Los padres de Rosalía Apaza Pillco ahora abrigan la esperanza de que su hija tenga una vida normal. La niña de cuatro años que en mayo fue atacada por dos perros rottweiler en la ciudad de El Alto, que le destrozaron y desfiguraron un pómulo y le arrancaron parte del cuero cabelludo, piel y músculos de otras regiones de su cuerpo, fue trasladada a Estados Unidos para someterse a cirugías estéticas reconstructivas.
En Bolivia tenía limitadas posibilidades de que su rostro pueda ser completamente rehabilitado. Su caso es un síntoma: hay bolivianos que no tienen otra opción que viajar al extranjero para recurrir a tratamientos de enfermedades e intervenciones quirúrgicas especializadas. Otros lo hacen simplemente porque confían más en la atención brindada por clínicas y médicos de otras naciones. Eso sí, poseer dinero suficiente es una de las exigencias. Por ejemplo, el financiamiento para la internación de Rosalía en un hospital de Boston pudo materializarse gracias a la cruzada emprendida por una compatriota que radica en territorio estadounidense.
DESTINOS. El viceministro de Salud, Martín Maturano, y otros galenos consultados por Informe La Razón revelan que al menos cinco males ocasionan la emigración de pacientes: el cáncer, los padecimientos del corazón o cardiopatías, las malformaciones —sobre todo congénitas—, los trasplantes de órganos y las operaciones reconstructivas por accidentes o por quemaduras graves. Los destinos preferidos por sus especialistas, equipos, tecnología, costos, su cercanía, su idioma, entre otros motivos, son Chile, Perú, Brasil, Argentina, Estados Unidos y España, principalmente.
Inclusive el boom de estos periplos ha provocado la irrupción de empresas y agencias de turismo nacionales que ofrecen paquetes para aquellos que estén interesados en un “tour de la salud” que incluye pasajes, estadía, consultas, exámenes y/o intervenciones quirúrgicas con profesionales y establecimientos médicos, entre otros puntos. El buen momento de este tema es ratificado por representantes de dos reconocidos nosocomios en naciones vecinas: la clínica Alemana de Santiago de Chile y el Instituto Oncológico de Lima, en Perú.
La subgerente de Paciente Internacional, Medicina Preventiva y Programas del hospital chileno, Carolina Jara, informa que el flujo de bolivianos que arriba a este sitio va en franco aumento y que éstos demandan, sobre todo, tratamientos especializados de cáncer de próstata y de mama, de problemas cardiológicos (arritmia, hipertensión) o traumatológicos en caderas, rodillas, hombros y de lesiones en la columna vertebral; igualmente dificultades neurológicas como epilepsia, mal de Parkinson, aneurisma, accidentes vasculares, y otro grupo importante pide chequeos preventivos.
Devela que las atenciones ambulatorias de pacientes de esta nacionalidad llegaron a unas 1.200 el año pasado, lo que duplicó la cifra de 2011; asimismo, según Jara, las estadísticas hasta marzo de este año reflejan que el número aumentó en 15% con relación a similar periodo de 2012. La proliferación de bolivianos y de clientes de otras naciones impulsó la apertura del servicio Paciente Internacional, que coordina, sin costo extra, consultas y hospitalizaciones mediante un equipo que toma contacto con los interesados antes de su viaje a Chile y que los guía hasta el retorno a sus países.
ENFERMEDADES. Esto es un botón de muestra en Chile, porque allí hay otros nosocomios que también apuestan por la promoción de sus ofertas a bolivianos que pretenden recibir tratamientos, como Las Condes, Indisa y el Hospital Clínico de la Universidad de Chile. Este auge es confirmado por el doctor Luis Enrique Barriga, del Instituto Oncológico de Lima, quien señala que el cáncer de próstata, de mama y de cuello uterino son las dolencias que provocan la llegada de pobladores de Bolivia a su centro, la mayoría buscando una segunda opinión: el año pasado arribaron unos 2.000, y en 2011 el guarismo fue de 1.270.
