El tratamiento del Parkinson ha estado fundamentalmente dirigido a los trastornos del movimiento, pero un estudio acaba de revelar que los síntomas no motores tienen “mayor impacto” en la calidad de vida de los pacientes, lo que podría revolucionar el abordaje de esta enfermedad.
En el Día Mundial del Parkinson, que se celebra hoy, Mónica Kurtis, responsable del Programa de Trastornos del Movimiento del Servicio de Neurología del Hospital Ruber Internacional, explicó los resultados de esta investigación.
Publicado en la revista científica Movement Disorders, el trabajo se ha realizado en 400 afectados de diez países.
En la actualidad, la enfermedad de Parkinson se define por la afectación motora, fundamentalmente por la presencia de temblor, rigidez, lentitud y/o alteración del equilibrio.
Sin embargo, en los últimos años se ha identificado la importancia de múltiples síntomas que se denominan “no motores” -ya que no están relacionados con el movimiento-, como la alteración del sueño, del estado de ánimo, de la función cognitiva, la disfunción autonómica y el dolor, entre otros.
Kurtis y sus colaboradores indagaron el impacto global de estos trastornos, medidos en frecuencia y severidad mediante una escala específica, en la que recogieron 30 síntomas de nueve dominios diferentes: cardiovascular, sueño/fatiga, estado de ánimo, alteraciones de percepción o alucinaciones, memoria, gástrico, urinario, sexual y misceláneo.
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