lunes, 17 de septiembre de 2012

La ciencia revela inutilidad de remedios y medicamentos

Decía Benjamín Franklin que “el mejor médico es el que conoce la inutilidad de la mayor parte de las medicinas”. E incluso, se le podría añadir, su peligrosidad.

Porque si es indiscutible que los avances médicos han permitido mejorar y alargar nuestra calidad de vida, también es cierto que el progreso supone avanzar a base de ensayos y errores. Y estos últimos, a lo largo de la historia, han sido numerosos. En algunos casos, se obtenía incluso el efecto contrario: los tratamientos no servían de nada o incluso perjudicaban la salud.

“Estos remedios siempre tenían alguna base teórica o se basaban en alguna tradición o práctica anterior. En ningún momento las cosas se hicieron al azar, sino que tenían su lógica. Pero es cierto que en épocas anteriores a menudo los médicos acertaban más el diagnóstico que el tratamiento”, precisa Manel Escudé, médico general e historiador de la medicina, consultado por el periódico La Vanguardia de Barcelona.

Afortunadamente, hemos avanzado mucho, aunque esto no es garantía de que se puedan producir errores en el futuro. “En el siglo XXI las cosas se basan más en la ciencia. En algunas áreas seguramente habrá grandes avances, sobre todo en lo que se refiere a la reumatología, artrosis y cura del dolor. En general, la medicina va avanzando en cada sector”, dice Manel Escudé.

José Antonio Díaz, científico titular del CSIC y director del Instituto de Historia de Medicina y de la Ciencia López Piñero de Valencia coincide con este análisis. “Desde nuestro punto de vista, en el tiempo presente, algunos viejos tratamientos nos pueden parecer una barbaridad o irracionales pero tenían su justificación de acuerdo con el contexto del momento. Dentro de unos años posiblemente algunas cosas que hacemos no parecerán adecuadas, pero así es como funciona el progreso”. Existen algunos casos realmente impactantes, como el de la sangría.

Unos litros de sangría

La teoría era que el cuerpo estaba lleno de cuatro fluidos o humores (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra). La idea era que si se dejaba escapar la sangre mala, enferma, extrayendo la “flema pútrida, impura y perniciosa”, entonces se restablecería el equilibrio. Se pensaba que después de comer, el organismo volvía a producir sangre y que ésta se renovaba. Este argumento, formulado por Galeano en el siglo I fue la base de la medicina durante siglos. La sangría fue un remedio muy popular: aparece no sólo en libros de medicina, sino en la literatura, como en las obras de Molière. Sin embargo, la sangría no sirve para nada. Estudios de mediados del siglo XX revelaron que sólo producía un descenso de la temperatura corporal. Nada más.

Remedios raros
Hierbas En el siglo III a.C. el preparado más común era la triaca o teriaca, compuesta de varios ingredientes, incluyendo el opio y la carne de víbora.


Brownismo El médico escocés del siglo XVIII John Brown, propuso aumentar la estimulación del organismo con una dieta abundante en carnes condimentadas, uso generoso de vinos, licores y drogas, como alcanfor, éter y opio.


Jarabe Shooting Syrup es el nombre de un medicamento que alcanzó una cierta popularidad en la segunda mitad del siglo XIX en los nacientes Estados Unidos. Creado en 1849 por Charlotte Winslow, el preparado tenía derivados de morfina, cannabis, heroína, opio y cloroformo.

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