No hay estadísticas oficiales sobre este tipo de emigración. Yassid Miranda, responsable de Comunicación de la Dirección General de Migración de Bolivia, comenta que si bien en el formulario de ingreso y salida de connacionales existe una pregunta que solicita a éstos los motivos de su viaje, y que entre las opciones contiene el acápite de salud, no se cuenta con información sobre ello; aunque se trabaja en un programa informático que subsanará esta limitación hasta fin de año. Eso sí, los especialistas entrevistados coinciden en que algo es claro: la billetera es clave para recibir atención médica en el extranjero.
Por ejemplo, Jara indica que la mayor parte de los bolivianos que recurre a la clínica Alemana, tiene entre 40 y 50 años y pertenece a los estratos socioeconómicos medio y alto. Explica que una consulta cuesta, en promedio, $us 100; las atenciones ambulatorias para estos pacientes, $us 800, mientras que las del servicio de hospitalización superan los $us 10.000. No obstante, aclara que las cotizaciones varían según la atención brindada y los exámenes solicitados por los clientes, los procedimientos prescritos por los galenos, los expertos que analizan cada caso, el tipo de cirugía, los días de internación, entre otros.
El fisioterapeuta y kinesiólogo boliviano Hugo Arce opina que los compatriotas que recurren a intervenciones en otras naciones pagan más del 100% de lo que invertirían en el país. Narra que fue invitado por el hospital chileno al que pertenece Jara y que allí pudo atender a dos pacientes, a quienes solicitó exámenes por sus problemas de reumatismo; pero se sorprendió al leer que la factura, de cada uno, ascendía a unos $us 850, cuando los mismos análisis no valen más de Bs 250 en Bolivia. Aparte, manifiesta que se le canceló $us 600 por cada consulta. “Por todo esto, en Chile los médicos son ricos”.
¿Y cuáles son las razones para que bolivianos recurran a especialistas de otros países, sobre todo para tratamientos de cáncer, cardiopatías, trasplantes, malformaciones y operaciones reconstructivas? El viceministro Maturano remarca que los motivos son integrales, ya que se lidia con cuatro dificultades importantes en estos rubros: la falta de equipos, de recursos económicos, de especialistas y de capacitación. Al respecto, el presidente del Colegio Médico de La Paz, Luis Larrea, discrepa en cuanto a la crisis de preparación. “Como en toda profesión, hay galenos que tienen buena formación y otros que no la poseen”.
Un artículo publicado en noviembre de 2012 en La Razón, revela que hay demanda de médicos en al menos 11 especialidades y subespecialidades: anestesiología, nefrología, neumología, endocrinología, oncología pediátrica, terapia intensiva, geriatría, hematología, cardiología, cirugía pediátrica y cirugía torácica cardiovascular. El kinesiólogo Arce pone sobre el tapete otro aspecto que provoca desconfianza en pacientes: laboratorios clínicos que carecen de control de calidad y arrojan resultados errados. “Eso hace que Bolivia tenga fama de practicar exámenes de laboratorio no confiables”.
Una historia que resume estas limitaciones es la de Cecilia Roca. La cruceña padece de cáncer de tiroides (glándula endócrina que produce hormonas para regular el metabolismo) y culpa a los análisis médicos que le realizaron en suelo boliviano por el calvario que tuvo que sufrir, junto a su esposo Rodrigo, para enterarse del mal que la aqueja. Todo comenzó hace más de dos años, cuando aumentó de peso pese a dietas y ejercicios, se le cayó el cabello, su piel estaba seca y sufría constantes depresiones y molestias al ingerir alimentos. Ningún galeno le daba una respuesta para los síntomas que la atormentaban.
Pese a que su ginecóloga le recomendó exámenes de tiroides, éstos descartaban cualquier enfermedad. Por ello, los especialistas le decían que sus dolencias eran psicológicas. Y la madre de dos niñas se preocupó aún más cuando le apareció un ganglio esférico en la axila izquierda, acompañado de dolor en el cuerpo y fiebre. Tuvo que ser trasladada de emergencia a un hospital de Santa Cruz, donde le recetaron paracetamol y le diagnosticaron dengue. Hasta que decidió someterse a una última ecografía de senos y así, por cuestiones del azar, se le descubrió varios nódulos (agrupaciones de células) en el cuello.
