sábado, 5 de noviembre de 2016
A favor y en contra del aire acondicionado
Muchas personas no se plantean un verano en un lugar caluroso sin aire acondicionado. Consiste esencialmente en el tratamiento del aire para espacios cerrados, locales habitados y vehículos, regulando las condiciones de temperatura, humedad y limpieza del aire, así como la circulación y la renovación de éste.
La expansión y difusión de este medio para mejorar el confort ambiental ha sido gigantesca. En los países muy cálidos, sobre todo, ha transformado la vida laboral y de relación y ha mejorado de forma notable la calidad y el nivel de vida de sus habitantes.
Sin embargo, su abuso con temperaturas extremadamente bajas o los defectos de mantenimiento de las instalaciones han dado lugar a problemas de salud que causan trastornos frecuentes en determinadas personas.
A favor
En los países con climas cálidos y húmedos, el acondicionamiento del aire ha sido una solución que ha cambiado el ritmo, la actividad, el trabajo y la calidad de vida de sus habitantes.
La influencia del calor extremo sobre el intelecto y la actividad física son evidentes y su mejora se debe en gran parte al uso del aire acondicionado.
• Mejora el confort en el trabajo y en el ocio.
• Aumenta del rendimiento laboral.
• Incrementa la actividad física e intelectual.
• Disminuye la presencia de insectos y parásitos.
• Controla la sudoración y mantiene la hidratación interna.
• Si la instalación es de calidad y está perfectamente revisada, renueva y mejora la circulación del aire que respiramos.
En contra
Las molestias, alteraciones y perjuicios para la salud que ha originado el uso del aire acondicionado son múltiples y variadas. Y se pueden producir desde leves síntomas a importantes enfermedades. La calidad de las instalaciones ya sean individuales o centralizadas, su revisión periódica y su mantenimiento, así como el uso razonable y las temperaturas de funcionamiento, son factores de gran importancia para evitar estos perjuicios.
• Cambios bruscos de temperatura y humedad con el consiguiente riesgo de alteración de las mucosas respiratorias.
• Sequedad de piel y mucosas.
• Ruido ambiental.
• Alergias respiratorias a polvo y hongos.
• Rinitis crónica y faringitis.
• Irritación faringea y afonía.
• Conjuntivitis y mala tolerancia a las lentillas.
• Transmisión por la vía aérea de enfermedades infecciosas del aparato respiratorio.
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