Cecilia Tejada confió en su médico y le costó caro. La mujer de más de 40 años no tuvo otra alternativa para controlar la diabetes tipo II que le diagnosticaron hace seis años, enfermedad por la cual está condenada a seguir un tratamiento de por vida.
El galeno le recetó dos pastillas diarias de Glucophage (cada una vale dos bolivianos), de la línea Glucophage XR: un medicamento comercial o de marca. El rostro delgado de Cecilia toma un aspecto robótico cuando se alista para hacer números, cual si fuera una calculadora humana. “Primero está tu salud, me repetía mi esposo Jorge cuando compré mi primera caja de 30 tabletas, a 60 bolivianos. Es el único que trabaja en casa y gana sólo 1.500 bolivianos”.
Para controlar el nivel de azúcar en su sangre, ella gastó 1.440 bolivianos en un año y en cinco (hasta 2010), 7.200. Esto causó un terremoto en su economía familiar. “Ahorrábamos y nos privábamos de muchas cosas, pero aun así no alcanzaba para comida, transporte y la educación de mis dos hijos”. Por eso se alistó para suspender el tratamiento, hasta que otro médico, amigo de Jorge, le dio otra alternativa.
La nueva prescripción médica es igual de útil para poner a raya su enfermedad y, sobre todo, más económica: es un medicamento genérico llamado Metformida. “Terminé comprando la caja de 30 pastillas en 24 bolivianos y gastando 576 bolivianos el año pasado. Casi ahorré la tercera parte de lo que antes gastaba”, cuenta con un dejo de alivio, mientras acomoda la cola hecha con su cabello oscuro.
Desinformación. El ama de casa fue una de las 93 personas entrevistadas por Informe La Razón en las ciudades de La Paz y El Alto, que consultaron a un médico para curar su afección o la de un ser querido; del total, 76 (incluida Cecilia) recibieron de receta un medicamento de marca, o sea más caro, y no sabían que tenían el derecho de exigir uno genérico para el inicio de su tratamiento, que tiene la misma composición química y es más barato. Ellas tampoco sospechaban que detrás de esto se teje un “negocio” que beneficia a empresas farmacéuticas y galenos.
Una medicina “de marca” es más costosa porque es innovadora y, así, la compañía que impulsa su investigación científica puede recuperar la inversión a través de una patente y el monopolio de la venta durante 10 o 20 años. Luego, las demás fábricas pueden producir un remedio equivalente, comúnmente llamado “genérico”, que es más económico y cuya eficacia y seguridad para quienes lo consumen están avaladas por estudios clínicos.
¿Cuál es la diferencia de precios entre ambos remedios? Un informe realizado en Bolivia por la Unidad de Medicamentos y Tecnología en Salud (Unimed) del Ministerio de Salud revela que un producto de marca es en promedio hasta 21 veces más caro en las urbes de La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y El Alto. Y añade que los pacientes que más pueden ahorrar con medicinas genéricas son los que padecen males como la hipertensión, infecciones respiratorias agudas, gonorrea, artritis, depresión, asma, úlcera péptica y la diabetes que casi deja en quiebra a Cecilia.
Hasta antes del Decreto Supremo 21060, del 29 de agosto de 1985, el precio de los remedios era controlado por el Estado. Posteriormente, se impuso la oferta y la demanda, y éstos se convirtieron en meras mercancías. Pero, para cuidar los bolsillos de los pacientes que recurren a la red de servicios públicos y seguridad social, la Ley del Medicamento de 1996 dicta en su artículo 38 que “las órdenes de recetas médicas deberán ser formuladas utilizando la Denominación Común Internacional (DCI) o la denominación genérica recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS)”. En pocas palabras, los médicos deben intentar la prescripción de remedios genéricos.
No obstante, ello, generalmente, no se cumple por parte de doctores que trabajan en hospitales públicos y, menos todavía, en nosocomios y consultorios privados. El que lanza la acusación es el ministro de Salud, Juan Carlos Calvimontes: “Estamos preocupados por el direccionamiento que se hace en la receta de los medicamentos hacia una determinada marca”. Y esto sucede de sopetón, en la primera consulta, cuando los lineamientos dictan que una afección debe ser tratada, primeramente, con medicinas genéricas y, en último caso, con las de marca.
