martes, 24 de enero de 2012

El mecanismo cerebral que nos permite corregir nuestros movimientos tras tropezar o ser empujados

En una investigación, se ha conseguido identificar el área del cerebro que controla la capacidad que tenemos de corregir nuestros movimientos tras tropezar o ser empujados.

El hallazgo podría permitir conocer mejor las causas exactas de que las personas que han sufrido un derrame cerebral acostumbren a tener graves dificultades para moverse.

El hecho de que las personas en plenitud de facultades sean capaces de corregir, con notable rapidez y sin apenas ser conscientes de ello, numerosas alteraciones peligrosas en su movimiento, demuestra que el cerebro, de por sí, entiende bien la física de las extremidades. Lo que se ignoraba hasta ahora era qué parte del cerebro es la responsable específica de esta respuesta de adaptación rápida por realimentación, en que la propia perturbación acciona el mecanismo que la compensa.

Movimientos corporales que nos parecen sencillos, como los que nos permiten caminar, son en cambio muy difíciles en términos de las matemáticas involucradas en ellos. Las ecuaciones de los movimientos que nos permiten andar ocuparían suficientes páginas como para constituir un libro pequeño, tal como destaca Stephen Scott, especialista en comportamiento motor en el Departamento de Ciencias Biomédicas y Moleculares de la Queen's University en Canadá. "Los mejores físicos no pueden resolver estas complicadas ecuaciones, pero el cerebro lo puede hacer de manera automática y con una rapidez asombrosa".

El mecanismo para corregir perturbaciones en el movimiento corporal limita y corrige el efecto dominó de movimientos corporales involuntarios causados por una acción externa. Por ejemplo, un golpe al hombro que haga que el brazo se mueva, puede requerir que el cerebro active rápidamente músculos del hombro, bíceps, antebrazo y la mano para recuperar el control de la extremidad. Del mismo modo, un jugador de fútbol que choque con un oponente durante un partido tiene que reaccionar con rapidez para corregir el movimiento y permanecer en pie.

Los derrames cerebrales que se producen en la corteza motora primaria pueden causar grados variables de daño a ese mecanismo descrito de movimiento correctivo. Este nivel variable de daños puede explicar por qué algunos pacientes que sufrieron un derrame son capaces de mejorar sus capacidades motoras en la rehabilitación, y por qué otros siguen sin tener una coordinación y una estabilidad aceptables.

El Dr. Scott quiere ahora aplicar estos resultados a personas que han sufrido un derrame cerebral, examinando los daños que tienen estos pacientes en sus vías sensoriales, y cómo estos daños se relacionan con problemas del movimiento. Él considera que esta línea de investigación puede hacer que se preste mayor atención a la rehabilitación sensorial inicial para ayudar a reconstruir vías que transmiten información sensorial al cerebro, antes de que el tratamiento pase a centrarse en las capacidades motoras.

En la investigación también han trabajado J. Andrew Pruszynski, Isaac Kurtzer, Joseph Nashed, Mohsen Omrani, y Brenda Brouwer

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