Mariana de 30 años ha luchado contra su peso desde hace años. Fuma y bebe desde los 16 y tiene problemas económicos. Al terminar su relación de años, se sumergió en un espiral de hábitos poco saludables. Un día decidió cambiar su vida, ahorrar para un viaje personal y comenzó a ponerse en forma para su vacación soñada, remplazando el viejo hábito de fumar por el ejercicio. Este simple gesto cambio toda su rutina diaria; comenzó a comer más saludable y gastar menos dinero. En el transcurso de un año, perdió ese peso que le molestaba, compró un departamento y se comprometió. Y es que cambiar un solo hábito en tu vida, puede cambiarte la vida entera.
El reportero del New York Times, Charles Duhigg, cuenta esta historia y otras similares en su nuevo libro, The Power of Habit: Why We Do What We Do in Life and Business. En él comparte las últimas investigaciones en neurociencia y psicología y explica por qué es tan difícil mantenernos firmes con nuestras intenciones (como ir al gimnasio, comer sano, decir no a la tercera copa de margarita o dejar de fumar).
Una costumbre del cerebro
La fuerza de voluntad no nos llevará muy lejos, explica Duhigg. Y es que de acuerdo a estudios, el cerebro se aferra a los hábitos y rutinas viejas— son fáciles y conservan nuestras neuronas para que las usemos en el momento que tengamos que solucionar problemas en el trabajo o analizar situaciones difíciles. Los hábitos, desde el más básico (como lavarte los dientes) al más absurdo (como comprar esos nuevos tacones que no necesitas o enamorarte del “hombre equivocado” una y otra vez) están codificados… es decir, los hacemos sin pensar. “Sin nuestros hábitos, nuestro cerebro estaría abrumado con detalles”, explica Duhigg. En pocas palabras, nuestro cerebro simplifica nuestra vida gracias a los hábitos.
Al estar arraigados a nuestro cerebro, la estrategia para eliminar esos hábitos no es deshaciéndonos de ellos, pero remplazándolos por uno bueno.
Los hábitos comienzan como un antojo que en cierto momento del día activa el “piloto automático” de nuestro cerebro, accediendo al hábito, como prender un cigarrillo o comer. Esta “rutina” tiene una recompensa, como por ejemplo, sentirte aliviada, feliz o relajada. Esta es la recompensa emocional que el cerebro necesita para evaluar si esa rutina se convertirá en hábito.
“Los hábitos son formados por las recompensas porque éstas satisfacen nuestros antojos. Al enfocarnos en las recompensas, el cerebro relaciona las emociones positivas con estos nuevos hábitos, haciendo que sean fáciles de mantener”, explica Duhigg.
“Las personas pasan mucho tiempo tratando de romper malos hábitos usando la fuerza de voluntad, pero la clave es cambiar el comportamiento para reforzar el hábito que deseas con la recompensa correcta”.
Por ejemplo, Andrea trató de practicar yoga de manera regular pero cuando lo hacía, le parecía mucho afán— encontrar el mat, cambiarse de ropa, llegar a la clase… El yoga era otra cosa en su lista de “cosas que hacer”. Pero el momento que no se enfocó en los “retos” que comprendía ir al yoga, y se enfocó en lo bien que se siente (la recompensa), todo cambió. Ahora hace yoga todos los días.
5 CAMBIOS
1 Sé más específica. Mientras más concretas sean tus metas, mejor. Si tu metas es: “ser más organizada”, se más específica. Por ejemplo, “eliminar las torres de papel en mi escritorio”.
2 Lentamente. Cuando lidias con cambios que alteran tu vida, es fácil sentirte abrumada y renunciar. Así que fragmenta las metas grandes en pequeños pasos.
3 Diariamente. Sea cual fuere el hábito que quieres cambiar, ya sea levantarte más temprano o ver menos TV, necesitas ser consistente con tus esfuerzos si quieres ver resultados. “Hacerlos cuando se te ocurra no es suficiente. Recuerda qué quieres que tu nuevo comportamiento sea automático”, dice Duhigg.
María marín
www.MariaMarin.com
Un reto de 21 días
Todos sufrimos de una mala costumbre que quisiéramos dejar
¿Cuál es la tuya? Reflexiona en aquello que poco a poco se ha convertido en una carga que no te trae ningún beneficio y por más que quieres deshacerte de ella, simplemente no lo logras. Tal vez tienes la mala costumbre de tener tu casa desorganizada, a lo mejor tienes el mal hábito de fumar o quizás tienes la manía de acostarte en el sofá a ver televisión después de haber comido como “desesperada”. Sin darte cuenta convertiste algo que te perjudicaba en una rutina diaria.
¡Qué fácil es agarrar un mal hábito y qué difícil es dejarlo! Pero hoy te traigo la buena noticia que cualquier mal hábito que hayas creado puedes aniquilarlo en tan sólo tres semanas y por medio de un reto que toma 21 días. Suena difícil de creer, pero soy testigo de lo que te voy a proponer.
Cualquier comportamiento que practiques por 21 días puedes hacer de él un hábito. Por ejemplo, si logras no encender un cigarro o mantener tu casa organizada por 21 días, sin ningún día libre, incluyendo los feriados, puedes convertir estas acciones en un nuevo hábito. Esto lo aprendí en uno de mis libros favoritos: El monje que vendió su Ferrari, de Robin Sharma, quien explica en su bestseller, “La regla mágica del 21”. Sharma asegura, y yo reitero –porque lo experimenté- que es posible implementar un nuevo comportamiento si lo haces repetidamente. En mi caso, después de haber luchado por largo tiempo con el sobrepeso, y la falta de interés en hacer ejercicio, hoy día tengo el buen hábito de caminar o trotar todas las mañanas. Y cuando no lo hago, me siento como un pez fuera del agua. Esta nueva rutina que cambió mi vida la establecí desde que implementé “La regla mágica del 21”. Lo mejor de todo es que para llevar a cabo esta regla, no hace falta dinero, estudios o compañía de otras personas, todo lo que necesitas son días, y quien único no cuenta con días son los muertos. Así que, si estás vivo, ¡no hay excusas! De la misma manera que yo logré la costumbre de ejercitarme diariamente, tú puedes hacer un nuevo hábito. Ahora mismo toma el reto de los 21 días. Mira tu calendario y marca el día de hoy como el comienzo de un compromiso. Sigue esta regla mágica y te aseguro que soltarás una carga. Tu nuevo comportamiento se hará permanente en tu vida.
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