El melanoma es un buen ejemplo de cómo ha evolucionado la oncología en los últimos años, con varios fármacos dirigidos exactamente contra mutaciones clave en la enfermedad. Sin embargo, también es una buena muestra de cuál es el siguiente reto de los oncólogos: lograr que esas respuestas sean duraderas y evitar que el cáncer desarrolle resistencias al tratamiento.
Dos estudios publicados en la revista "Nature" señalan que esos mecanismos de resistencia hay que buscarlos no solo en las células malignas, sino también en sus vecinas, las células sanas que lo rodean. Según explica el investigador español Antoni Ribas, firmante de ambos trabajos, estos hallazgos permiten comprender un poco mejor "por qué las células tumorales siguen vivas o consiguen volver a crecer pese a la eficacia de un tratamiento dirigido contra la mutación clave". En colaboración con científicos del Instituto Dana-Farber de Boston y el Hospital General de Massachusetts, han descubierto que el microambiente que rodea al tumor es capaz de suministrar los factores de crecimiento que las células malignas necesitan para pervivir.
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