Vincent 'Vinnie' Myers, un hombre de 49 años, delgado y de ojos claros, hace tatuajes desde hace 28 años, pero en la última década se ha especializado en tatuajes cosméticos para ex-pacientes con cáncer.
Usando pigmentos mezclados con precisión, este artista crea una perfecta ilusión real en 3D y, al hacerlo, permite a quienes han sufrido una mastectomía sentirse de nuevo plenamente mujeres.
"Es mucho más gratificante que cualquier otra cosa que hice", dijo Myers, quien ya atendió a unas 3.000 sobrevivientes de cáncer de mama, muchas enviadas por los cirujanos del prestigioso Hospital Johns Hopkins de Baltimore, pero también de otros centros médicos de todo Estados Unidos.
Myers, nacido en Baltimore, descubrió el tatuaje cuando estaba con el ejército estadounidense en Corea del Sur en la década de 1980. En 2001, un amigo le preguntó si podía hacerle un tatuaje a algunas pacientes que habían recibido cirugía de reconstrucción mamaria.
"La reconstrucción mamaria más perfecta no parece un seno si no tiene un pezón y una areola", explica el artista, cuyos precios oscilan entre 350 y 1.000 dólares dependiendo de la complejidad.
"Es muy importante que el aspecto visual sea lo más cercano posible a lo normal", agrega.
Los hospitales ofrecen tatuajes después de una mastectomía, pero según Myers por lo general son realizados por enfermeras formadas en "un par de días".
En promedio, a Myers le lleva dos horas completar su trabajo.
"Primero se elige alguna sombra de color en la misma areola y un tono más oscuro en los pezones, ya que normalmente son más oscuros", explica.
"Luego se hace una especie de sombra gris en la parte inferior para resaltar la parte superior de manera de darle un poco de profundidad... usando una técnica que produce una ilusión óptica, para que se vea como si fuera tridimensional", agrega.
Cuando no está en Fricksburg, Myers suele estar atendiendo pacientes en Nueva York, Filadelfia, Charleston, en Carolina del Sur, o Nueva Orleans.
"Hay una gran demanda", dice el artista, que estima que sólo un puñado de colegas están especializados en la técnica que él hace.
Myers, que prevé formar aprendices para satisfacer la demanda, apunta que unos 200.000 casos de cáncer de mama son diagnosticados anualmente en Estados Unidos. Y la mitad requiere que se reconstruya la mama, a pesar de que ahora los cirujanos están tratando, con nuevas técnicas, de mantener los pezones.
Wendy, una pelirroja de 72 años, decidió tatuarse con Myers, 40 años después de padecer dos tipos de cáncer, dos ablaciones, dos implantes y dos tatuajes "muy primitivos". "Voy a probar", dice esta anciana psicóloga, curiosa.
Entre dos pinchazos de aguja eléctrica, Myers destaca las ventajas de trabajar en un salón, donde el ambiente es más relajado que en un hospital y los pacientes pueden divertirse más.
"Cuando lo termino y ven el resultado final, la mayoría de las mujeres se sienten muy emocionadas porque se dan cuenta: 'Esto ya pasó, estoy entera de nuevo'", señala.
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