domingo, 2 de marzo de 2014

Fumar y no fracasar en el intento

Claudia no ha dejado de fumar. “No lo he decidido, estoy en ello, he parado muchas veces y otra vez he vuelto. Dicen mis amigos que soy una fumadora de quinta porque no cargo ni cigarro ni encendedor; pero fumar es un placer para mí. Delante de mi familia jamás agarraría un pucho, aunque me esté muriendo, no les daría mi humo ni ese ejemplo, en realidad yo fumo cuando estoy en una fiesta, en algún acontecimiento, incluso fumo para ir al baño”, comparte con total honestidad. Está en un círculo de sillas modestas, bajo un techo de paja en el centro del jardín de la capilla La Merced.

Narcóticos Anónimos no tiene infraestructura propia, por eso se reúnen allí todas las noches, de lunes a viernes de 20:00 a 21:00, para darse soporte mutuamente, compartir los detalles de su día y, sobre todo, felicitarse por haber superado una jornada más lejos del consumo de narcóticos.

La adicción al cigarro es lo más leve que hay en sus testimonios, hay casos peores con sustancias más peligrosas como marihuana, cocaína, etc. Claro que según las estadísticas mundiales, el cigarro es la droga que asesina más gente en el planeta. “El tabaco es una droga legal que mata a 16 mil personas al año y es mucho más nociva que la marihuana, genera mucho más impacto en la salud”, publicó el portal Terra en un artículo en el que la vocera de Chile Libre de Tabaco, Sonia Covarrubias, hacía énfasis en este número.

En nuestro medio no hay un grupo o institución que auxilie a los fumadores que quieren dejar de hacerlo, como en otros países, lo más parecido es acudir a Narcóticos Anónimos, donde todo el que esté dispuesto a reconocer que tiene un vicio y quiere dejarlo tendrá siempre una silla algo desvencijada a su disposición en el ruedo de la pequeña comunidad.

“Básicamente lo que hacemos es admitir que somos impotentes ante nuestra adicción y que nuestra vida se ha vuelto ingobernable”, cuenta Fabián (nombre ficticio), un superviviente que venció su adicción a la cocaína, la marihuana, el alcohol, el sexo y a la comida. Por último, en su ansiedad compulsiva se aferró al cigarro.

“Abría mis ojos y lo primero que hacía era mirar al lado de mi cama donde tenía una mesa llena de cigarros. Después iba al baño y volvía a fumar; en mi trabajo sí o sí a eso de las 9:00 tenía que ir a la venta a pitar. Son hábitos que se transforman en estilo de vida hasta que no podemos concebir la existencia sin el vicio”, reflexiona.

A estas alturas de su vida ha llegado a la conclusión de que para frenar el consumo se tiene que tocar fondo en lo económico, en lo laboral, en lo familiar y en lo que atañe a la salud. “Hemos tenido que gastar mucho dinero en el consumo, perder el trabajo y la buena salud. Hemos descuidado a nuestras familias... en fin, todas las áreas de la vida se nos han derrumbado”.

Por su experiencia sabe bien que abandonar, en este caso el cigarro, no se hace de forma gradual, hay que cortarlo del todo y sin vueltas.

En su caso empezó a sentir ardor en la espalda y tuvo que acudir al médico. “Cuando se está en el proceso de autodestrucción uno piensa que no le va a pasar nada. Dice para sí mismo me alimento bien y listo, tomo leche y como papaya porque supuestamente soy muy inteligente. Con toda nuestra inteligencia lo que realmente hacemos es autodestruirnos, somos egocéntricos porque pensamos que somos invencibles y que no nos pasará nada” malo.
Solo cuando Fabián dejó de fumar sintió el aliento fuerte, se percató de que tenía los dientes, los dedos y las uñas con que tomaba el cigarro manchados. “Antes no veía todos estos detalles, es como dicen, cuando lo dejás se te devuelve el sano juicio y tenés conciencia del daño que te estás haciendo”.

Lo que se debe saber y hacer
Antes que nada el fumador tiene que asumir que tiene un problema de salud, que es la adicción al tabaco, debe aceptar que tiene una enfermedad que afecta principalmente al cerebro por cuestiones químicas. El siguiente paso, según los siquiatras, es buscar ayuda porque solo, generalmente no se puede. Se debe buscar apoyo médico terapéutico para que la persona siga los pasos para llegar al objetivo que es dejar de fumar.

El siquiatra Víctor Rojas detalló las etapas por las que pasa un fumador que va a dejar el hábito. “Primero viene la etapa de la desintoxicación, luego la deshabituación y la rehabilitación.

En la desintoxicación el paciente va a tener síntomas de abstinencia, un malestar general por ausencia de la droga (nicotina). Se va a sentir tenso, irritado, deprimido, va a experimentar síntomas síquicos como dolor de cabeza náuseas, mareos, presión alta o baja, etc. Aquí viene el anhelo por consumir el tabaco, es la etapa más fuerte y se debe acompañar con medicamentos para que pueda resistir. Generalmente se recomienda antidepresivos y ansiolíticos bajo supervisión de un profesional”.

