Los esfuerzos y la enorme inversión para atajar la malaria, con vistas a erradicarla algún día, se perderán si se propaga una forma de esta enfermedad que es resistente a los medicamentos más accesibles y generalizados en todo el mundo, advirtió la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para evitar que eso ocurra, dicha institución presentó ayer un plan mundial para contener la resistencia a la artemisina, la planta que sirve de base para los tratamientos convencionales contra el tipo de malaria que más muertes provoca.
"Nuestra arma más poderosa está amenazada", dijo al respecto la directora general de la OMS, Margaret Chan.
La urgencia del plan radica en que no existen otros medicamentos contra la malaria que ofrezcan el mismo nivel de eficacia y tolerancia entre los enfermos.
Por ello, los esfuerzos para evitar que la malaria resistente se propague deben intensificarse y coordinarse mejor, según la OMS.
Chan declaró que recientemente se ha confirmado que el núcleo de la forma de malaria resistente se encuentra en la frontera entre Tailandia y Camboya, en tanto que se sospecha de otro foco en la vasta zona que atraviesa el río Mekong.
Explicó que el objetivo concreto del plan mundial presentado ayer es detener la malaria resistente a la artemisina donde se encuentra actualmente, controlar su origen y evitar -o al menos retardar- su propagación internacional.
En la última década, el número de casos de malaria cayó un 40 por ciento en los países donde esta enfermedad es endémica, con lo que en ese periodo se salvaron 750.000 vidas.
Los progresos han sido más notorios desde 2006, cuando se generalizó el uso de las mosquiteras tratadas con insecticidas, así como los tratamientos basados en artemisina.
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