Para la autoridad, los que activan la cadena de vulneraciones en este “negocio” tras bambalinas son los visitadores médicos, que ofrecen “regalos” y premios a los galenos que recomiendan el suministro de remedios de marca. Estos personajes son los intermediarios de las compañías farmacéuticas, “pescadores” que promocionan las medicinas y que persuaden en su empleo no sólo con la explicación de sus características y ventajas.
Sergio Miranda es un cardiólogo que decidió romper el silencio. Cuenta que, casi a diario, es visitado por uno de estos “pescadores” en su oficina, que no sólo le hablan de las bondades de un producto de marca, sino de los “incentivos” que puede obtener por recetarlo. No hay dinero de por medio, sino algo que es más apetecido por los profesionales del rubro: auspicios para seminarios, talleres, cursos; costeo de viajes personales y familiares, y bolígrafos, libros, agendas, ropa o electrodomésticos de regalo. A más prescripciones, más puntos y premios para los que muerden el anzuelo.
Lo develado por Miranda es ratificado por sus colegas Marco Antonio Colque, jefe de la Unidad de Gestión de Calidad y Servicios Hospitalarios del Servicio Departamental de Salud (Sedes), y Martín Carrasco, de Acción Internacional para la Salud (AIS). Y otro galeno que pidió reserva en su nombre dice: “Lo que hay que diferenciar es que hay doctores que prescriben remedios de marca para saciar sus intereses, pero hay otros que lo hacen porque o no hay genéricos para tratar una enfermedad X o confían más en los de marca, que garantizan un efecto deseado”.
Control. Jaime Rodríguez no sale del asombro. Hace cuatro años, su médico le recetó una pastilla de la línea Hisaler para enfrentar su rinitis alérgica. Cada vez que lo acosaban los estornudos y el sarpullido, compraba una tableta que cuesta entre 4 y 5 bolivianos. Pero tras hablar con uno de sus compañeros de colegio que se tituló en medicina, le recomendó usar Loratadina, que tan sólo vale entre 1 y 1,5 bolivianos. Ahora, el auditor de 36 años perdió la confianza en los médicos que no conoce.
El presidente de la Asociación de Visitadores Médicos, Rolando Blacutt, dirige a más de 2.200 afiliados en el país. A la hora de hablar sobre si su sector induce a los médicos a prescribir remedios de marca, responde que el marketing en la industria farmacéutica ha cambiado mucho. “Antes promocionábamos productos de última generación, pero no habían tantos ‘incentivos’ como los que ahora se ofrecen”. Admite que hay denuncias, que no existe control en el tema, pero asegura que la mayoría de sus colegas no está de acuerdo con lucrar con la salud humana.
¿Y cómo se controla los puntos que acumula un médico con sus recetas dirigidas? Hay empresas —laboratorios, distribuidoras o importadoras— que fiscalizan los logros de los visitadores médicos mandando a éstos a los consultorios para que revisen las prescripciones en los historiales clínicos de los pacientes, especialmente en los casos de enfermedades crónicas, denuncia el cardiólogo Miranda.
Otra táctica es descubierta por Clara Ortega, presidenta de la Asociación de Profesionales Farmacéuticos (Asprofar) de La Paz, quien indica que los sistemas computarizados que manejan los auxiliares en cadenas de farmacias y boticas se encargan de recopilar de boca de los clientes los nombres de los galenos y sus medicinas recomendadas. La lista es enviada, luego, a las compañías proveedoras, que tienen así los datos para premiar a los profesionales más fieles; aunque otro método es el recojo de las recetas que son dejadas por los pacientes al momento de la compra, a pedido de los propios farmacéuticos.
