domingo, 17 de abril de 2016

Cuida tus oídos

La doctora María José Lavilla nos habla de este órgano, que “no debe ser el gran olvidado”, y advierte: una vez que el oído pierde su capacidad “la vida pierde muchos matices, incluso oportunidades, no te llega la información, te aíslas y sufres muchísimo”.

Hoy uno de su grandes enemigos es el ruido y los jóvenes pegados permanentemente a sus auriculares pueden adelantar hasta 20 años la sordera que se va adquiriendo con el paso del tiempo.

El silencio

Dicen que Plinio El Viejo, un naturalista que murió víctima de su curiosidad en la erupción del Vesubio que destruyó Pompeya, relató ya en el siglo I que los pueblos que habitaban junto a las cataratas del río Nilo se quedaban sordos mucho antes como consecuencia del estruendo continuado del agua al caer.

El silencio y la tranquilidad ayudan, y mucho, a la salud de nuestros oídos , y en este sentido Lavilla advierte que el ruido se considera una “enfermedad emergente” de la vida moderna, que el mundo ruidoso de hoy no ayuda, y sostiene que los jóvenes que escuchan música con auriculares, a un volumen alto y de forma repetida, pueden adelantar 20 años su sordera natural.

Lo que no oyen los mayores

Las frecuencias más sensibles del oído son de 500 a 6.000 o 8.000 herzios, pero las personas jóvenes de hasta 25 años tienen una capacidad de oír agudos muy superior a la de las personas mayores.

Esta capacidad es tal que, según Lavilla, para dispersar reuniones, por ejemplo en centros comerciales, hay países que legalmente pueden emitir frecuencias agudas de 16 kiloherzios que los mayores no las oyen pero los jóvenes sí, y como no lo pueden soportar se tienen que ir.

”Incluso en la franja de Gaza y en la cumbre de Pittsburgh estaban preparados con unos sonidos a 160 decibelios de presión para dispersar reuniones”.

También, añade la especialista, hay un tono del teléfono, el tono mosquito que lo escuchan los chicos pero los padres y profesores no. “Luego el sonido también se puede usar como arma de control social”.



ALIMENTACIÓN SANA Y SIN COLESTEROL

El oído agradece una buena alimentación. Ahora, informa Lavilla, está muy de moda la participación de la dieta en la prevención.

Se trata de reparar los tejidos dañados y en el oído lo que se daña son las células ciliadas.

Lo que se pretende es enriquecer la alimentación con componentes proteicos, vitaminas, incluso precursores de cargas iónicas y electrolíticas que existen en el oído, creando así un ambiente de nutrición adecuada con el objetivo de que el ambiente del que se rodean estas células sensoriales sea el adecuado.

Así están recomendadas las vitaminas, del grupo A, B y C, y los componentes de aminoácidos específicos que necesitan las citadas células.

El colesterol y los triglicéridos altos pueden provocar problemas de audición. Exactamente, explica Lavilla, no se saben los porqués, pero se cree que tienen relación con los temas de viscosidad sanguínea.

Si nosotros tenemos los triglicéridos y el colesterol alto, nuestra sangre es más espesa y las arterias del corazón sufren.

Las arterias del oído, que son muy pequeñitas sufren de igual manera, y si estas arterias se bloquean por un trombo o se colapsan por la hipertensión, el oído queda sin vascularización y puede sufrir, incluso puede producir sordera súbita.

Se postulan estas dos teorías: una hipertensión (infarto), con mayor frecuencia en gente joven, o hiperviscosidad (trombosis), más en gente mayor. “No están exactamente demostradas pero se ve que tienen relación”.

El tabaco también es malo para la salud del oído porque produce la hipertensión o hiperviscosidad que acabamos de citar. Luego hay que tener en cuenta que la tensión arterial también afecta al oído, así como el colesterol alto.



OTRAS CURIOSIDADES

También el sabor de los alimentos pasa por el oído, porque la cuerda del tímpano es un nervio que está conectado con las papilas gustativas de los dos tercios anteriores de la lengua.

De tal forma que si esta cuerda se manipula en operaciones quirúgicas del oído, el paciente refiere que nota alteraciones en el sabor de los alimentos, les saben a plata y con cierto amargor.

La especialista llama la atención sobre el hueso temporal, un hueso duro: “Estamos tan bien hechos que cuanto más grande es el tesoro que debe proteger un hueso, más duro es este hueso”. Así el hueso temporal, que es como una pirámide, protege la cóclea que es el oído interno; los órganos del equilibrio; los nervios auditivos; la cadena de huesecitos, que es una polea mecánica, que se articula como de forma mágica para amplificar el sonido; y el tímpano.

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