El acelerado ritmo de vida, sus complicaciones diarias y las cosas pendientes que quedan por realizar, dejan en las personas esa sensación de tener el mundo a cuestas, de que el tiempo pasa volando y que las energías se terminan sin haber cumplido con las obligaciones diarias. Todas esas situaciones activan lo que se denomina la enfermedad del siglo XXI, más conocida como el estrés.
Cómo se manifiesta
Puede ser de diferentes maneras y entre ellas se destaca el dolor de cabeza del tipo tensional, que se agrava por las tardes y que da la sensación de tener bandas compresivas en la cabeza y el cuello, pudiendo acompañarse de pesadez, desequilibrios y hasta mareos en algunas ocasiones.
En casos extremos incluso se puede llegar a sufrir un colapso nervioso conocido como “surménage”, que viene a ser un agotamiento emocional, mental y físico, también conocido como agotamiento psicofísico.
Dolores difusos.
Puede ser otra de las manifestaciones, viene acompañado con las sensaciones de no haber dormido bien y con cansancio crónico; sin embargo, en este aspecto es importante explicar que algunos lo confunden con una fibromialgia, que es un dolor musculoesquelético crónico muy frecuente los últimos años. Solo un médico bien entrenado podrá diferenciarla.
Dolores en la espalda.
Las dolencias vertebrales y sobre todo lumbares pueden ser la manifestación de tensión en pacientes con jornadas laborales extenuantes, llegando a veces a volverse crónicas.
En el abdomen y tórax.
También pueden presentarse dolores abdominales, crónicos e incluso palpitaciones que obligan a ir al cardiólogo, cuya evolución clínica y electrocardiogramas podrán demostrar normalidad.
En resumen, el estrés puede alcanzar múltiples esferas de la vida familiar, laboral y social, por lo que ante estas manifestaciones es necesario consultar a un especialista que brinde una orientación y el tratamiento adecuado.
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