Tenemos cerca de 2 metros cuadrados de piel, de pies a cabeza. Cada milímetro de dermis está expuesto (en mayor o menor medida) a diferentes materiales, microorganismos, texturas, etc. De la misma manera que ocurre con el sistema inmune en nuestro interior, la piel cuenta con un efectivo equipo de defensas para prevenir cualquier amenaza. El prurito (término médico usado para la picazón) es un aviso que nos da el cuerpo para que estemos alerta ante ese peligro que quiere ingresar o permanecer en nuestra piel. Existen diversos estímulos que pueden provocar picazón. Los más habituales son: polvo, cabello, ropa e insectos.
Cuando estos tienen contacto con la dermis, los receptores ubicados en la superficie envían un mensaje desde la médula espinal hasta el cerebro y eso provoca la sensación de picor. En el caso de que el prurito sea leve es probable que nos rasquemos un poco y aliviemos la picazón.
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