El cerebro humano se ha reducido en los últimos 30.000 años hasta el punto de que, durante ese tiempo, ha perdido el tamaño de una pelota de tenis. Esta evolución desconcierta a los científicos. ¿Estamos volviéndonos más tontos o, al contrario, nuestro cerebro se transforma para ser más ágil y eficiente? La forma en la que vivimos, cómo nos enfrentamos al mundo y las exigencias de nuestra vida diaria distan mucho de las que tenía, por ejemplo, un neandertal.
Tras tomar medidas con cráneos encontrados en Europa, Oriente Medio y Asia, los científicos han llegado a la conclusión de que el tamaño medio del cerebro de los humanos modernos -Homo sapiens- se ha reducido un 10%, y ha pasado de 1.500 a 1.359 centímetros cúbicos. Las mujeres, cuyo cerebro es algo más pequeño que el masculino, han experimentado una evolución equivalente.
Algunos antropólogos creen que esta reducción no es tan sorprendente, ya que cuanto más grandes y fuertes somos, más materia gris necesitamos para controlar toda esa masa. El hombre de Neandertal, un pariente del hombre moderno que desapareció hace unos 30.000 años por razones aún desconocidas, era más corpulento y tenía un cerebro más grande.
El hombre de Cro-Magnon, que dejó sus pinturas rupestres de animales en la monumental cueva de Lascaux hace más de 17.000 años, fue el Homo sapiens con el cerebro más grande. También eran más fuertes que sus descendientes modernos. El profesor de psicología David Geary, de la Universidad de Missouri, cree que estas características eran necesarias para sobrevivir en un ambiente hostil.
Entorno social complejo
Geary ha estudiado la evolución de los tamaños de cráneo de 1,9 millones a 10.000 años de antigüedad, al tiempo que nuestros ancestros vivían en un entorno social cada vez más complejo.
Geary y sus colegas utilizaron la densidad de población como una medida de la complejidad social, con la hipótesis de que cuanto más cerca viven los seres humanos, mayor es el intercambio entre el grupo, la división del trabajo y las interacciones ricas y variadas entre las personas.
Los científicos descubrieron que el tamaño del cerebro disminuía a medida que la densidad de población mayor. “A medida que las sociedades complejas surgieron, el cerebro se hizo más pequeño porque la gente no tiene que ser tan inteligente para seguir con vida”, explica Geary.
Pero la reducción no significa que los humanos modernos sean más tontos que sus antepasados. En vez de eso, simplemente, se desarrollaron de distinta manera, con formas más sofisticadas de inteligencia, según explica Brian Hare, profesor asistente de antropología en la Universidad de Duke.
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