Le comunicaron que su mal estaba muy avanzado, que padecía cáncer. Tras hablar con una pariente que recibía tratamiento en la clínica chilena Las Condes, no lo pensó dos veces y emprendió la travesía. El especialista en cirugía oncológica de este centro, Ricardo Schwartz, recuerda que Cecilia llegó muy delicada. “No entiendo cómo pudieron esperar tanto para diagnosticarla”. La boliviana ya pasó por el quirófano, lleva cuatro viajes a la capital chilena para seguir su tratamiento e invirtió más de $us 40.000. Se cargó de deudas, pero lo importante es que salvó su vida.
El presidente del Colegio Médico de La Paz admite que pueden presentarse estos ejemplos, empero, subraya que no se puede poner a todos los profesionales en el mismo saco y que los pacientes tienen que saber que en el extranjero gastarán importantes sumas de dinero por afecciones que pueden ser atendidas en el país. Tomando el relato de Cecilia, señala que un perfil de la tiroides vale hasta Bs 2.000 en Bolivia, mientras que en otras naciones llega a costar $us 400 o incluso el doble. Eso sí, admite que el cáncer es una de las enfermedades por las cuales connacionales prefieren acudir a nosocomios fuera de las fronteras.
La situación en este asunto es preocupante para las autoridades. Un informe del Ministerio de Salud establece que cada día se registran 11 nuevos casos de esta enfermedad en el territorio nacional, según publicó La Razón el domingo 7. Cada año se reportan 4.000 afectados, de los cuales 2.500 son mujeres y los restantes 1.500, varones y menores de 14 años. Los males más diagnosticados son de cuello uterino, vesícula biliar, mama, piel, próstata, estómago, colon, leucemia, tumor cerebral, linfomas y de ojos (revisar infografía de la página 7). Además, sólo existen unos 16 oncólogos en Bolivia, y Oruro, Tarija, Potosí, Beni y Pando no cuentan con institutos de curación.
Otro dato alarmante es que el cáncer es la afección no transmisible que más muertes provoca en la nación: se calcula que 24% de los afectados fallece en los primeros 12 meses tras el diagnóstico del mal. Larrea opina que las sesiones de radioterapia y de quimioterapia en el país no son tan efectivas como las que se brindan en Perú, por lo que hay personas que viajan allí para su atención e incluso hay galenos que aconsejan intervenciones en Chile para casos de cáncer de próstata que no pueden ser sanados en el ámbito local. Otros destinos elegidos son España y Estados Unidos.
El oncólogo Gonzalo Peredo, director del instituto Oncomed, aclara que hay personal e insumos para luchar contra el cáncer en Bolivia, pero la dificultad se presenta en la renovación y la tecnología de los equipos, que implican altas inversiones: el aparato más avanzado para sacar topografías por emisión de positrones y que se utiliza para conocer la extensión del padecimiento o diagnosticarlo en casos dudosos, vale $us 5.000.000. Subraya que otra falencia es la ausencia de un centro nacional que trate la enfermedad como en Perú, que concentre la casuística de pacientes, minimice los costos de tratamiento e implemente investigaciones.
La encargada de la Unidad de Enfermedades No Transmisibles del Ministerio de Salud, Sandra Villalpando, remarca que solamente hay un tipo de cáncer que no puede ser sometido a cirugía en La Paz: la leucemia, que afecta a los glóbulos blancos, sobre todo de infantes. El Hospital del Niño todavía no cuenta con una sección de trasplante y un banco de médulas, por lo que se tienen que buscar opciones en el exterior. Al respecto, Ricardo Amaru, docente de la Universidad Mayor de San Andrés, informa que la Facultad de Medicina impulsa un proyecto que realiza el diagnóstico gratuito de este mal, que no tiene nada que envidiar a otros de Europa y Estados Unidos.
Una intervención quirúrgica requiere la inversión de entre $us 2.000 y $us 4.000 en Bolivia, según Peredo, y en otras naciones, entre $us 40.000 y $us 70.000, y se debe tomar en cuenta que hay casos que necesitan más operaciones o terapias. Un estudio de la Organización Mundial de la Salud revela que 90% de los decesos por cáncer en el país implica a pacientes de ingresos económicos medio-bajos, o sea aquellos que no pueden pagar los exámenes ni el tratamiento que se cotizan en Bs 30.000 mensuales, por sesión. El Ministerio de Salud estima que los enfermos precisan entre Bs 80.000 y Bs 150.000 anuales para quimioterapias y medicamentos.
