación está a la orden del día sobre todo en nuestro país donde no es muy difícil conseguirlas, aunque ahora exista un mayor control.
“Un factor importante de riesgo con relación a este tema es que las benzodiacepinas se pueden comprar sin receta en varias farmacias, especialmente en el área rural aledaña a la ciudad de Cochabamba, Punata, Quillacollo, varios pueblos del Chapare, incluso aquí en la ciudad, en las áreas periurbanas existen farmacias que venden estos medicamentos de manera ilegal. Sin duda, aún falta mucho avance en cuanto a un mejor control de aquellas farmacias que venden estos medicamentos de manera ilegal o la internación de estos remedios por vía del contrabando”, dice el Dr. Víctor Manzano, médico psiquiatra formado en el Instituto Psiquiátrico San Juan de Dios de Cochabamba y que actualmente trabaja en el Centro de Rehabilitación y Salud Mental (CRYSME)*.
Aunque en Bolivia, la adicción a medicamentos para dormir o tranquilizantes es mucho menor, en proporción, a las adicciones del alcohol, la marihuana o la cocaína, es un tema que igualmente merece atención.
“Esta apreciación es la percepción que tenemos aquellos profesionales que trabajamos en salud mental, lamentablemente no existe en Bolivia datos estadísticos completos que puedan darnos cifras exactas”, explica el especialista.
SOBRE LAS PASTILLAS Y TRANQUILIZANTES
El Dr. Manzano dice que primero se debe entender qué son las “pastillas para dormir” y los tranquilizantes y qué es una adicción.
“Los tranquilizantes o ansiolíticos son un grupo de varios medicamentos cuya característica más importante es que deprimen al sistema nervioso central, es decir, “apagan” o disminuyen muchas de las funciones cerebrales. Otras sustancias con efectos similares son el alcohol y los analgésicos opioides (Klosidol®, fentanilo, morfina). Quizás los más usados en nuestro medio sean un grupo de medicamentos llamados benzodiacepinas, ejemplos de ellas son: Clonazepam (Neuryl ®, Clonex ®, Clonoten ®, Rivotril ®) Alprazolam (Alplax ®, Adax®, Prazolam®) Diazepam (Valium®) Ketazolam (Ansietil®) Flunitrazepam entre otros. Dentro de sus efectos, estos medicamentos también pueden producir sueño, por lo que a veces se los usa para este fin”, explica el especialista.
Existen otros medicamentos que se llaman inductores del sueño, serían realmente los somníferos que no son tranquilizantes, entre ellos están el zolpidem, la zopiclona y la eszopiclona.
“Los efectos de todos los medicamentos arriba mencionados son casi inmediatos y dependiendo de cada uno su efecto puede durar de cuatro a doce horas. En muchas ocasiones se escucha decir: “Cómo vas a tomar tabletas para dormir, te vas a acostumbrar” o “Te estás drogando cada vez que tomas esas tabletas”. Lo cierto es que las benzodiacepinas, o los inductores del sueño, cuando son usados sin supervisión médica capacitada, sí pueden producir adicción”, afirma el Dr. Manzano.
DEPENDENCIA
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) una persona es adicta o dependiente a alguna sustancia si:
1 No tiene control sobre el inicio o la finalización del consumo de esa sustancia. Por ejemplo una mujer de 38 años, trabajadora bancaria que no puede evitar empezar el día sin tomar Alprazolam y que una vez que lo hace sigue tomándolas pese a que sabe que se pondrá soñolienta, que quizás le llamen la atención en el trabajo o que incluso exista el riesgo de que sufra un accidente de tránsito mientras conduce. Todo esto pasa a un segundo lugar.
2 Tiene tolerancia. Un hombre de 52 años, recientemente jubilado, empezó a tomar Clonzepam por recomendación de su hijo. Al principio con una tableta se sentía tranquilo pero al cabo de nueve meses necesita cuatro o cinco tabletas para lograr el mismo efecto tranquilizante. Así, lamentablemente, se avanza en este tema y es preocupante
3 Presenta síntomas de abstinencia. Si al asesor de créditos, súper estresado por su trabajo, que toma tres tabletas de Alprazolam para estar tranquilo y aguantar la jornada, se le acabaron las pastillas y la farmacia (ilegal) de donde solía comprarlas está cerrada, en algunas horas comenzaría a sentir mucho nerviosismo, peor que el que sentía antes de empezar a tomar el Alprazolam. Su cuerpo sudaría profusamente, las manos estarían temblorosas, quizás incluso ni podría escribir, la voz entrecortada, palpitaciones, visión borrosa, respiración acelerada, nauseas, sensación de muerte inminente. En casos más graves la persona puede incluso tener convulsiones, lo que comúnmente se llaman “ataques”. En casos mucho más graves la persona puede llegar a fallecer.