Bernardino Fuertes, vicepresidente del Colegio Médico de Bolivia, prefiere dar su alegato con metáforas. “Usted va al mercado, le gusta una chompa, se la ofrecen en dólares o en bolivianos, y comprará la que elija. En el sector privado uno acude al mejor o al peor médico, que le dará un medicamento de marca o genérico. Eso es ya un contrato aparte que no está regulado en las normas”, matiza el dirigente, que afirma que la mayoría —aunque no todos— los miembros de su entidad manejan remedios genéricos, especialmente en los tratamientos largos o de por vida.
Según los entrevistados, hay menor posibilidad de que los galenos de hospitales públicos prescriban medicinas de marca porque su requerimiento es derivado a las Farmacias Institucionales Municipales (FIM) controladas por Unimed. Pero ello cambia radicalmente cuando éstos citan a los pacientes en sus consultorios. “Para los que trabajan en el sector público por la mañana y en su oficina, por la tarde, la prescripción es un buen ingreso. Incluso para los que medican en el servicio público remedios de marca, pero que lo justifican diciendo que no hay genéricos para una afección”, manifiesta Carrasco, de AIS.
La gerente de Laboratorios Bagó, María Renée Centellas, indica que los médicos tienen libertad para recetar lo que le conviene a su paciente. Agrega que no hay “recompensas” de por medio y que más que por bolígrafos, chamarras o cualquier “regalo”, los galenos se acercan a empresas farmacéuticas como la suya para recibir auspicios en congresos o conferencias, y para pedir que traigan especialistas internacionales, de gran ayuda para la actualización de sus conocimientos.
Otra forma de inducir a la compra de un remedio caro, a decir de Miranda, es a través del obsequio de muestras médicas al comienzo del tratamiento. Aunque, subraya, también hay ocasiones en que los clientes son los que exigen la prescripción de un medicamento de marca. “Es que la mayoría relaciona la calidad con efectividad. Igualmente lo hacen porque quieren mejorar o sanarse rápido, por eso optamos por darles lo último que sale al mercado”.
La odontóloga Sandra Valdivia confiesa que prefiere pastillas o cápsulas de marca porque se deshacen en el intestino y no en el estómago, por lo que no provocan gastritis. Aclara que para recurrir a fármacos genéricos hay que saber el país de procedencia y la marca. “Algunos no son garantizados, llegan con menor cantidad de la composición expresada en el envase”.
Carrasco resalta que esta desconfianza se aplica a los medicamentos genéricos indios y chinos, que actualmente, según estudios, pueden competir en calidad y efectividad con los de marca. La responsable de Políticas Farmacéuticas y del Observatorio de Medicamentos de la Unimed, Wilma Terán, informa que en 2006 ingresaban al país siete u ocho remedios genéricos con registro sanitario, lo que se elevó a 50 (leer lista en la tabla de la izquierda); importación aprobada por una Comisión Farmacológica Nacional.
Aparte, el estudio del mercado farmacéutico boliviano implementado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) muestra que Bolivia importa medicinas genéricas y de marca de 45 países, entre ellos: Alemania, Suiza, España, Estados Unidos, India, Corea, Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Ecuador, México, Colombia, Venezuela y Uruguay.
FARMACIAS. El artículo 40 de la Ley del Medicamento tiene otra disposición que, generalmente, es un saludo a la bandera: “El profesional farmacéutico que dispense (venda) un medicamento podrá ofrecer al usuario medicamentos similares del mismo principio activo, de menor precio y garantizados. En caso de modificación del principio activo se deberá consultar al profesional que prescribió el medicamento”.
O sea, las farmacias o cadenas de farmacias deberían funcionar como filtros ante las recetas “dirigidas” de los galenos, o por lo menos ofrecer a sus pacientes otras opciones más baratas. Esto, según autoridades entrevistadas, no sucede por el “nomeimportismo” o porque no todos estos lugares son administrados por farmacéuticos, tal como dicta la norma. El panorama se complica más porque los regentes de las farmacias inclusive prescriben remedios.