Los padecimientos del corazón y del resto del sistema cardiovascular son otra de las razones para la emigración de bolivianos, afirman los entrevistados.
De acuerdo con estadísticas oficiales, los centros de salud recibieron el año pasado 29.629 casos de hipertensión arterial sistémica en mayores de cinco años (11.757 varones y 17.872 mujeres) y 15.452 con enfermedades cardiovasculares (6.078 hombres y 9.374 mujeres). Estos problemas pueden derivar en el fallecimiento por un ataque cardiaco, un accidente vascular cerebral o un infarto agudo del miocardio (tejido muscular del corazón).
El director interino del Hospital de Clínicas de La Paz, Víctor Loza, asevera que una de las dificultades para la atención de las cardiopatías es la falta de experiencia, sobre todo cuando se pretende solucionar dolencias genéticas. “Por ejemplo, no hay muchos expertos para operar a un niño del corazón y no es por falta de preparación, sino de experiencia; por eso la gente acude a sitios donde practican diez cirugías por una que se hace en Bolivia”. El cardiólogo comenta que la cardiopatía más frecuente entre recién nacidos es la comunicación interventricular: un orificio entre los dos ventrículos o las dos aurículas del corazón.
Trasplantes. Explica que en el exterior ya no se precisa “cortar” al menor para la cirugía: se le introduce un dispositivo por la pierna y se lo despliega en el interior del corazón. “Se necesita mucha pericia y esto no se consigue en nuestro medio”. Entre los adultos, continúa, son frecuentes las afecciones valvulares, primera causa de insuficiencia cardiaca en mujeres y dolencias reumáticas del corazón; otro punto problemático es la colocación de marcapasos. Para luchar contra esto hay pacientes que prefieren emigrar a otras naciones. Y si se trata de trasplantes de válvulas cardiacas, añade Carlos Gómez, jefe del nosocomio paceño de Munaypata, hay quienes aconsejan el traslado a clínicas chilenas.
El doctor Amaru complementa que otro rumbo escogido es Brasil, porque cuenta con equipos adecuados para brindar solución a las limitaciones cardiacas. Allí, una operación a corazón abierto se cotiza entre $us 5.000 y $us 20.000, según la gravedad. El Hospital Evangélico de Londrina, en el estado brasileño de Paraná, adopta este tarifario, sostiene su director de Recursos Humanos y Marketing, Eduardo Sene. Otros bolivianos hacen maletas hasta Estados Unidos y Europa, principalmente España, para las consultas y los tratamientos en el rubro, coinciden fuentes consultadas.
Los trasplantes son otro motivo de búsqueda de soluciones fuera de los límites fronterizos. Una de las dificultades clave en este tema es la falta de donantes, lo que afecta especialmente a los pacientes que tienen problemas renales. Herland Vaca Diez, director del Instituto del Riñón y líder del primer equipo de trasplantes en Santa Cruz, remarca que esta limitación se ha ido subsanando con la campaña “Donar es sembrar una semilla de vida”, pero comenta que resta la difusión de más información para crear conciencia en la población.
El especialista subraya que el trasplante con mayor incidencia en el país es el de este órgano excretor; sin embargo, critica que se fomentan más las terapias de diálisis en vez de los trasplantes. Y reconoce que en suelo boliviano aún falta hacer trasplantes de corazón, páncreas, pulmones y/o huesos, aunque se maneja practicarlos desde 2014. Brasil, Argentina y Chile, en ese orden, son las naciones vecinas que llevan la delantera en este aspecto y que son preferidas por bolivianos que requieren estas cirugías. Eso sí, un cambio de riñón vale $us 15.000 en Bolivia y en el exterior cuesta entre cinco y diez veces más; ni qué decir en hospitales de Estados Unidos y Europa.
