Dos cirujanos en Bélgica lograron identificar un ligamento de rodilla humana de cuya existencia, hasta ahora, sólo se tenían sospechas.
En el estudio, publicado en el Journal of Anatomy, los especialistas sugieren que la banda fibrosa podría tener parte de culpa en una de las lesiones más comunes en el deporte.
A pesar de que en el pasado se había hablado de la posibilidad de que existiera el ligamento, los expertos indican que ésta es la primera vez que se establece claramente su función y estructura. Sin embargo, también advierten que es necesario hacer más estudios para probar su importancia en la cirugía de rodilla.
La articulación de la rodilla está rodeada por cuatro ligamentos principales -o gruesas bandas fibrosas- entrecruzados entre los huesos del fémur y la pierna, que ofrecen estabilidad y evitan que se produzca un movimiento excesivo en las extremidades.
Pero la anatomía de la rodilla es muy compleja, y desde hace tiempo varios grupos internacionales han estado explorando las estructuras menos definidas de la articulación.
El cirujano francés Paul Segond fue quien primero ofreció una noción de este particular ligamento en 1879, pero hasta ahora había evitado darle una clasificación quirúrgica definitiva.
Giro o cambio
Ahora, a partir del trabajo de otros cirujanos, el doctor Steven Claes y el profesor Johan Bellemans -de los hospitales universitarios de Lovaina, Bélgica- anunciaron que habían mapeado con exactitud la banda que va desde el lado exterior del hueso del muslo hasta la tibia.
Los investigadores señalan que este ligamento anterolateral (ahora conocido como LAL) podría tener un importante papel protector cuando giramos o cambiamos de dirección.
“Si te fijas, en la historia ha habido un conocimiento oculto de que algo había en ese lado de la rodilla, pero este trabajo finalmente nos ofrece un mejor entendimiento”, comentó el cirujano consultor de rodilla Joel Melton, del hospital Addenbrooke en Cambridge, Reino Unido.
“Pienso que esto es muy emocionante, no hay duda en que han dado con una importante estructura anatómica”.
Los cirujanos belgas usaron técnicas de disección microscópicas para examinar 41 articulaciones de rodillas de donantes y ubicaron este ligamento en todos menos en un espécimen.
También explicaron que la presencia de esta banda podría ayudar a entender mejor una lesión común en el deporte que durante mucho tiempo ha desconcertado a doctores: la rotura del ligamento cruzado anterior (LCA).
Una lesión del LCA es típica en las personas que pivotean durante el ejercicio, es decir, desde atletas y jugadores de baloncesto hasta futbolistas y esquiadores. La rotura puede ocurrir cuando la persona cambia de dirección rápidamente o se detiene de repente, y causa dolor e inflamación, así como reducción del movimiento en la rodilla.
A pesar de los avances en técnicas quirúrgicas, entre el 10 y el 20 por ciento de las personas con un LCA reparado no pueden recuperarse completamente.
Doctor Steven Claes, cirujano de rodilla y uno de los autores del estudio
“Como cirujanos debemos repensar en lo que sabemos sobre lesiones comunes de LCA. Si bien hemos arrojado luz sobre el papel y los efectos de este ligamento, ahora tenemos que determinar con certeza cuándo es mejor intervenir quirúrgicamente”
¿Un hito?
Algunos pacientes señalan que sus rodillas ceden cuando las tuercen o hacen un giro.
Los doctores Claes y Bellemans piensan que una lesión en el ligamento anterolateral puede tener parte de culpa. Su hipótesis consiste en que algunas personas pueden lesionarse el LAL al mismo tiempo que el LCA, lo que deja la rodillas menos estables cuando rotan las piernas.
Sus estudios en biomecánica sugieren que las roturas en este ligamento también podrían ser responsables de pequeñas fracturas que hasta ahora han sido atribuidas a lesiones del LCA.
El cirujano de rodilla Paul Trikha, de la Clínica Ortopédica de Surrey, comentó que cada año hace unas 150 reparaciones de LCA y cuando vio la investigación del doctor Claes se quedó “sin aliento”.