Ortega, jefe de la Asprofar La Paz, acepta que la “mayoría” de las boticas no se ciñe a estas disposiciones, pero sus dardos apuntan especialmente a las redes farmacéuticas. “Las que compramos menos medicamentos no podemos competir con las cadenas, que venden pensando en los ‘regalos’ que van a obtener de las empresas”. Algo negado por Gladys García, gerente de Farmacias Bolivia, que remarca que cualquier laboratorio que intente dar algún “incentivo” a su cadena, debe consultar con la parte administrativa. “Ni siquiera nos lo han propuesto, saben que no aceptaremos”.
Pero al final, ¿quién resguarda los derechos de los pacientes sobre el acceso a un medicamento genérico al comienzo de su tratamiento? El director nacional de Defensa de los Derechos del Usuario y del Consumidor, Nelson Guzmán, informa que sólo actúa ante denuncias concretas, las que aún no han llegado a su despacho porque la gente no conoce sus derechos en el campo de la salud.
Marco Colque, del Sedes, admite que no hay forma de fiscalizar la prescripción direccionada de medicinas de marca, y que a pesar de que una ley prohíbe todo esto, no hay una sanción de por medio. Añade que “la parte privada escapa de nuestro control, incluso en los hospitales públicos muy grandes, como el de Clínicas, donde los médicos recetan lo que creen conveniente o inducen a consultas privadas” en las que prescriben medicamentos de marca.
Las farmacias públicas y particulares igual se escabullen de la vigilancia, sobre todo porque, como asegura Eliana Tellería, del área de Farmacias y Laboratorios del Sedes La Paz, no hay un censo actualizado de boticas. Ante ello, imperan las irregularidades. Informe La Razón participó de un operativo en farmacias paceñas en el que se constató falta de documentación, clandestinidad, manejo de medicamentos sin registro sanitario o vencidos, venta de psicotrópicos y estupefacientes sin el cuaderno que acredita la receta de un médico.
Colque apuesta por mayor difusión del derecho que tiene un paciente para que su médico le abra la posibilidad de no sólo comprar medicamentos de marca, sino genéricos. Esto, comenta, cambiaría a largo plazo la conducta del vendedor y del comprador. ¿Y qué hacer con los médicos, visitadores médicos y empresarios farmacéuticos? Sólo recurrir a su ética, arguye.
Y Bolivia no es un lunar. Esta forma de exprimir los bolsillos de los enfermos es recurrente en otros países, según la OPS y la Organización Mundial de la Salud, que han emprendido, junto a autoridades bolivianas, una estrategia para informar a la población sobre la oferta de jarabes, pastillas, cápsulas... más baratos. Para evitar lo que le sucedió a Cecilia Tejada y muchos otros. “Si hubiera sabido esto, hubiera exigido a mi médico que me dé el tratamiento más barato”, lamenta la mujer, una víctima del “negocio” tras bastidores en el escenario de las recetas médicas.
Encuestas ratifican poco conocimiento del asunto
Para este reportaje, se realizó un sondeo a 93 habitantes de las ciudades de La Paz y El Alto. Este trabajo se implementó en marzo, con 66 vecinos de las zonas Miraflores, Centro y Garita de Lima de la urbe paceña, y 27 alteños que viven en la Ceja y Alto Lima. Del total, 76 confesaron no conocer la diferencia entre un medicamento genérico y otro de marca, menos que tienen derecho a exigir la prescripción de ambas opciones a los médicos; 34 admitieron que suspendieron su tratamiento por la onerosidad de los remedios y 18 que, ante ello, decidieron automedicarse, por la falta de recursos económicos.
Paralelamente, entre el domingo 25 y viernes 30 de marzo, 521 internautas visitaron la página web de La Razón y respondieron a la siguiente pregunta: ¿Al comprar un remedio, usted distingue el medicamento entre su nombre genérico y su nombre comercial? Del total, 26% (135) respondieron Sí y 74% (386), lo contrario (ver infografía de la izquierda). Los resultados de ambas encuestas brindan un panorama parcial del poco conocimiento de la población sobre el tema de investigación de este Informe La Razón.
