Mucha gente pasa por un largo y profundo proceso de duelo tras la muerte de un ser querido. Muchos soldados que regresan de una zona de conflicto padecen de traumas. Muchos de nosotros somos tímidos y sufrimos de ansiedad en ciertas situaciones sociales o nos sentimos desmotivados y pesimistas cuando no tenemos trabajo o no nos gusta el que tenemos. A algunos de nosotros, las experiencias de abuso o fracaso nos han llevado pensar que no vale la pena vivir. Debemos reconocer esas verdades humanas y ofrecer ayuda. Pero no debemos ver esas experiencias humanas como síntomas de una enfermedad mental. Los diagnósticos psiquiátricos no solo son científicamente inválidos, sino que también son dañinos. El lenguaje de la enfermedad implica que las raíces de esa angustia emocional están en anormalidades de nuestro cerebro y nuestra biología, normalmente conocidos como "desequilibrios químicos"
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