“Enterarnos del LAL nos permite entender mejor las otras estructuras que pueden verse afectadas en una lesión tan común como ésta y posiblemente esto abrirá las puertas a mejorar la cirugía para nuestros pacientes”, dijo.
Pero las reacciones de este trabajo han sido mixtas.
Gordon Bannister, profesor de ortopedia de la Universidad de Bristol dijo que “no hay duda de que se trata de un ensayo muy interesante desde el punto de vista anatómico, pero por el momento no se trata de un hito clínico”.
“Su papel en las lesiones de rodilla es una hipótesis perfectamente razonable, pero el paso más importante será ver si verdaderamente cualquier intervención en este ligamento significará cambios significativos en los pacientes”.
Los autores del estudio ya han empezado a explorar esta posibilidad, y para algunos casos están ofreciendo reparaciones en este ligamento recién identificado.
El siguiente paso para estos especialistas será refinar sus técnicas y monitorear a sus pacientes a fin de verificar si hay mejoras duraderas en su movilidad.
“Como cirujanos debemos repensar lo que sabemos sobre lesiones comunes de LCA. Si bien hemos arrojado luz sobre el papel y los efectos de este ligamento, ahora tenemos que determinar con certeza cuándo es mejor intervenir quirúrgicamente”, explica el doctor Claes.
“Estudios a largo plazo nos darán la respuesta y posiblemente nos permitirán perfeccionar técnicas mínimamente invasivas que permitan una mejor recuperación de nuestros pacientes”.
RELACIONADO CON OTRA LESIÓN
El nuevo ligamento –anterolateral (LAL)– podría estar relacionado con una de las lesiones más comunes de la rodilla, la rotura del ligamento cruzado anterior
La lesión de los ligamentos cruzados está causada por un cambio brusco de dirección de la rodilla, una desaceleración exagerada o una contusión. Puede darse, por ejemplo, cuando se apoya mal la extremidad tras un salto o cuando se frena precipitadamente durante una carrera. La rotura del ligamento cruzado anterior es la más frecuente.
Este tipo de lesión es frecuente en deportistas que realizan deportes como el baloncesto, esquí, fútbol o ciclismo.
Cuando un deportista sufre una rotura de ligamento cruzado, los principales síntomas son: un chasquido, un intenso dolor en la zona, dificultad para apoyar la pierna, inestabilidad en la articulación de la rodilla, cierta inestabilidad en la marcha.
Diagnóstico
Para determinar el diagnóstico el especialista debe realizar varias pruebas.
Cajón Anterior: Es la más común, el paciente flexiona la rodilla a 30 grados, y el médico se arrodilla junto a la parte externa de la pierna afectada y estabiliza el muslo con una mano mientras con la otra realiza una tracción suave sobre la región proximal de la tibia. Si la tibia se desplaza hacia delante es que hay desgarro del LCA.
Estudio radiológico en dos planos: tiene como fin descartar arrancamientos óseos o fracturas de las inserciones de los ligamentos.
Resonancia magnética: es la prueba más indicada para una correcta valoración de la lesión, especialmente si hay hematoma interno.
Tratamiento
Como tratamiento inicial de una rotura de ligamento cruzado, los especialistas recomiendan evitar la hinchazón de la zona afectada con:
Reposo absoluto.
Aplicaciones de hielo los tres primeros días, entre 10 y 15 minutos cada dos horas.
Un vendaje para comprimir la rodilla.
Mantener la pierna elevada por encima del corazón, siempre que sea posible.
Utilizar apoyos al andar, como una muleta o un bastón, durante la primera semana.
La artroscopia, según los especialistas, es la mejor opción para abordar esta lesión, debido a que no es necesario abrir la articulación (se emplean instrumentos endoscópicos) y se produce menos dolor, rigidez e hinchazón. Además, la artroscopia disminuye el riesgo de sufrir complicaciones y el tiempo de hospitalización del deportista.
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