martes, 20 de octubre de 2015

Reacciones fisiológicas del estrés y métodos de prevención

El estrés en un proceso natural y automático. Cuando surge un estímulo (estar frente a una situación de peligro o ser llamado a la oficina de tu jefe, por ejemplo), se produce un breve periodo de choque durante el cual surgen reacciones fisiológicas (temblor en las piernas, vellos que se erizan y transpiración abundante). Hans Selye, médico austriaco y pionero en investigaciones científicas sobre estrés, menciona en su libro “The Stress of Life” (1975) que el organismo desencadena tres fases cuando está expuesto a una fuente de estrés, las cuales son controladas por el sistema nervioso y las glándulas suprarrenales:

-Fase de alarma: las glándulas suprarrenales liberan adrenalina y otras hormonas que ayudan al cuerpo a tener una reacción inmediata. Gracias a este mecanismo, las percepciones, fuerza muscular y reflejos se decuplan temporalmente. Se trata de un estado de vigilancia muy alta en el cual el organismo decide si huye de la situación o la enfrenta.

-Fase de resistencia: luego de la fase de alarma, la cual dura unos segundos, otros mecanismos se activan. Entre éstos, encontramos el aumento de la tasa de colesterol, ácidos grasos y glucemia en la sangre. Además, la inhibición del funcionamiento de los glóbulos blancos. Asimismo, el organismo libera nuevas hormonas (endorfinas, cortisol, dopamina y serotonina). Estas reacciones fisiológicas permiten realizar acciones apropiadas.

Según Hans Selye, estas dos fases son benéficas, ya que el estrés actúa como un estimulante para que el organismo movilice sus recursos. Asimismo, el hecho de activarse restablece el equilibrio de las hormonas en la sangre. Una vez que el evento se arregla, surge una reacción de descanso y el cuerpo siente fatiga. Sin embargo, cuando la situación estresante dura mucho tiempo o es recurrente y la persona no logra arreglarla, se produce una tercera fase:

-Fase de agotamiento: los mecanismos de reacción funcionan continuamente, lo que acarrea desperdicio de los elementos bioquímicos y desórdenes metabólicos. El organismo se cansa y algunos órganos se debilitan. En este caso, se sufre estrés crónico.

Desafortunadamente, algunas personas afectadas no están conscientes de que se encuentran en la fase de agotamiento, la cual compromete su estado de salud. Además, pueden adoptar algunos comportamientos de compensación (tabaquismo, alcoholismo, adicción a las drogas, aislamiento social, entre otros) para aliviar los malestares, siendo estas conductas aún más perjudiciales, debido a que acrecientan los daños ocasionados por el estrés. Por eso, es fundamental poder enfrentar las tensiones adecuadamente, adoptando estrategias de adaptación:

-Nutrición: debes tener una alimentación sana y variada para no padecer carencias alimentarias.

-Deporte: las actividades deportivas son primordiales para evacuar las tensiones acumuladas. Además, el ejercicio físico es una excelente manera para mantenerse saludable.

-Relajación: existen diferentes tipos de ejercicios de relajación que son altamente benéficos para reducir el estrés. Entre éstos, encontramos la meditación, masajes y yoga, por ejemplo.

-Apoyo social: el entorno juega un rol clave para disminuir el estrés, debido a que la persona estresada requiere apoyo y ayuda de sus seres queridos para superar las situaciones que le generan tensiones.

No olvides que es también esencial pedir la ayuda de un profesional (psicólogo o psiquiatra) para poder analizar las fuentes que te ocasionan estrés y encontrar maneras para superarlo antes de que te provoque enfermedades serias.

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