lunes, 26 de septiembre de 2016

La insuficiencia renal se puede prevenir



La vida de una persona con insuficiencia renal cambia radicalmente. Para seguir adelante debe someterse a terapias de hemodiálisis, diálisis peritoneal o incluso un trasplante de riñón, además de consumir medicamentos y tener supervisión médica permanente. Si bien esta patología no tiene cura, sí se puede prevenir sometiéndose a exámenes de laboratorio una vez por año desde una edad temprana.

La insuficiencia renal es la incapacidad de los riñones para fabricar orina y cuando lo hace, es de baja calidad (como agua), ya que en ella no se ha eliminado la cantidad suficiente de residuos tóxicos. Se trata de una patología asintomática que se manifiesta cuando está en un estado tardío y requiere de terapia de reemplazo renal.

Hemodiálisis

De acuerdo con la explicación proporcionada a ECOS por la nefróloga del hospital Santa Bárbara en Sucre, Carmen Mercado Flores, la hemodiálisis es un tratamiento médico que consiste en eliminar artificialmente las sustancias nocivas o tóxicas de la sangre, especialmente las que quedan retenidas a causa de una insuficiencia renal.

Pero en realidad, para dar calidad y cantidad de vida mediana al enfermo, la hemodiálisis solo reemplaza en un 10 por ciento a la función renal.

Cambio de vida

Los riñones funcionan los 60 segundos de cada minuto y las 24 horas del día, en cambio la dialización (que puede ser hemodiálisis o diálisis peritoneal) se realiza tres veces por semana y cada sesión dura entre cuatro y cinco horas; esta es una experiencia dolorosa y los pacientes suelen quedar muy descompuestos.

Además, experimentan otros problemas como anemia y mucho volumen de líquido en el cuerpo, por eso deben restringir el consumo de agua y seguir una dieta permanente. Y no pueden realizar trabajos pesados; es decir, tienen varias limitaciones en su vida diaria.

Actualmente, el Santa Bárbara cuenta con 50 pacientes que reciben tratamiento de hemodialización y otros dos, diálisis peritoneal. También hay otros ambulantes. El 30 por ciento proviene del área rural y la mayoría no se da cuenta de la magnitud de la enfermedad que les aqueja. En 2015, en ese nosocomio se dializaron 180 pacientes.

En Sucre, este servicio se presta también en el hospital Jaime Mendoza y en el Universitario de San Francisco Xavier. En Potosí, en el hospital Daniel Bracamonte.

Seguro gratuito

Mercado explica a ECOS que desde 2014, todo paciente con insuficiencia renal terminal es considerado como discapacitado y tiene un seguro de salud a través del cual recibe diálisis gratuitas. Hay cobertura a nivel nacional.

Aunque la especialista considera que no se necesita llegar a un estado terminal para atender a un enfermo renal crónico, las políticas en salud solo benefician a los pacientes en situación crítica y no así a las personas jóvenes que pasan por un estadio 1 y 2 de insuficiencia renal. Se puede preservar la salud de estos enfermos con tratamientos para que no avancen a un estadio 3, 4 o 5, pero como carecen de apoyo, ellos están condenados a ser terminales.

“Hay todo para los terminales y muy poco para los que se puede hacer algo. Los pacientes con estadios 1, 2 y 3 también deberían ser beneficiados por el Gobierno”, pide la nefróloga. A esto se suma la carencia de nefrólogos en el país: en Sucre hay cuatro y en Potosí, tres. “El Gobierno tiene que invertir en la formación de nefrólogos porque hay muchos pacientes y pocos especialistas”, agrega Mercado.

Luego, se lamenta: “Es muy triste ver este tipo de casos en jóvenes. Las enfermedades renales se caracterizan porque no tienen muchos síntomas, por eso la población no consulta o no le llama la atención”.

Causas

Las principales patologías causantes de la insuficiencia renal son la diabetes y la hipertensión arterial. Pero también hay otras enfermedades como la glomerulonefritis, que puede afectar a jóvenes y niños y ocasionar insuficiencia renal.

En esta condición, la proteína y los glóbulos filtran fuera de la sangre a través de los capilares glomerulares inflamados y se pierden en la orina; además de perder proteína hay una tendencia a hincharse.

Infecciones urinarias

La insuficiencia renal puede ser causada, además, por bacterias; la mayoría vive en el intestino.

Según Mercado, hay infecciones urinarias altas y bajas. Estas (cistitis) no comprometen la función renal, pero las primeras (pielonefritis) sí comprometen la función renal y pueden generar insuficiencia renal.

“Los síntomas son: sensación de ardor al orinar, necesidad frecuente de ir al baño aunque la cantidad a eliminar sea poca, además de dolor en la espalda, en el costado o debajo de las costillas. La orina es turbia, oscura, sanguinolenta y con olor fuerte. También puede haber fiebre o escalofríos”, detalla la nefróloga.

En estos casos, un error frecuente que cometen los afectados (por falta de información) es automedicarse durante algunas semanas o seguir consejos de familiares y amigos dándose baños de asiento (sumergirse en agua con plantas medicinales), lo que agrava su situación. Lo recomendable es ir al médico para recibir un tratamiento adecuado.

Las infecciones urinarias son cuatro veces más frecuentes en las mujeres que en los varones.

Prevención de la insuficiencia renal

En el estadio 1 y 2 es posible que no aparezca ningún síntoma. En el estadio 3, la función renal se reduce entre un 30 y 60 por ciento de su capacidad máxima. Hay que vigilar el avance de la enfermedad.

En el estadio 4 y 5, los riñones ya no pueden cumplir con su misión. Es cuando la función renal perdió entre el 85 y 90 por ciento de su capacidad de filtrado, y se necesita de diálisis o un trasplante de riñón.

“Las enfermedades renales son altamente asintomáticas. Hasta llegar a la pérdida de la función renal en un 50 o 60 por ciento, recién se manifiestan los síntomas y la consulta es tardía porque ya no se puede hacer mucho”, alerta la nefróloga Carmen Mercado.

Es importante prevenir las enfermedades que desencadenan la insuficiencia renal, como la diabetes o la hipertensión mediante un buen control arterial y de azúcar, cumpliendo con la dieta, consumiendo los medicamentos según las especificaciones recetadas y acudiendo a las citas y controles médicos.

Por ejemplo, para detectar la glomerulonefritis, desde pequeños se debe someter a los hijos a exámenes de orina, dosaje de creatinina en la sangre y ecografía renal, una vez al año, aunque no tengan síntomas.

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