El mayor anhelo de una madre gestante es sentir el primer movimiento del niño en el vientre. Nataly, una futura madre había sentido movimientos desde los primeros meses. Era rutina sentir las pataditas, los cambios de posición y otros leves movimientos. Ya con ocho meses de gestación, un día, no sintió ni el más leve movimiento en muchas horas. Desesperada acudió inmediatamente al médico. Al llegar su turno, el momento en que la enfermera la llamó, de pronto luego de muchas horas de total pasividad, sintió la tan ansiada patadita. Este es el mensaje que una madre espera y que es un indicador de que todo anda bien.
El movimiento simboliza vida. El niño nace con movimiento, el mismo le hace crecer y estirarse. Con movimiento palpa, explora, aprende y experimenta. El desarrollo mental está muy ligado al movimiento y la falta, puede obstaculizar el crecimiento. El juego es un medio eficaz para aprender acerca de si mismo y de todo lo que le rodea. Es importantísimo para el desarrollo, físico, emocional, intelectual y social. Como maestra de escuela, he podido observar que los padres, hacen hincapié en ciertos aspectos relacionados con sus inclinaciones; deportivas, sedentarias u otras. Muchos padres y maestros, valoran mas la actividad intelectual, desde pequeñitos los motivan a conocer letras, palabras y a leer frases cortas, olvidando y descuidando las habilidades y destrezas psicomotoras que debe adquirir el niño desde sus primeros días de nacido, para descubrir y explorar su mundo.
El juego no es solo un ligero pasatiempo, es un elemento vital para el crecimiento y fundamental para procesos de aprendizaje. Los movimientos del juego hacen que el niño pueda desarrollar tanto los músculos como la coordinación psicomotora; es decir la coordinación precisa entre la mente y el cuerpo. ¿Acaso el juego no es una imitación de las cosas que pasan en la vida real? En el juego reflejan hechos de su vida y van asimilando conceptos nuevos, plantean y aprenden a resolver problemas, practican distintos roles, desarrollan el lenguaje y practican a ser responsables. Gracias a la intervención de los adultos; padres, maestros o hermanos mayores, es posible dirigir el cuerpo de nuestros niños para que puedan desarrollar capacidades físicas, mentales y sociales que servirán a lo largo de toda su vida ya sea en el mismo juego o en el trabajo.
Por otra parte el juego debe ser divertido, ameno, alegre, agradable y natural. Los padres juegan un papel muy importante en el juego y pronto verán que el pequeñito busca su compañía y presencia de ambos. La madre dando consuelo, mimos, seguridad y cariño, mientras el padre busca juegos bruscos que llevan al niño a explorar y lograr habilidades físicas, que permitirá un desenvolvimiento social adecuado. En este sentido el niño debe aprender más a contribuir y a recibir beneficios del grupo. En lo posible evitar los impulsos del egocentrismo y orientar más hacia el nosotros y trabajo en o de equipo. ¿Qué buscamos? Niños con bastante educación, amplia flexibilidad en los juegos y los deportes, respetuosos de las reglas, jugar y trabajar en equipo y armonía para alcanzar metas con mayor éxito. Enseñarles a ganar y perder con mucho honor. Hacerles comprender que los golpes duros que se recibe en el juego son las lecciones de la vida misma; así, él aprenderá cuando insistir y cuando deponer sus propios intereses y cuando perseverar hasta el fin.
Algo que no deben descuidar los padres es; saber cuánto pueden resistir a determinada edad, cuándo es el momento en que podemos jugar a la “lucha libre” en el césped y cuándo conviene otro tipo de actividades. Brindarles la mayor variedad de experiencias que generen maravillosos efectos. De este modo la participación del padre en el juego infantil es importante para su bienestar y crecimiento equilibrado.
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