Las malformaciones congénitas son otro punto que obliga a bolivianos a recibir tratamientos en otros confines. Un informe del Ministerio de Salud calcula que de 200.000 nacimientos anuales, 4% presenta algún tipo de deformidades, o sea 8.000. Es un problema recurrente: por ejemplo en La Paz, en el Hospital del Niño “Dr. Ovidio Aliaga Uría” se reportaron 127 malformaciones congénitas hace dos años: 77 en la cadera, 41 en el intestino y nueve en el corazón. En 2012 se registraron 84 casos: 48 bebés que nacieron con deformidades en la cadera, 16 en el intestino, 11 en el corazón y nueve en los ojos, de acuerdo con los cuadros entregados a Informe La Razón.
Si bien el número de afectados disminuyó, explica el jefe de Cirugía Pediátrica de este nosocomio, Jorge Galindo, lo llamativo es que la mayoría de los infantes ingresó al centro médico tras consultas en otros nosocomios públicos y privados en los que se informó a sus progenitores de lo complejo que resulta corregir estos males y el riesgo que representa para los neonatos. El experto arguye que las dificultades se presentan por la crisis de equipos e insumos. Para el viceministro Maturano, la falta de profesionales capacitados es otro punto que no garantiza el éxito en estas intervenciones.
Por ello, adiciona Carlos Gómez, director del establecimiento de salud de Munaypata, las parentelas que cuentan con recursos económicos emprenden viaje a Estados Unidos, que cuenta con especialistas en el tema y que cobran $us 20.000 por una cirugía. El Hospital de Niños de Filadelfia es el más reconocido en el ramo, inclusive puede brindar tratamiento en malformaciones congénitas diagnosticadas durante el embarazo. Una fuente de este nosocomio informa que las operaciones comunes pueden valer entre $us 30.000 y $us 35.000, y las más difíciles superan esta cotización.
Reconstrucciones. La quinta dolencia que provoca emigración de pacientes es la cirugía reconstructiva, sea por accidentes o por quemaduras de segundo grado para arriba: aquellas que implican un daño severo en la piel y que afectan a huesos y músculos. Las operaciones tratan de lidiar con la discapacidad y las secuelas físicas y psicológicas de las víctimas, incluso su muerte. El manejo de los afectados es un reto médico, sentencia Gonzalo Sillerico, presidente de la Sociedad de Cirujanos Plásticos de La Paz, quien manifiesta que las quemaduras requieren curaciones diarias, nutrición especial, injertos y rehabilitación.
El también jefe de la Unidad de Cirugía Plástica y Quemados del Hospital de Clínicas de La Paz resalta que hasta abril de este año se atendieron 56 casos de quemaduras y corrosiones de múltiples regiones del cuerpo y 19 lesiones de segundo y tercer grado. Las quemaduras en la cadera y miembros inferiores, que afectaron la cabeza, el tronco, el pie y el tobillo, la muñeca y la mano, el hombro, el tronco y la cabeza del cuello sumaron 30. En total, 105 personas tuvieron quemaduras de diferente gravedad. Es un cuadro clínico que tiene entre sus principales víctimas a los niños, sobre todo por el manejo de agua caliente.
Sillerico aclara que en dos décadas de profesión no envió a ninguno de sus pacientes al extranjero para recibir tratamiento, pero sabe que colegas aconsejan, para una mejor sanación de las heridas que tienden a infectarse o resultados más beneficiosos en la reconstrucción, a hospitales de Chile o Estados Unidos. Otro grupo que toma esta decisión está compuesto por afectados y familiares que confían más en especialistas de estos países. Pero remarca que los precios se duplican o se elevan sobremanera en esos destinos. Por ejemplo, en el nosocomio chileno “Dr. Lautaro Navarro Navaria”, en Punta Arenas, su subdirector Vladimir Moraga indica que un tratamiento en el rubro puede valer entre $us 500 y $us 5.000.
Tras lo expuesto no queda duda: el dinero es importante para tratar estas cinco dolencias difíciles —aunque no imposibles— de contrarrestar en el país. Más aún, la afluencia de interesados impulsa la emergencia de un negocio que oferta el “turismo médico” o “tours de la salud” para bolivianos que padecen éstas y otras enfermedades, o simplemente para consultas con especialistas de otros países. Hace dos años, por ejemplo, empresarios cruceños se percataron de este nicho de mercado y crearon Red Salud, que tiene proveedores médicos con presencia en más de 170 naciones y que oferta un abanico de paquetes.
