martes, 31 de enero de 2012

Energía , El cuerpo la usa para curarse

Escoliosis y gastritis. Es lo que padecía Galya Santa Cruz. Por años sintió dolor de espalda, hombros y cuello. “Empecé a sentirme mejor desde el principio, pero a la tercera sesión ya hubo un cambio”, cuenta. La gastritis demoró un poco más, pero acabó cediendo.
Galya habla de la sanación pránica, una serie de técnicas que consisten en utilizar la energía que tiene el cuerpo para curar y ayudarlo a curarse.
Tanto Andrea Rodríguez como Ninon de la Rosa, que atienden a las personas en la calle Gualberto Villarroel 304, insisten en que este procedimiento no sustituye al tratamiento médico ortodoxo. El manual de los sanadores es, igualmente, muy enfático en este sentido: es un complemento del tratamiento médico.
Esta técnica ancestral utiliza el prana o energía vital. Los nombres varían. Se llama ‘chi’ en China (recordemos el Tai Chi) o ‘ki’ en japonés (por eso es que tienen el Ai ki do), se explica en la página web del Institute of Inner Studies, que certifica a los sanadores. Las antiguas culturas utilizaban sistemas parecidos para curar, pero fue Choa Kok Sui, un ingeniero químico filipino, de origen chino, que popularizó estas técnicas. Su libro, publicado en 1987, es el resultado de 30 años de investigación en diferentes áreas de la sanación: La ciencia antigua y el arte moderno de la sanación pránica. Gracias a él, las técnicas están disponibles para cualquier persona. Desde entonces ha escrito más de 20 libros, traducidos a decenas de idiomas.

CÓMO ES UNA SESIÓN
Mauricio Lozano Marin es médico cirujano y utiliza estas técnicas. Lozano trabaja en Colombia, donde en la época de las guerrillas -que aún no se puede considerar inconclusa- los médicos no podían ingresar a algunos lugares remotos, por el peligro de los secuestros. Muchos lugareños aprendieron a usar estos procedimientos, que a su vez fueron enseñados a otros. Explica Lozano: “Así como existe un cuerpo físico visible, existe también un cuerpo físico no visible, llamado también cuerpo energético, el cual se encarga de nutrir al físico. El cuerpo energético, además de otras funciones, es una matriz en la cual el cuerpo físico se desarrolla. Existe la posibilidad de diagnosticar y sanar en él las anomalías -desde antes, durante y después- de que se hagan evidentes en la salud de las personas”.


Lozano es también instructor. Vendrá a Santa Cruz desde Colombia para dictar, entre el 4 y el 12 de febrero, un curso sobre estas técnicas. En una sesión ocurre, con variantes, lo siguiente: en ocasiones se utiliza un cristal de cuarzo para diagnosticar. Así como existen órganos en el cuerpo físico, en el energético existen los centros energéticos o chakras, los cuales son ‘limpiables y energizables’. En los gráficos de esta columna se muestran los once chakras principales. “Cada uno de esos centros de energía está encargado de algunos órganos, los cuales tendrán mayor salud en cuanto que el chakra relacionado también la tenga”, aclara Lozano.


En personas con depresión, como Y.B., se trabaja la zona del plexo solar y el corazón, principalmente. “La terapia me ayudó mucho. No sé qué habría hecho sin ella, porque en un mes perdí a mi madre y a mi hermano”, cuenta. Ulises J. sintió un nudo en la garganta cuando el cristal pasó por el pecho y la sanadora le dijo que estaba pasando por un fuerte desengaño; M.U., que tenía el chakra básico afectado (en la zona inferior de la pelvis), se sorprendió cuando le preguntaron si montaba una moto o algo. “Sí, monto una bici”, respondió. En la sesión se usan las manos para retirar la energía negativa y transfiere energía positiva. Todo eso sin tocar al paciente, que permanece recostado. Se usa la técnica para quemaduras y para muchos males, incluso los emocionales. Se puede consultar la página www.sanacionpranicabolivia.com o llamar al 322-6188.

Didgeridoo y cuencos tibetanos para el dolor
Es un instrumento australiano antiguo. Se llama didgeridoo (se pronuncia dicheridu) y suena como si se estuviera convocando un encuentro con una poderosa deidad. Poco a poco se va descubriendo que esa deidad (o poder) reside en uno mismo, cualquiera que ella sea.
El particular sonido del didgeridoo se debe a dos características especiales. Primero, es una rama de pino; segundo, tiene perforaciones que realizan las termitas. Es posible tocarlo ininterrumpidamente por varias horas.
Es el instrumento que más utiliza Amado Espinoza para aliviar el dolor. La musicoterapia se estudia en posgrados y maestrías en universidades de Europa, Norteamérica y Sudamérica. En Bolivia se dictan cursos en La Paz y Cochabamba (donde reside Amado).
En una casa cercana al Prado, Amado Espinoza diagnostica, con ayuda de un diapasón y palpando al paciente. Ha desarrollado un método propio durante varios años dedicados al estudio con varios maestros y, por supuesto, a la meditación. Cuando medita utiliza la música.
La mayoría de quienes lo consultan tienen problemas localizados en el estómago y a veces en el hígado. “Cuando el diapasón apunta al pecho, puede haber bloqueos internos, sicológicos. A veces se debe al tipo de referencias que tuvo la persona durante su crecimiento”, cuenta.
Entre sus pacientes se cuenta su hijo, a quien empezó a tratar desde que estaba en gestación, y a su abuelo, que hoy tiene 89 años. Utiliza a Mozart, como es de suponer, pero también la música microtonal. En cada uno de los siete tonos (do, re, mi...) que aprendemos en la escuela hay microtonos. Hay hasta nueve microtonos en cada nota; son los que se utilizan para curar. La sesión, que dura una hora, empieza con el didgeridoo y continúa con los cuencos tibetanos. “Hay que trabajar primero el cuerpo energético, luego se logra curar el físico. Si no se hace así, una herida puede estar por años sin sanar nunca”, explica.
Otra de las afecciones que se alivia con este método ancestral es el estrés.

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