Desde hace dos años, María (nombre ficticio), de 30 años, convive con un virus, que al principio no entendía de qué se trataba, aunque siempre sintió terror de contraerlo, el VIH.
Lo supo luego de que su esposo fuera internado en el hospital por cuadros de fiebre que solo encontraron explicación cuando dio positivo al virus. Fue un día nefasto, pero con el tiempo María ha aprendido a vivir con el virus y también a remar contra la discriminación, la falta de recursos y la indiferencia de la sociedad.
María y su esposo son víctimas de una epidemia que avanza de manera invisible. Según los datos oficiales, en lo que va del año se han registrado 729 casos de VIH/sida, lo que significa que cada día se diagnostican tres casos nuevos.
Otra situación que preocupa a las autoridades es que esta silenciosa epidemia mata más que el virus de la gripe A H1N1 y que el dengue, pues en lo que va de esta gestión 80 personas han fallecido como consecuencia del sida, en comparación con las otras dos enfermedades que solo se han cobrado 25 vidas (una, la gripe A H1N1 y 25 el dengue).
De acuerdo con Borda, la tasa de mortalidad en la región sigue siendo alta (10%) en relación con otros países que han logrado bajar estos índices al 2%. “La razón está en que la gente busca atención médica específica cuando están en una etapa avanzada del sida o saben que tienen VIH, pero no tienen los cuidados necesarios, como una alimentación adecuada, cambiar de hábitos de vida y ser rigurosos con la toma de medicamentos”, afirma el jefe de Programa ITS-sida del Sedes, Gonzalo Borda, al indicar que actualmente han sido superados los problemas de la falta de antirretrovirales, pues la provisión es normal y permite dar medicación gratuita a todas las personas que lo necesitan.
No obstante, a los miembros de la Fundación Red Vihda les preocupa que los próximos años haya un desabastecimiento de los tratamientos porque extraoficialmente conocen que organismos internacionales cortarán el apoyo a este programa de salud. Por eso hoy, en el Día Mundial de lucha contra el Sida, las personas con VIH/sida centrarán sus actividades en pedir al Gobierno que asigne presupuesto para la compra de medicinas.
Según las estadísticas divulgadas por Borda, Santa Cruz sigue siendo el departamento con más casos. Desde que se diagnosticó el primer caso, en 1986, hasta la fecha, 6.843 personas han dado positivo al virus, de las cuales 4.170 están en Santa Cruz, lo que significa que nuestro departamento concentra el 55% de los casos.
No obstante, entre tantos datos no muy alentadores hay uno que alimenta las esperanzas a la gente del Programa ITS/sida, la reducción de los índices de transmisión vertical, es decir, de madre a hijo. Gracias al programa específico para mujeres en etapa de gestación, se ha logrado reducir la transmisión vertical al 1,5%, cuando hasta 2006 era del 100%.
La asistencia a la madre portadora contempla tratamiento durante embarazo (profilaxis), en el parto (a través de la cesárea) y durante los primeros años de vida del niño, proveyendo leche al recién nacido, evitando así que contraiga el virus a través de la leche materna. En cinco años, se han atendido a 236 partos, de los cuales 29 mujeres han quedado embarazas por segunda vez y tres por tercera vez.
Por otro lado, el Sedes hace un llamado a la población para que tome conciencia de que solo la prevención puede frenar el avance de esta epidemia.
Historias
Maira (nombre ficticio)
Portadora de VIH
“Saber que soy portadora del virus fue un golpe muy duro. Me cambió como persona y como mujer”, así comienza a relatar Maira lo difícil que fue asumir que tenía el virus, con el cual convive desde hace 12 años. Maira había quedado viuda e intentaba rehacer su vida con una nueva pareja, pero jamás imaginó que él trajera el VIH a su vida. “Fue muy duro, decidimos separarnos y hoy por hoy estoy sola, porque esto me marcó”, dice y agrega que es el amor por su hijo, 18 años (no es portador), que le mantiene viva y con ganas de seguir luchando.
Juan (nombre ficticio)
Portador de VIH
“En 2006 se me acaba la vida. Con 25 kilos de peso y con un diagnóstico de sida en su fase final, los médicos no me daban muchas esperanzas de vida. Pero, la fe en Dios y las ganas de seguir adelante me hicieron salir del cuadro crítico”, afirma este hombre que es un ejemplo de vida, pues con su esposa que también es positiva, tienen una hija, de tres años, que no es portadora del virus. “Tuvimos todos los cuidados para que nuestra hija llegue este mundo sin la sombra del virus”, dice Juan, que muchas veces ha sentido la discriminación.
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