La parálisis cerebral infantil es un problema de salud, que padece de 2 a 3 niños por cada mil nacidos vivos en el mundo. Bolivia no está exenta de esta realidad, que afecta a varias familias que en su mayoría no saben cómo afrontar esta enfermedad y, peor aún, que lo provoca.
Femenina (F) tuvo la inquietud de entrevistar al Neurólogo Pediatra de Embriovid Jorge Botello Marín (JB), quien absolvió todas las interrogantes al respecto y los tratamientos pertinentes para cada caso.
F.- ¿Cuáles son las enfermedades neurológicas más frecuentes en la infancia?
JB.- Las alteraciones del sistema nervioso, que frecuentemente encontramos en los niños son: la parálisis cerebral, el retraso en la maduración, la hidrocefalia (acumulación de líquido en el cerebro), epilepsia, trastornos de conducta y de atención, dificultades en el lenguaje, dificultad en el aprendizaje y dolor de cabeza.
F.- ¿Qué es la parálisis cerebral infantil?
JB.- La “parálisis cerebral infantil”, abarca una serie de trastornos neurológicos, que se caracterizan por una “desconexión”permanente entre el cerebro y los músculos del cuerpo, esta falta de conexión provoca alteraciones tanto de los movimientos, como de la postura de los niños.
F.- ¿Cuáles son sus principales causas?
JB.- Los trastornos que forman parte de la parálisis cerebral generalmente son consecuencia de las agresiones que sufre el cerebro durante su desarrollo fetal o en el periodo perinatal (justo antes y después del parto). Así, las causas principales son:
1.- Maternas: hipertensión arterial (presión alta), alteraciones de la coagulación, enfermedades autoinmunes, infecciones (rubéola), traumatismos y tóxicos.
2.- Placentarias: trombosis de la placenta (coágulos en la placenta) e infección.
3.- Fetales: embarazos múltiples, retraso del crecimiento intrauterino y polihidramnios (mucho líquido amniótico).
4.- Perinatales: prematuridad, bajo peso, hemorragia intracraneal, falta de oxigenación del cerebro e incremento de la bilirrubina (bebés teñidos de amarillo).
F.- ¿Existen diferentes tipos de parálisis cerebral?
JB.- Se clasifica según la alteración del movimiento:
a) Parálisis espástica: los miembros se encuentran indurados (endurecidos) y son difíciles de flexionar.
b) Parálisis discinética: cuando los niños presentan movimientos anormales e involuntarios.
c) Parálisis atáxica: con importantes alteraciones del equilibrio y de la estabilidad.
d) Parálisis hipotónica: lo contrario al cuadro espástico, cuando el niño presenta los músculos “reblandecidos”.
F.- ¿Cómo se diagnostica?
JB.- El diagnóstico es realizado al examinar al niño, cuando generalmente se encuentra en él:
- Retraso motor.
- Patrones anormales en los movimientos.
- Persistencia de reflejos primarios (que están presentes en el recién nacido)
- Tono (consistencia) anormal de los músculos.
También se pueden realizar estudios complementarios, como tomografía, resonancia magnética, electroencefalograma, electromiografía, examen oftalmológico, examen auditivo, etc. Los mismos que confirman las alteraciones sospechadas en el examen físico.
F.- ¿Cómo se trata este padecimiento?
JB.- El tratamiento debe ser personalizado e individualizado para cada niño, ya que cada caso puede presentar diferentes alteraciones. Los pilares más importantes son:
1.- Fisioterapia.
2.- Tratamiento farmacológico de acuerdo a criterio médico.
3.- Ortesis con aparatos ortopédicos para rectificar y/o corregir posturas anómalas.
4.- Tratamiento quirúrgico, ya sea por ortopedia, con corte de tendones, elongación de miembros, acortamiento de huesos, fijación de articulaciones o por neurocirugía con la colocación de bombas de infusión de medicamentos y rizotomía (corte de raíces nerviosas alteradas)
F.- ¿Tiene algunos datos de cuantos casos se han registrado en Bolivia?
JB.- Nuestro país, al igual que la mayoría de los países de la región, no cuenta con estudios epidemiológicos que nos informen, sobre la incidencia y prevalencia de muchas enfermedades entre ellas la parálisis cerebral infantil. Es una alteración relativamente frecuente y a nivel mundial se habla de una incidencia de 2 a 3 por cada mil nacidos vivos.
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