4 Abandono de otra fuentes de placer. Por ejemplo una ama de casa, de 42 años, que ya no juega con sus hijos, que no sale con sus amigas o que dejó de practicar wally, juego que le apasionaba, porque debido a la toma de flunitrazepam, nunca puede estar alerta y suficientemente despierta para poder jugar al nivel de sus compañeras de equipo.
5 Consumo de las tabletas a pesar de las consecuencias. Es decir que la persona consuma las sustancias a pesar de que sepa que le llamarán la atención en la casa o en el trabajo, o que empiece a tener problemas de memoria, problemas en el hígado o que se quede sin trabajo o se arriesgue a cometer actos delictivos para conseguir las tabletas.
“Si la persona cumple con esos criterios en el último año la mayor parte del tiempo, es muy probable que se haya vuelto adicta a los tranquilizantes”, dice Manzano.
Por otro lado, es muy importante aclarar, que los ansiolíticos no son en realidad los principales medicamentos que se usan para tratar los problemas de ansiedad, en realidad la mayor parte de los problemas de ansiedad pueden ser tratados con antidepresivos, medicamentos que se usan en personas deprimidas.
“Estos tratamientos suelen durar varios meses y aunque son largos no existe ninguna posibilidad de que la persona se vuelva a adicta a ellos ya que los antidepresivos son de otro grupo de medicamentos”, explica el especialista.
Algunas personas pueden decir, pero si “fulanito” cuando deja de tomar sus antidepresivos se vuelve a poner mal, entonces significa que ya se ha acostumbrado. Lo que sucede es que la enfermedad en sí misma es crónica y requiere un tiempo de tratamiento mayor. Es como sucede con los antidiabéticos o los medicamentos para la presión. Nadie podría decir que la persona se ha acostumbrado o se ha hecho adicta a esos remedios, simplemente que debido a la enfermedad, es necesario que los tome por tiempo indefinido.
“Existen muchas enfermedades mentales cuyo síntomas principal es la ansiedad, pero la ansiedad no es una enfermedad en sí misma, es sólo un síntoma. Haciendo una comparación con enfermedades físicas, la ansiedad sería como la fiebre, muchas enfermedades físicas pueden ir con esos síntomas, desde un resfrío común a una meningitis. Lo mismo sucede con las enfermedades relacionadas a ansiedad”, dice Manzano.
FACTORES DE RIESGO
Como factores de riesgo personales, el Dr. Manzano, asegura que se puede nombrar a la manera de ser de la persona. En general los muy perfeccionistas, impulsivos o con baja autoestima pueden tener mayor tendencia a estar ansiosas y abusar de los ansiolíticos.
Otro factor es la herencia, si alguien tiene por ejemplo un hermano, padre o abuelo que fue adicto al alcohol, al tabaco, o a las mismas benzodiacepinas, puede que exista mayor riesgo de que al usarlas, se desarrolle una adicción.
“Las personas que son adictas a otras sustancias también pueden llegar a consumir ansiolíticos y eventualmente desarrollar adicción a varias sustancias al mismo tiempo, lo que se llama dependencia múltiple, dice el psiquiatra.
Otro factor es el mal uso de las benzodiacepinas por parte del personal médico. Usarlas sin haber hecho un buen diagnóstico del paciente y al querer sólo eliminar el síntoma.
“Una paciente había ido a varios médicos porque tenía insomnio, y muchos malestares corporales como dolor de cabeza, de espalda, hormigueos en la cara, mareos, estreñimiento. Un año atrás había fallecido su esposo. Todos los médicos que la veían le daban analgésicos y antiinflamatorios para sus síntomas físicos y alguno le dio Alprazolam para dormir. Cuando se resignó a ir con un psiquiatra estaba tomando más del doble de Alprazolam que le había recetado el primer médico y estaba “al borde de un ataque de nervios”. Ninguno de los médicos anteriores le preguntó acerca de su viudez, o acerca de los terribles problemas legales que estaba afrontando por una deuda grande que su esposo había dejado”, cuenta el especialista.
La situación de esta paciente en particular mejoró mucho luego de permitirle expresarse sobre todo esto y usando no ansiolíticos como medicamento de base, sino antidepresivos.
