No renunciar al tabaco, una vez que se ha recibido un diagnóstico de esclerosis múltiple, parece estar asociado con una aceleración de la progresión de la enfermedad, según un estudio de una universidad sueca publicado hoy.
La esclerosis múltiple es una enfermedad degenerativa y el tabaco es uno de los factores de riesgo conocidos. La dolencia comienza con un curso inicial de recaídas y empeoramientos irregulares y, por lo general, unos 20 años después, pasa a la fase de enfermedad progresiva.
Un equipo de la Universidad Karolinska de Estocolmo estudió a 728 pacientes que fumaban en el momento del diagnóstico, de los que 216 ya había pasado a la segunda fase de la enfermedad, según un estudio publicado hoy en la revista Jama Neurology.
Entre los fumadores, 332 seguían consumiendo tabaco un año después del diagnóstico y 118 lo habían dejado en ese mismo periodo de tiempo. Además se incluyeron datos de 1.012 personas que nunca habían consumido tabaco.
El estudio sugiere que cada año en el que un paciente seguía fumando después de ser diagnosticado aceleraba en un 4,7 por ciento el tiempo en que empezaba a desarrollar la segunda fase de la enfermedad.
Además, señala que aquellos pacientes que siguieron fumando cada año después del diagnóstico pasaban a la siguiente fase de la esclerosis más rápido (a los 48 años) que los que habían abandonado el hábito (56 años).
"Este estudio demuestra que fumar tras ser diagnosticado de esclerosis múltiple tiene un impacto negativo en la progresión de la enfermedad, mientras que reducir el consumo puede mejorar la calidad de vida del paciente, logrando más años antes de desarrollar la siguiente fase", indica el estudio.
Por lo tanto, "la evidencia apoya claramente que se aconseje a los pacientes con esclerosis múltiple y que fuman que dejen de hacerlo", concluye.
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