La firma ofrece desde análisis preventivos, servicio médico quirúrgico, asistencia de trasplantes de órganos, hasta hospitalización de enfermos de cáncer con prolongados tratamientos y sesiones de quimioterapias. Todo depende de la capacidad económica del solicitante. Giussepe Aliss, gerente general de la oficina que opera en Santa Cruz, relata que el emprendimiento surgió en 2011 con pacientes que no tenían intención de salir de Bolivia y que solamente ansiaban una segunda opinión médica con el envío de sus exámenes y diagnósticos a galenos de Estados Unidos, Chile, Argentina, Brasil, Europa y hasta África.
Pero la demanda creció y se amplió. Fue así que surgió otra opción para los interesados: coordinar su traslado a otras naciones para recurrir a nosocomios y expertos que les brinden atención personalizada. Los clientes de Red Salud son de Santa Cruz, La Paz y Cochabamba, de las clases media y alta; aunque Aliss aclara que no hay estadísticas. Explica que los pacientes buscan asesoramiento tras peregrinar por clínicas y especialistas privados, o recibieron la recomendación de conocidos que recurrieron a esta compañía. Los trámites empiezan cuando un cliente plantea un lugar de destino; luego, se le diseña un paquete y un presupuesto.
El ejecutivo remarca que se contactan con sus socios en Estados Unidos, que les envían cotizaciones del tratamiento, la cirugía o el chequeo: la más barata cuesta $us 3.000 y la más cara, $us 20.000. “En Sudamérica puede valer mucho menos que en Estados Unidos y en Europa, pero al final es el cliente quien tiene la última palabra”. Los aranceles de los centros médicos nacionales son usados como parámetros y, tras la elección del plan, el trabajo de la empresa es negociar con el hospital internacional para obtener un descuento de entre 10% y 15%, del cual obtiene una comisión.
Red Salud trabaja en Latinoamérica con los nosocomios Sirio Libanés de Brasil, Las Condes y Alemana de Chile, Austral y Británico de Argentina y otros más en Perú, Colombia, Panamá y México. Funciona a través de convenios con centros de Estados Unidos como el Jackson Memorial, el Anderson Cáncer Center, el Lee Moffit Cancer Center, el John’s Hopkins Hospital, el Mayo Clinic, el Miami Children, el Boston Children y el Mass General Hospital, entre otros. Aliss dice que los mayores descuentos se obtienen en hospitales estadounidenses, y los menores, en sudamericanos.
Turismo. Las agencias turísticas son el otro eslabón de esta cadena comercial y se encargan de la estadía de los pacientes que eligieron otros países para sus intervenciones médicas. Dos de ellas son Trans World y Samy Travel; esta última trabaja con Red Salud. Su gerente Jaidi Curi sostiene que el año pasado se posibilitó el traslado de decenas de personas a Brasil, Chile y Argentina, sobre todo. Otro de los servicios que brinda es el trámite de visas para Estados que exigen este requisito para el arribo de extranjeros.
La compañía también posibilita el hospedaje en un hotel cercano al establecimiento médico escogido, inclusive fija las consultas con el galeno, como sucede con la clínica chilena Las Condes. “Para Chile no necesitamos visa, sólo para Estados Unidos. Para Centroamérica, sería México, pero si el cliente tiene la visa norteamericana, se puede entrar a cualquier nación de esa región, excepto Canadá”, especifica Curi, quien luego subraya que los paquetes incluyen pasajes, alojamiento, costo de la cita médica y análisis de rutina. Por ejemplo, para Chile se oferta un plan de estadía de cinco noches o una semana, por $us 800.
Para Argentina, el costo alcanza a $us 1.000. “A Estados Unidos sale más caro, los boletos cuestan entre 600 y 1.000 dólares, y a Europa, entre 1.110 y 2.000 dólares”. Curi añade que para estos últimos casos el interesado debe contar con un seguro médico que cubre hasta $us 100.000. Y eso no es todo, en La Paz igual funciona la agencia Trans World, que lleva bolivianos a la clínica Las Condes; su gerente María Ibáñez señala que en 2011 se llevó un promedio mensual de 25 pacientes a ese destino, cifra que se elevó a 30 el año pasado. Son los buenos números del “turismo médico”.
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