RIESGOS
“Cuando la persona abusa de estas sustancias puede llegar al punto en que le causen más daño que bien, por ejemplo que empiece a tener problemas de memoria, problemas de sueño, mucha más ansiedad, deterioro progresivo del nivel intelectual, problemas familiares, de pareja y finalmente desarrollar una adicción”, explica.
Otro riesgo es que la persona sufra los efectos agudos de una dosis muy alta, por ejemplo una intoxicación, o un accidente de tránsito o laboral por conducir o manejar máquinas debido a hacerlo bajo el efecto de estos medicamentos.
Lamentablemente y lo que no toman en cuenta las personas que se hacen adictas a las pastillas es que pueden fallecer por una ingesta muy grande de estas sustancias ya que llegan a apagar los centros cerebrales de la respiración o del latido cardiaco, también es posible el fallecimiento de una persona que tiene un síndrome de abstinencia muy grave, que le provoque convulsiones que no puedan ser controladas.
“En personas con consumo crónico y a grandes dosis, es posible que haya daño del hígado produciendo insuficiencia hepática. Y finalmente una persona que consume mucho tiempo estas sustancias también puede desarrollar lo que se llama demencia, es decir, la pérdida de la inteligencia, de la capacidad de razonar, resolver problemas, memorizar y calcular”, asegura Manzano.
Por otro lado, y con respecto al tema de la automedicación, el Dr. Manzano asegura que el primer riesgo es que se esté retrasando el verdadero diagnóstico de la enfermedad que el paciente pueda tener. Es como cuando una persona se toma antiinflamatorios para un dolor de muelas y no va al dentista para que realmente le curen el diente con caries. Como ya mencioné, existen varias enfermedades que tienen síntomas de ansiedad, las más frecuentes son:
Depresión
El trastorno de ansiedad generalizada
El trastorno obsesivo compulsivo
El trastorno de pánico
El trastorno de estrés postraumático
El trastorno de adaptación
Epilepsia
Adicciones, por ejemplo a cocaína o síndromes de abstinencia del alcohol.
TRATAMIENTOS
“El tratamiento de las adicciones en general es difícil, largo y lleno de recaídas. Además recordemos que ninguna adicción tiene cura, por lo que el tratamiento es favorecer la abstinencia. En el caso de los ansiolíticos es igual”, dice.
Sin embargo el primer paso para la curación es que la persona acepte que tiene un problema.
“No se puede hacer tratamiento si la persona primero no se da cuenta que tiene la enfermedad. Y lograr esto puede requerir años. Muchas personas sólo se dan cuenta que tienen una adicción cuando se quedan solas, abandonadas por sus hijos, sus parejas, viviendo en la calle, sin empleo o tras algún problema físico grave a consecuencia de su consumo”, asegura.
Otro aspecto importante es que el paciente debe recibir apoyo de su familia y amigos y en muchos casos el tratamiento también los incluye a ellos.
“Si una persona de 40 años que inicia tomando el ketazolam porque tiene muchos problemas en el trabajo y en la casa, por más que busque ayuda profesional, si los problemas en la familia no se solucionan, ese será un factor muy importante para que la persona recaiga. Por lo tanto, será necesaria una terapia familiar o por lo menos de pareja”, asegura el especialista.
Como punto adicional, el especialista, hace énfasis en que para la mayor parte de los problemas de ansiedad es más importante el tratamiento no farmacológico. Una vida física activa, una dieta saludable, reunirse con los amigos (sin beber bebidas alcohólicas) o la familia, hablar sobre nuestras preocupaciones y penas (esto especialmente para nosotros los varones) saber decir No cuando es necesario, ser asertivos, darnos un tiempo solo para nosotros donde nos desconectemos de cosas del trabajo y donde podamos sentirnos libres, desarrollar una buena autoestima; son siempre acciones muy eficaces para prevenir y también para tratar los problemas relacionados a la ansiedad.
* El Dr. Víctor Manzano es médico Psiquiatra formado en el Instituto Psiquiátrico San Juan de Dios de Cochabamba. Trabaja en el Centro de Rehabilitación y Salud Mental (CRYSME) junto a dos psiquiatras, una psicóloga psicopedagoga y una fisioterapeuta. Av. Santa Cruz 1115 Casi Av. Oblitas acera oeste.
Docente de la materia de Psiquiatría en la carrera de Medicina de Univalle y docente de Medicina Psicológica de UPAL. Es también consultor Psiquiatra del Programa de Salud Mental Comunitaria del Instituto Psiquiátrico San Juan de Dios.
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