Un viejo tango que evoca la pasión del primer amor hace el milagro de regresar a la juventud a un grupo de enfermos con Parkinson.
Se les suelta el cuerpo, calma el temblor de sus manos y arrancan a bailar lentamente al compás de: "Cuartito azul de mi primera pasión, vos guardarás todo mi corazón; si alguna vez volviera la que amé, vos le dirás que nunca la olvidé...".
Para ellos un simple movimiento puede ser una proeza. El cuerpo se niega a responder pero la mente reacciona, se deja llevar por la música y los recuerdos. Por unos minutos olvidan la enfermedad.
Cada martes desde hace ocho meses una decena de hombres y mujeres que bordean los 70 años se reúne en el quinto piso del estadio Hernando Siles de La Paz para bailar tango como parte de su terapia contra el Parkinson.
"Me pongo tensa, tiesa, pero después me relajo, pienso en el tango y me calma el temblor de la mano, eso es lo bueno", dice Martha Catoira, una jubilada de 70 años.
Hace nueve años se le diagnosticó Parkinson casi al mismo tiempo que a su esposo, Héctor Humérez, un ingeniero civil jubilado con quien acude a las sesiones.
Humérez llega siempre con traje y corbata como si todavía fuera oficinista. Cuando comenzó la terapia tenía la espalda encorvada, ocho meses después ha logrado enderezarla.
El matrimonio era candidato a la gala de fin de curso con otros alumnos de tango de una universidad para la tercera edad, pero una peritonitis alejó a Humérez de las últimas clases.
Jorge Escobari, de 78 años, ha sido elegido para bailar con Rina Waiwa, otra jubilada, en la gala. "El temblor en el brazo izquierdo no se ha perdido pero ahora puedo controlarlo. Bailo mejor el tango que cuando era joven", dice.
Durante la gala y ante los espectadores los nervios lo traicionan, le tiembla la mano izquierda que sostiene a la de Waiwa, pero el público no se percata y logra controlarla terminando el baile con elegancia.
"Escuchar tango me emociona, recuerdo otros tiempos, me relajo y sólo bailo", dice Waiwa después de la presentación.
No hay en el país un registro nacional de enfermos de Parkinson. La gente suele relacionar la enfermedad con la edad avanzada y los temblores. Muchos se encierran en su casa por miedo y se deprimen, dice Rosario Trujillo, una voluntaria que organizó el grupo junto a Tango Sur, una prestigiosa escuela de tango y milonga en La Paz.
"Todo movimiento del cuerpo es una terapia para el enfermo crónico de Parkinson. El tango es útil porque además hace que el paciente no se sienta deprimido. Psicológicamente y físicamente el tango es una terapia útil", explica Federico Fortún, neurólogo del Hospital de Clínicas en La Paz y médico de varios pacientes.
El baile no sustituye a los fármacos, es parte de la fisioterapia, dice.
Víctor Hugo Angulo, director y maestro de Tango Sur, era entrenador de gimnasia especializado en la ex Unión Soviética hasta que un colapso nervioso lo llevó al buscar el tango para recuperarse. Desde entonces se convirtió en su pasión.
"El abrazo en el tango es un contacto afectivo muy fuerte que junto al baile ayuda emocionalmente a las personas", asegura.
Eileen Sarmiento, maestra de baile, explica que al principio a los pacientes les costaba moverse y desplazarse en el baile, pero al finalizar el curso ya pueden con los pasos básicos del popular género argentino.
"Todos convivimos con enfermedades. El Parkinson no se cura pero el tango nos ayuda a sobrellevar la vida", dice Jorge Escobari.
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