La batalla contra el sida avanza en América Latina, donde el número de nuevas infecciones ha disminuido desde el año 2000 hasta situarse en 1,8 millones de casos, y se centra ahora en la ampliación del acceso a los tratamientos médicos.
A la cabeza de la lucha se encuentra Brasil, con un tercio de los seropositivos de Latinoamérica (592.914 casos desde 1980) y que es considerado un modelo por la ONU en cuanto a políticas de prevención.
La distribución gratuita en 2009 de casi 480 millones de preservativos y lograr que la Organización Mundial del Comercio (OMC) reconociera que el derecho a unos medicamentos baratos prima sobre la protección de las patentes son algunos de los avances brasileños.
En ese mismo camino se encuentra Cuba, que hasta 2010 tenía casi 12.000 personas diagnosticadas y que, según datos oficiales, ha logrado mantener la prevalencia del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) más baja de las Américas y un promedio de uno o dos nacimientos anuales de niños infectados.
Desde 1992 el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de La Habana investiga un remedio contra la enfermedad y actualmente trabaja en una vacuna terapéutica para los infectados.
El director de Onusida para América Latina, César Núñez, aseguró que en la mitad de países de la región "más del 70 por ciento de los infectados con VIH reciben tratamiento farmacológico", aunque cerca de 800.000 no lo tienen por falta de recursos.
Desde Argentina, donde 130 mil personas viven con VIH, la presidenta de la Comunidad Internacional de Mujeres Viviendo con el VIH-sida, Patricia Pérez, pidió que los Gobiernos desvíen el dinero destinado a las armas para financiar la lucha contra la enfermedad, en lugar de recortar los programas de salud por la crisis económica.
Según el médico Pedro Cahn, impulsor del primer centro argentino de atención para personas con VIH y ex presidente de la Sociedad Internacional del Sida, "cuando se superpone el mapa de la enfermedad con el de la pobreza es asombrosa la similitud".
Por ello preocupa Haití, que concentra el 46 por ciento de las personas con VIH en el Caribe con 120.000 casos, y donde la cobertura con antirretrovirales alcanza solamente al 43 por ciento , lejos del deseado acceso universal que promueve Onusida.
El terremoto de enero de 2010 en Haití empeoró la situación y el riesgo de infección aumentó por la violencia sexual y de género en los campos de desplazados, donde habitan cerca de 800.000 personas.
A ello se suma la epidemia de cólera (5.234 muertos), que ha dificultado la capacidad de oferta de servicios relacionados con el VIH en el empobrecido país.
En Centroamérica, pese a los esfuerzos en la provisión de medicamentos, la asignatura pendiente es la prevención, según Núñez.
De hecho, sólo Nicaragua, con 6.122 portadores del VIH, aparece en la lista de naciones donde "más del 80 por ciento de jóvenes identifica las maneras de prevenir la transmisión por vía sexual", indicó.
Precisamente, el Ministerio de Salud de Costa Rica (2.093 casos de VIH y 1.720 de sida entre 2002-2009) aseguró en un estudio que "hay que realizar un trabajo de concienciación en la importancia del uso del condón".
Por ello, Rafael Espada, vicepresidente de Guatemala (más de 70.000 contagiados con VIH, de los cuales unos 22.000 tienen sida), está decidido a "apoyar con entusiasmo" la nueva Declaración que la ONU suscribirá en Nueva York la próxima semana durante la reunión de alto nivel sobre sida en la que la prevención será la clave.
En América Latina la cobertura de los antirretrovirales para prevenir la transmisión maternoinfantil es del 53 por ciento , y seis naciones (Nicaragua, Chile, Uruguay, Argentina, Ecuador y Costa Rica) han alcanzado el 80 por ciento .
Sobre este aspecto, el director general de Salud Pública del Ministerio de la Protección Social de Colombia, Lenis Urquijo, calificó de "importante" el programa existente desde 2005 para evitar la transmisión de madre a hijo.
En 2010, de 450.000 pruebas realizadas a mujeres sólo 600 resultaron seropositivas y únicamente 8 niños (menos del 2 por ciento ) nacieron infectados.
Ahora "hay grandes desafíos", dijo el director del Programa Nacional del Control del Sida (Pronasida) de Paraguay (10.436 contagios desde 1985), Nicolás Aguayo, quien se quejó de la falta de recursos para una campaña "a mayor escala y con más eficacia", problemática que comparten Puerto Rico (30.419 casos), República Dominicana (48.000 afectados), y Uruguay (12.000).
También Venezuela, donde los defensores de los derechos de los afectados afirman que la crisis en la salud pública ha obstaculizado la respuesta sanitaria al mal.
A pesar de estas dificultades, la labor para impedir nuevos contagios no se detiene en México (144.000 enfermos de sida), donde desde 2003 hay acceso gratuito a antirretrovirales, y en Bolivia, que dice tener 6.472 contagiados.
Lo mismo pasa en Chile, que ayuda a quienes carecen de recursos o ganan menos de 365 dólares mensuales, y en Perú, que hace más de ocho años incorporó al seguro social la Terapia Antirretroviral de Gran Actividad y desde 2004 trata de forma gratuita a 7.000 pacientes con el Fondo Global de las Naciones Unidas.
Pero quizás el mayor reto en América Latina es todavía hoy, 30 años después de haberse descubierto el primer caso en el mundo, erradicar el tabú que persiste en naciones como Ecuador (37.000 contagiados).
El estigma y la discriminación hacen que muchos afectados en ese país afronten la enfermedad a escondidas por miedo al rechazo social, ya que, según una encuesta de 2010, el 75 por ciento de los ciudadanos de Quito no viviría con vecinos contagiados.
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