Los 50 medicamentos genéricos en Bolivia
Hace más de una década que los medicamentos genéricos comenzaron a ingresar al país a través del registro sanitario que otorga la Unidad de Medicamentos (Unimed), que garantiza su efectividad y calidad. Hoy, son 50 los productos que están reconocidos legalmente. AIS Bolivia proporcionó a Informe La Razón la lista de éstos.
1. AcetylSalicylic Acid2. Aciclovir3. Amitriptyline4. Amlodipine5. Amoxicillin6. Amoxicillin suspension7. Ampicillin8. Atenolol9. Atorvastatin 10. Azithromycin 11. Beclometasone inhaler 12. Captopril13. Carbamazepine14. Cefotaxime15. Ceftriaxone injection16. Chloramphenicol17. Ciprofloxacin18. Clonazepam19. Clotrimazole topical cream20. Co-trimoxazole21. Co-trimoxazole suspension22. Dexamethasone23. Diazepam24. Diclofenac25. Dimenhydrinate26. Enalapril27. Erythromycin28. Fluconazole29. Fluoxetine30. Furosemide31. Glibenclamide32. Hydrochlorothiazide33. Ibuprofen 34. Ketoconazole35. Loperamide36. Losartan37. Metformin38. Mebendazole39. Metoclopramide40. Metronidazole 41. Nitrofurantoin42. Omeprazole43. Nalidixic Acid44. Paracetamol45. Paracetamol suspension46. Phenytoin47. Ranitidine48. Salbutamol inhaler49. Simvastatin50. Nalidixic Acid
El ABC sobre los remedios genéricos y los de marca
Las patentes son títulos de propiedad industrial que se dan por un invento o un medicamento nuevo, susceptibles de aplicación industrial. El Estado les otorga a las empresas farmacéuticas que desarrollan estos remedios, un monopolio de entre 10 y 20 años.
Un innovador es un producto farmacéutico que tiene una molécula química que no existía anteriormente y que ha pasado por todas las fases de desarrollo; entre las que se incluyen síntesis química, desarrollo preclínico, galénico y clínico. Es decir, es todo un descubrimiento.
El medicamento genérico es el equivalente farmacéutico de uno de marca cuya patente ha caducado. Para comercializarlo es necesario demostrar la calidad de fabricación y asegurar que es similar en términos de eficacia y seguridad para quienes lo consuman (estudio de bioequivalencia).
Es más barato porque no implica grandes gastos de investigación por parte de los laboratorios. Aparte, su autorización no exige demostraciones ya avaladas por los remedios de marca para tratar la misma enfermedad. Asimismo, hay gastos menores en promoción y competencia.
El genérico puede tener “excipientes” (sustancias responsables de la actividad farmacológica) diferentes al de marca, pero son sobradamente conocidos y de calidad contrastada.
Un laboratorio puede fabricar medicamentos de marca y también genéricos para tratar una dolencia. Esto es algo recurrente porque involucra una buena estrategia comercial.
La calidad del principio activo (sustancia que produce el efecto del medicamento) de un remedio genérico no puede ser peor que la de marca. Tiene que cumplir la normativa europea.
Se dice que el medicamento genérico puede tener 20% menos de principio activo que el de marca, lo cual es falso. Lo que sí puede variar en un +/- 20% es la biodisponibilidad, lo que no supone variación clínica para la mayoría de tratamientos.
Para los medicamentos genéricos que provoquen efectos adversos a mayor dosificación, no se permite que reemplacen a los de marca.
(Información proveída por AIS)
Sólo podemos recurrir a la ética de los médicos
El ministro de Salud y Deportes, Juan Carlos Calvimontes, lleva poco más de dos meses en el cargo y se ha convertido, se puede decir, en el enemigo número uno de los médicos, tras la promulgación del decreto supremo que ordena que estos profesionales cumplan una jornada laboral de ocho horas en los nosocomios públicos. Entre negociaciones y actuaciones para garantizar la atención hospitalaria a los enfermos, la autoridad se comunicó vía teléfono con Informe La Razón.
