Durante la Navidad y el Año Nuevo, los platos en la mesa suelen estar llenos, y después también los estómagos. No poca gente comienza a sufrir ardor de estómago: cuando aprieta el estómago y un dolor punzante se expande desde el epigastrio hasta el cuello, la sensación puede ser muy desagradable. Sin embargo, solo hay motivo para preocuparse si el dolor se presenta con cierta frecuencia.
"El ardor de estómago ocasional no es grave. Sí hay que preocuparse cuando el dolor se presenta una o dos veces por semana durante más de un mes”, advierte el gastroenterólogo Stephan Miehlke. En ese caso, la persona afectada debería acudir al médico.
El ardor de estómago aparece por el reflujo del contenido gástrico al esófago. Por eso, esta afección también se llama trastorno de reflujo gastroesofágico. La mezcla ácida de jugos gástricos y restos de comida afecta a la mucosa. Como consecuencia, aparecen los típicos síntomas: pesadez de estómago, ardor, eructos ácidos y náuseas.
Normalmente, una válvula que se cierra impide el regreso del contenido gástrico del estómago al esófago. "Si este mecanismo no funciona bien, puede producirse un reflujo del contenido gástrico”, explica el cirujano Bernd Ablasmaier.
Si la zona de tránsito del esófago, el cardias, no funciona como debería, las causas pueden ser diversas: por ejemplo, causas externas que sólo afectan temporalmente la barrera antirreflujo. Esas causas pueden ser el estrés, el exceso de alcohol y nicotina o medicamentos que funcionan como relajantes musculares. "Muchas veces, el detonante también son comidas pesadas y grasas. Estas causan un aumento de la presión gástrica y una mayor producción de acidez que sobrecargan al cardias, facilitando el reflujo”, dice Ablasmaier.
La otra parte de las causas es orgánica y va desde defectos congénitos como debilidad muscular hasta trastornos anatómicos pasando por enfermedades estomacales. La causa orgánica más frecuente es la hernia diafragmática: "El tránsito del esófago al estómago pasa por el diafragma. Cuando el lugar de paso está dilatado, se habla de una hernia”, explica el gastroenterólogo Dagmar Mainz.
Independientemente de la causa, el reflujo debe controlarse a la larga, porque puede tener graves secuelas. "A largo plazo, el ácido pueden afectar gravemente a la mucosa por su efecto corrosivo y causar, por ejemplo, inflamación, heridas dolorosas y excrecencias de la piel que estrechan el esófago, por lo que resulta más difícil tragar”, explica Miehlke. En personas afectadas ocasionalmente muchas veces basta con tomar un remedio casero como el bicarbonato o medicamentos antiácidos.
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