lunes, 30 de noviembre de 2015

La próstata crecida que no ha sido tratada puede ocasionar insuficiencia renal

El agrandamiento de la próstata, conocido también como hiperplasia o hipertrofia prostática benigna, es uno de los más frecuentes problemas en los varones en especial a partir de los 40 años. Si es detectado cuando no ha crecido demasiado, su tratamiento será sencillo y no afectará otras funciones del cuerpo, de lo contrario puede ocasionar insuficiencia renal.

Les crece a todos. La próstata es una glándula diminuta, del tamaño de una nuez, que se encuentra debajo de la vejiga urinaria, en frente del recto y además rodea a la uretra, ese conducto por donde sale la orina. “Su función consiste en producir un líquido que representa el 30% el semen y que nutre a los espermatozoides para fecundar al óvulo”, explicó Humberto Áñez, urólogo del Centró Médico Niño Jesús.

El crecimiento de esta glándula es inevitable en todos los varones; sin embargo, es cuando su tamaño es mayor a los 20 gramos cuando puede provocar problemas de salud. “Si supera esa cifra el paciente tiene una hiperplasia prostática benigna que puede afectar la calidad de vida del paciente”, explicó Derlis Figueroa de la Caja Petrolera.

Cómo afecta. A medida que la próstata va superando los 20 gramos de tamaño, los pacientes pueden presentar algunos síntomas que a la vez afectan su calidad de vida.

Los principales problemas están relacionados con el momento en que deben orinar. Lo normal es evacuar cada tres a cuatro horas; sin embargo, si esa persona lo hace cada dos horas debe pensar visitar a un especialista. Otros síntomas se dan cuando el orín sale con poca fuerza, entrecortado o como si se tratara de una regadera. Un goteo excesivo después de haber evacuado el orín es otro indicador.

“Todos estos problemas ocurren porque al crecer la próstata más de lo normal comienza a presionar a la uretra, dificultando paulatinamente la salida del orín”, señaló Áñez.

Uno de los síntomas que más afecta la calidad de vida de un hombre con este problema ocurre en la noche. “Algunas personas creen que orinar tres o cuatro veces en la noche es normal; sin embargo, esto afecta su descanso, bienestar y salud”, destacó Figueroa.

Insuficiencia renal. Cuando la uretra está siendo bloqueada por la próstata es muy probable que no se llegue a evacuar totalmente el orín que está en la vejiga, lo que incrementa la posibilidad de las infecciones urinarias, además pueden formarse cálculos renales a partir de la cristalización de las sales en la orina residual.

Sin embargo, uno de los problemas más graves tiene que ver con el riñón, pues esa misma obstrucción puede provocar una dilatación de los riñones, provocando una insuficiencia renal. “A la larga es muy probable que incluso sea necesario un trasplante”, indicó Áñez.

Tratamientos. Mucho tiene que ver con el tamaño de la próstata. Si no ha superado los 20 gramos, se puede suministrar algunos medicamentos; sin embargo, de ser más grande lo más probable es una intervención quirúrgica.

Áñez explica que existen tres opciones quirúrgicas. La cirugía endoscópica que es mínimamente invasiva y se la realiza a través de la uretra, sin realizar ningún corte, por lo que la recuperación es casi inmediata; la otra opción es la cirugía abierta que solo se recomienda cuando el tamaño de la próstata supera los 40 gramos y el láser verde. “La más recomendable es la endoscópica. En EEUU el 80% de estos problemas se tratan con la resección uretral”, explicó.

Nuevos métodos
Evitan al máximo el tacto rectal

El agrandamiento de la próstata normalmente se da a partir de los 40 años por lo que los especialistas recomiendan a los varones realizarse análisis cada 12 meses, a partir de esta edad.

“Hace algunos años el diagnóstico se realizaba a través del tacto rectal, motivo por el que muchos varones evitaban consultar a un urólogo; sin embargo, en la actualidad existen otros métodos para detectar este problema“, explicó Figueroa.

Lo primero es elaborar la historia clínica en base a una conversación entre el médico y el paciente y donde se señalan los hábitos de vida y los antecedentes familiares que existen.

Posteriormente se realiza un examen de sangre conocido como el ‘antígeno prostático específico’ que ayuda a identificar si existe algún problema en la próstata, a lo anterior se suma una ecografía para evaluar la parte renal y prostática, análisis con el que los médicos determinan si es necesario operar al afectado.

Finalmente está la flujometría, que muestra como está funcionando la vejiga a la hora de expulsar la orina. “Son exámenes sencillos y precisos”, destacó Áñez.

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