La automedicación, que se define como la toma o administración de medicamentos o sustancias con intención terapéutica, sin la intervención de los médicos, no es recomendable en ninguna situación. "Peor aún en la tercera edad, ya que en ella el cuerpo no responde de la misma manera", dice el doctor Roberto Torres, jefe de Epidemiología. "El consumo de fármacos de esta manera no es bueno, ya que podría llevar a complicaciones y a un inevitable deterioro orgánico", especifica el doctor Dagnar Vegueria, quien señala que en esta etapa se está más propenso a la automedicación y polimedicación (consumo de muchos fármacos al mismo tiempo).
Envejecimiento renal. Los profesionales coinciden en que antes de ingerir cualquier remedio se consulte al médico, aunque sea un simple dolor de cabeza, ya que hasta un inofensiva aspirina puede tener efectos adversos.
Entre los motivos que empeoran el cuadro de las personas que se automedican está la disfuncionalidad del riñón. "Cuando se ingiere la sustancia el riñón tarda en limpiar, entonces no depura totalmente". Incluso en el caso de prescribirse antibióticos a los ancianos, se tiene que tomar en cuenta el estado de los órgano de este, señala Torres. Mientras que Vegueria atribuye ello a un fenómeno propio de la tercera edad, el envejecimiento renal. Por este hecho el riñón no filtra de manera adecuada. "Si en un adulto joven dura ocho horas, en un adulto mayor dura 12", ejemplifica.
No son inofensivos. Torres hace referencia específica sobre el cuadro del dengue, que normalmente viene con síntomas de dolores de cabeza y malestar muscular y advierte que en estos casos no es adecuado tomar antiinflamatorios como ibuprofeno, aspirina, dicoflenaco. También cita como ejemplo el caso de la corticoides. "Al poner esta sustancia se pone en riesgo la membrana de la córnea", apunta
La automedicación no sirve. Vegueria señala que al darse de manera frecuente la automedicación se puede desembocar en una toxicidad de las dosis, el cuadro no mejorará y, más aún, empeorará.
Entre los fármacos más implicados en este acto son analgésicos y antiinflamatorios, laxantes, broncodilatadores, antiácidos y ansiolíticos. En estas categorías se incluyen tanto fármacos industriales como remedios herbales o tradicionales.
Los síntomas por los que con mayor frecuencia se automedican los pacientes son dolor de cabeza, dolores osteomusculares, síntomas catarrales y gripales, molestias estomacales, estreñimiento, problemas de la piel e insomnio.
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