Las infecciones urinarias son las complicaciones médicas más frecuentes del embarazo. De hecho el 20% de las embarazadas que acudieron a consulta presentaron una infección de orina a lo largo de la gestación. Durante el embarazo se producen una serie de cambios fisiológicos que aumentan el riesgo de presentar infecciones urinarias. Los uréteres se dilatan, aparece reflujo de orina desde la vejiga a los uréteres, queda orina residual y el riñón trabaja más rápido.
Hay factores de riesgo que te hacen más susceptible a padecer esta infección como ser portadora de piedras en los riñones, infecciones genitales por hongos, el estreñimiento y haber cursado con más de un embarazo.
Los síntomas más comunes son dolor y ardor al orinar, dolor en la parte inferior del vientre, necesidad frecuente e incontrolable de orinar. También puedes notar que tu orina huele mal o está más turbia; sin duda se trata de una cistitis (infección de la vejiga).
Si además presenta fiebre alta, sudoración, vómitos, náuseas y dolor lumbar intenso además de presentar sangre en la orina; con seguridad que se trata de una infección de los riñones.
En ambas entidades además de la bacteriuria asintomática (presencia de bacterias en las vías urinarias) se tratarán con antibióticos, para poder eliminar todas las bacterias que se encuentren en las vías urinarias siendo fundamental que culmines el tratamiento y evites la automedicación.
Es muy importante que sigas estos pasos para reducir la probabilidad de contraer una infección urinaria:
Bebe mucha agua, por lo menos ocho vasos al día. Vacía completamente la vejiga al orinar. Después de defecar límpiate de adelante hacia atrás para evitar que las bacterias de las heces de acerquen a la uretra. Antes y después de mantener relaciones sexuales debes de orinar. Consume frutas frescas. Evita el estreñimiento.
No uses jabones fuertes para tu higiene femenina, además de las duchas vaginales lo cual predispone más a las infecciones urinarias.
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