Para él, sólo se puede recurrir a la ética médica para que los profesionales receten un medicamento genérico o barato al comienzo de cualquier tratamiento.
— ¿Cómo se regula que las recetas médicas tengan como primera opción para el paciente el nombre genérico del remedio?
— Pese a la normativa vigente que manda recetar genéricos, y no medicamentos con nombres comerciales o de marca, existen médicos de consultorios privados que no cumplen esto por los incentivos que ofrecen las casas fabricantes, importadoras o distribuidoras de medicinas con fines de lucro. Pese a que se deben recetar medicamentos por relación de esquemas; es decir, de primera línea (al inicio de todo tratamiento), como los antibióticos básicos o genéricos, y recién en caso de que éstos no respondan a la patología (previo estudio de laboratorio), prescribir medicamentos de segunda línea (de marca, más fuertes).
— ¿El ministerio puede contrarrestar las promociones y dádivas ofrecidas por visitadores médicos, que influyen en la prescripción de medicamentos caros desde el comienzo del tratamiento?
— Cuando se trata de ética y moral, lo único que puede hacer el ministerio es emprender campañas de sensibilización dirigidas a los médicos, porque no existe una sanción para la conducta antiética. Éstas también tendrían que enfocarse en los propietarios de farmacias y los que están a cargo de la venta de remedios, porque si en ellas existe una normativa para vender los productos con el nombre genérico, deberían ser rechazadas las recetas que vienen sólo con nombres comerciales o de marca.
— ¿Qué está fallando?
— La ética y los principios de médicos que juraron cuidar la salud, pero que en su mayoría velan por sus intereses económicos.
— ¿Su oficina podría frenar esto, no sólo en cuanto a los galenos, sino a los visitadores médicos que los seducen con ‘regalos’?
— Es un tema que no sólo es parte del Ministerio de Salud, sino que también debe ser encarado en forma integral por los servicios departamentales de Salud, municipios, hospitales y la población, para que se exijan medicamentos esenciales o genéricos.
— ¿Las principales enfermedades que aquejan a los bolivianos requieren de medicamentos genéricos o de marca?
— Para atender las infecciones respiratorias agudas y las infecciones intestinales se necesitan medicamentos esenciales o genéricos y, de acuerdo con su gravedad, pueden ser tratadas en los centros de salud de primer nivel (con infraestructura básica).
— Existe una lista de 50 medicamentos genéricos avalados por la Unidad de Medicamentos y Tecnología en Salud (Unimed), ¿éstos se encuentran a disposición de los pacientes en centros de salud y farmacias públicas?
— Éstos deben ser seleccionados por los establecimientos públicos de acuerdo con su nivel de atención, población, objetivo, perfil epidemiológico, y programar las cantidades a comprar según el formulario del Sistema Nacional Único de Suministro (SNUS 04).
— ¿Qué ocurre con las farmacias privadas y las redes de farmacias?
— Las privadas se regulan según la Ley del Medicamento 1737 y su Reglamento 25235. Su control y registro están a cargo de los servicios departamentales de Salud. Y por ser entidades privadas pueden comercializar productos genéricos o de marca.
— ¿Qué papel juega la población para controlar la comercialización de medicamentos genéricos y de marca?
— Tendríamos que conversar con la Organización Panamericana de Salud y la Organización Mundial de la Salud para desarrollar campañas informativas más intensas. Eso ayudaría a que la población se convierta en un elemento de control social.
— ¿Cuáles son los proyectos que pondrá en marcha el ministerio sobre este tema?
— El Estado tiene ahora instituciones que comercializan remedios con sus nombres genéricos y hay una normativa que nos permitirá implementar, en el futuro, fábricas e instancias de comercialización de medicamentos, con la primera empresa genérica en el rubro.
Perfil Nombre: Juan Carlos Calvimontes Nació: En Sucre Profesión: Médico Cargo: Ministro de Salud y Deportes Datos: También desempeñó funciones en el Ministerio de Autonomías y fue Director Ejecutivo del Fondo de Solidaridad y Equidad
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