Existe una relación entre los malos hábitos de comer y la gordura. Algunos de los factores productores de cáncer son, la predisposición genética, radiaciones ultravioleta, contaminantes medio ambientales, pesticidas, radioactividad, etc. De acuerdo a los investigadores, cada cinco puntos de IMC por encima de los 23 duplica el riesgo de los cánceres de la post-menopausia, especialmente los de mama y el colo-rectal.
La obesidad y el cáncer son patologías muy frecuentes, ambas con alto impacto en la sociedad. La relación entre ambas aún no se encuentra completamente establecida.
Tanto la obesidad como el tipo de alimentación producen cambios endocrinos que podrían ser responsables del incremento del riesgo de padecer estas enfermedades, la incidencia y la progresión de ciertos tipos de tumores malignos, como el adenocarcinoma de próstata, el cáncer de mama y el cáncer de colon.
Dos grupos de neoplasias relacionadas con la obesidad pueden distinguirse, aquéllas que son producto de la influencia de las hormonas, y aquéllas favorecidas por distintos factores de la dieta. Según se desprende de diferentes estudios, la obesidad aumentaría el riesgo de padecer ciertos tipos de tumores malignos como: adenocarninoma de próstata y cáncer colorrectal en los varones, de endometrio, ovario y mama en las mujeres, y de páncreas, riñón y vesícula biliar en ambos.
Numerosos estudios demuestran la importancia de realizar actividad física, y mantener una alimentación sana para conservar un peso saludable y así disminuir los riesgos o retardar la progresión del cáncer. Hay una asociación directa entre peso corporal y el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer (de mama, de colon y recto, y del endometrio, entre otros).
Esta conexión no ha sido completamente explicada hasta el momento: La obesidad se acompaña de una serie de cambios en el organismo, principalmente, químicas circulantes por la sangre, como hormonas y otros compuestos, llamados "factores de crecimiento", que favorecerían el desarrollo de tumores.
La obesidad podría ser un "marcador" de la exposición a sustancias carcinogénicas en la dieta, ligadas al consumo de grasa, y en especial, de grasa de origen animal. Siendo las grasas el "vehículo" que permite absorber otros compuestos grasos en el tubo digestivo, el consumo de una dieta rica en aquéllas favorecería la incorporación en nuestro organismo de carcinógenos presentes en la dieta.
La mayoría de los carcinógenos se transporta bien en la grasa. La ingestión de grasas aumenta la secreción de sales biliares, y éstas podrían jugar un rol en la transformación maligna del tubo digestivo. En el tejido graso se producen reacciones bioquímicas que activan compuestos promotores de cáncer.
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