La causa de la contaminación lumínica radica en farolas mal diseñadas que dispersan la luz en muchas direcciones y derrochan energía innecesariamente.
Además, los últimos estudios científicos sobre este fenómeno alertan sobre las consecuencias nocivas para la salud humana. Vivir o trabajar muchas horas bajo la luz artificial nocturna altera nuestro ciclo biológico porque impide la secreción normal de melatonina, la hormona que regula el ritmo de vigilia y sueño. Esta hormona es antioxidante y previene contra determinados tipos de cáncer. Otros efectos de esta intensidad lumínica son la fatiga visual o los cambios de humor. El director médico de la clínica Rementería de España, Javier Hurtado , comenta que" permanecer expuesto a ordenadores produce más fatiga visual o deslumbramientos pero no está probado que produzca daños en la retina".
Los expertos alertan
La Agencia Nacional francesa de Seguridad Sanitaria de la Alimaentación, del Medio Ambiente y del Trabajo señala en sus últimos informes que las poblaciónes más potencialmente afectadas son los niños, las personas mayores con degeneración macular (dentro de la retina del ojo) y sectores profesionales como la cirugía. Este organismo aconseja que no se usen bombillas LED en los lugares donde jueguen niños y recomienda a los trabajadores que utilicen este tipo de luces el uso de filtros oculares.
Los astrónomos también se quejan
La contaminación lumínica impide, por ejemplo que el 99% de los europeos puedan contemplar la Vía Láctea. El presidente de la Asociación Celfosc, Fernando Jaúregui, asegura que "la interposición de la luz artificial es nefasta porque enmascara objetos muy débiles situados en el espacio".
Jaúregui lamenta que "muchos niños no puedan conocer ese maravilloso paisaje natural sobre un cielo oscuro" La lucha de la gran mayoría de los observatorios astronómicos para poder contemplar el cielo se basa en razones científicas, de defensa de la biodiversidad y culturales.
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