Un equipo de científicos españoles ha demostrado en ratones que la combinación de dos fármacos revierte los tumores de hígado, según un estudio difundido hoy y que publica la edición digital de la revista Science Translational Medicine.
Los fármacos sirven para inhibir una proteína (mTOR) y de esta manera se consigue la regresión del carcinoma hepatocelular, se frena el crecimiento del cáncer y se destruyen las células tumorales, señala la investigación, llevada a cabo por científicos del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell), en el noreste de España.
Los investigadores han comparado los efectos de dos inhibidores de mTOR en ratones de laboratorio y ahora deberán comprobar si estos mismos efectos se producen en tumores de hígado de personas.
El primero de los fármacos es un derivado de la rapamicina (RAD001), que se comercializa como un inmunosupresor y para tratar algunos cánceres, y el segundo es un fármaco de nueva generación identificado como BEZ235 que inhibe la proteína mTOR.
Durante el estudio, los investigadores comprobaron que la combinación de los dos fármacos ofrecía unos efectos más potentes que el que aporta cada uno de ellos por separado.
La administración conjunta de RAD001 y de BEZ235 frena la expansión del tumor y provoca la autodestrucción de las células tumorales.
A raíz de estos resultados, se ha iniciado un ensayo clínico en Estados Unidos, que está financiado por la empresa Novartis, para evaluar la eficacia en humanos de la combinación de estos dos inhibidores de mTOR.
La coordinadora del estudio, Sara Kozma, indicó que "el hecho de que la rapamicina y sus derivados ya estén aprobados para el tratamiento de otras patologías hace pensar que su combinación con BEZ235 podría ser una estrategia rápida para probar la eficacia de este fármaco y permitiría acelerar su aprobación para uso clínico".
El cáncer de hígado primario o carcinoma hepatocelular es el quinto cáncer más común y, debido a su agresividad, es el tercero más mortal.
Afecta a medio millón de personas en todo el mundo y dos de cada tres casos están relacionados con el alcoholismo crónico, la exposición a agentes tóxicos o la infección por hepatitis B o C.
La tercera parte restante está vinculada con la esteatohepatitis no alcohólica, una enfermedad cada vez más frecuente, relacionada con la obesidad.
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