Es una enfermedad contagiosa causada generalmente por el virus Coxsackie A. Se produce sobre todo en niños, pero puede afectar a cualquier persona. Ocurre en forma epidémica, especialmente en el verano, aunque también se presenta en otras épocas del año. Lamentablemente no existe una vacuna para esta afección y el contagio se da por contacto directo con un paciente enfermo.
“En nuestro medio se ve con bastante frecuencia y suele ser más común en verano. No existe una razón específica pero se presenta con mayor incidencia en esta temporada por lo que podría deberse a que los niños están en mayor contacto en parques y juegos, entre otros. En un inicio puede confundirse con Varicela o con picaduras de insectos, pero es típica la localización: pies, boca manos”, explica el pediatra Moisés Ismael.
Tiene un período de incubación de tres a seis días (período que transcurre en que la persona entra en contacto con el virus y se manifiesta la enfermedad).
SÍNTOMAS
Según el especialista, el cuadro clínico por lo general presenta lo siguientes síntomas:
Fiebre de inicio brusco (alrededor de 38.4ºC).
Malestar general.
Dolor de garganta y dolor al tragar los alimentos y la saliva.
Falta de apetito; los niños se pueden mostrar muy irritables.
En ocasiones puede acompañarse por dolor de cabeza y dolor abdominal.
Aparece una erupción que afecta palmas y plantas, varios días después de presentarse la fiebre.
En el paladar, las amígdalas y la lengua aparecen lesiones que dejan úlceras. También pueden aparecer lesiones en el área del pañal.
El diagnóstico se realiza por el cuadro clínico del paciente (es decir por los datos señalados anteriormente).
TRATAMIENTO
Solamente es sintomático, no existe cura. Es auto limitante, es decir que el mismo organismo controla el proceso (tiene que seguir su curso y "cura" por evolución natural de la enfermedad.
“No existe tratamiento curativo; sólo se trata de aliviar las molestias (fiebre y picazón).
Se debe evitar que el niño se rasque ya que se podría contaminar con bacterias que existen en la piel. Lo importante es mantener las manos limpias y las uñas cortas. Si no se les da medicamentos podrían estar más molestos pero la enfermedad duraría igual que con los medicamentos”, dice Ismael.
Por lo general se suele dar acetaminofen o Ibuprofeno, en caso de fiebre y/o dolor, pero debe ser recetado por un pediatra.
Se recomiendan baños en agua tibia que ayudan también a controlar la fiebre.
“Se debe forzar la toma de líquidos y aunque se ve una disminución notoria en el apetito, los padres no deben preocuparse si su niño no quiere comer”, explica el especialista.
Se recomienda evitar los cítricos, líquidos calientes, salados y picantes, ya que por las ulceras en la cavidad bucal, el paciente tiende a estar molesto, y estos alimentos causan mucha molestia.
Es común que saliven mucho.
¿SE PUEDE PREVENIR?
Como ya dijimos, no existe una vacuna para protegerse contra la enfermedad de manos, pies y boca. Sin embargo, se puede acudir a medidas sencillas en el hogar que ayudan a disminuir el riesgo de infectarse con los virus que la causan.
Recuerde lavarse las manos con agua y jabón frecuentemente. Especialmente después de cambiar pañales.
Evite tocarse los ojos, la nariz y la boca antes de lavarse las manos.
Evite el contacto directo (besar, abrazar, compartir tazas y cubiertos) con personas que están enfermas.
Desinfecte con frecuencia las superficies que se tocan (los juguetes, las manijas de las puertas, etc.), especialmente si alguien está enfermo.
Generalmente, la enfermedad de manos, pies y boca no es grave y casi todos los pacientes se recuperan. Las complicaciones son poco comunes. De cualquier manera si tiene dudas consulte con un pediatra.
“La fiebre desaparece entre el primer y cuarto día. Esta enfermedad es contagiosa y recuerde que el virus se elimina en heces, en la saliva y la toser”, concluye Ismael.
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