El siguiente paso es cambiar los hábitos y costumbres malos por otros más saludables. “Preocuparse desde la dieta (consumir menos grasas e hidratos de carbono), la higiene del sueño (no ver televisión hasta muy tarde, no cenar pasadas las 19:00), hacer ejercicios de respiración, etc. Todos tenemos una hormona del estrés que es el cortisol y cuando comemos grasas o carbohidratos incrementamos su poder y como resultado aumentamos la ansiedad. Esto se contrarresta tomando mucho líquido y consumiendo comida sana que provee radicales libres que van a ayudar a desintoxicar el organismo”.

Rojas advierte que la sensación placentera que produce el tabaco es pura ilusión. “La dopamina es un componente químico y cuando el cuerpo lo libera genera placer, esto sucede cuando comemos algo rico, tenemos relaciones sexuales o cuando fumamos, pero es por un periodo corto de tiempo, por eso es que cada vez requerimos dosis mayores”.

También advierte que mascar chicle o comer un dulce son elementos distractivos contra la ansiedad, como morderse las uñas, pero en realidad nada de esto mejora la situación.
Parte de la deshabituación es abandonar los malos ambientes, si hay alguien en la familia que fuma no hay que exponerse a estar cerca de él o por ejemplo, fumar antes de ir a dormir porque era una costumbre. Si es necesario se debe pedir ayuda a alguien cercano. “Recomiendo buscar gente que comprenda y no que juzgue y esté detrás con un chicote, debe ser comprensivo y ayudar a resistir la tentación”.

En el paso final, es decir, la rehabilitación, la persona debe componerse físicamente, someterse a estudios de medicina interna, de neumología, cardiología, etc.
No hay un tiempo determinado de tratamiento. Quien ya superó estas tres etapas físicamente se cansa menos, se siente saludable, la mente la tiene más clara y se vuelve más comunicativo.

Para finalizar el Dr. Rojas reconoce con pesar que no existe la cultura de acudir a un profesional para dejar el tabaco. “Al ser una droga legal que no produce un deterioro físico tan marcado no le damos tanta importancia”.
Critica que en nuestro medio se venda cigarro en los mismos puestos donde se compra dulces y agua. “Aquí hay mucha tolerancia, no hay una prohibición estricta contra el cigarro como en Europa, donde incluso se ha prohibido pasar escenas de las películas en las que los actores estén fumando”.

Siempre se puede volver a empezar
Si todavía no está seguro de querer dejar para siempre este vicio tan dañino, Narcóticos Anónimos recomienda una estrategia que es muy efectiva: escriba y detalle una lista de lo que echó a perder por causa del cigarro, identifique todas sus faltas y trate de enmendarlas.
Por último, a los que intentaron dejar el cigarro y fallaron, no teman seguir trabajando para mantenerse en un camino que no es nada fácil.
La reunión de Narcóticos Anónimos concluye, el grupo de siete arma un ruedo de pie y se abraza, se felicitan por haber superado un día más de abstinencia y queda claro que el cariño y el calor humano son parte de la receta de la victoria



DIEZ PASOS PARA DERROTAR AL CIGARRO

Los grupos de apoyo en internet coinciden en estos consejos

Decidir. Lo más importante es estar convencido de querer dejar de fumar. Sin ese compromiso ninguna estrategia dará resultado.
Poner fecha. Una vez tomada la decisión, poner una fecha para dejar definitivamente el cigarro y cumplirlo.

Avisar al entorno. Comunicar a quienes están alrededor la decisión y la fecha elegida para que ellos sirvan para ayudar y estén vigilantes durante la abstinencia.
Frenar en seco. Reducir los cigarrillos de a poco no es una estrategia fiable, hay que dejarlo completamente y de golpe.

Buena alimentación. Es clave para contrarrestar la ansiedad que provoca la abstinencia. Se recomienda dejar el café, té y otras bebidas excitantes o alcohólicas.
Jugos frutales. Los jugos de frutas son grandes aliados en las primeras semanas porque suplen con su azúcar la necesidad de nicotina.

Soportar el deseo. Se puede superar el impulso de fumar. La necesidad imperiosa de fumar tiene una curva que dura entre tres y cinco minutos. Si se puede superar ese lapso de crisis (salir a caminar, darse una ducha, concentrarse en alguna actividad) ya se tiene media batalla ganada.

Paciencia. La lucha contra el cigarrillo tiene, desde la perspectiva física, una dependencia corta: en un lapso de entre uno y tres meses, después el cuerpo se estabiliza y ya no requiere del tabaco para sentirse equilibrado. La dependencia síquica puede durar más y requiere medicación.

No automedicarse. Si estos consejos básicos no son suficientes habrá que recurrir al médico.
Respiración. Respirar profundamente para relajarse. Concentrarse en lo que se está haciendo, y repetirlo varias veces.

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